“Cuando más grande eres, tanto más humilde, y encontrarás gracias hacia el Señor, porque sublime es su potencia y a los humildes (Anawin) revela su secreto” (Eclesiástico 3,18-19).
Sigo en la sombra, lleno de luz; ¿existe el día? ¿Esto es mi tumba o es mi bóveda materna? Pasa el latido contra mi piel como una fría losa que germinara caliente, roja, tierna.
Es posible que no haya nacido todavía, o que haya muerto siempre. La sombra me gobierna. Si esto es vivir, morir no sé yo qué sería
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