Título: la red social (ii/iv)
Fandom: The Social Network
Parejas/Personajes: Eduardo/Mark, Chris, Dustin, Marylin y varios.
Palabras: 3396 esta parte (+ anterior = 6518)
Advertencias: No beteado, escrito rápido, de madrugada y wikipediando información. Demasiado Dramático, creo yo.
Notas: título = super lame. ¿sugerencias? Título cambiado. Por fin.
Resumen: La única ventaja de toda la situación entre Mark y Eduardo, es que los personajes periféricos nunca fueron realmente perifericos.
Eduardo despide a Dustin en el aeropuerto con una expresión vagamente avergonzada. Dustin le da palmadas en la espalda y Clara se ríe de ambos.
-No te preocupes. Por más que intentara delatar tu falta de profesionalidad, nadie me creería.
-Aún así, fue... incorrecto.
-Y estúpido -asiente Dustin-. Pero Mark Zuckerberg es mi jefe, Wardo. Estoy acostumbrado.
Eduardo tose una risita muchísimo más relajada que al recibirle. Dustin se siente orgulloso por ello, sin ninguna modestia.
-Sí. Mark. Uh -Eduardo se rasca el costado de la nariz, como repentinamente incómodo- ¿Cómoestá?
Dustin parpadea y Clara, tras él, levanta las manos.
-Voy por café. Voy por café y me tardaré muchísimo, ¿vale? -retrocede caminando hacia atrás, adorable y risueña y demonios, Dustin ahora tiene cosas más importantes en que fijarse.
-¿Realmente me estás preguntando esto ahora? ¿No estoy alucinando? Llevo tres meses en Singapur. Tres meses.
-Y ahora vuelves -Eduardo se encoge de hombros-. No quería hacer de esto un tema de conversación. Es sólo curiosidad.
Dustin se deja caer en la hilera de sillas junto a sus maletas, bufando. Seguro que si le preguntan a Eduardo, él y Mark Zuckerberg son los seres más diferentes de toda la creación. Y una mierda.
-Curiosidad -Dustin chasquea la lengua-. Son idiotas -y antes de que Eduardo pueda interrumpir, contesta: -Si es por pura curiosidad, entonces debes saber que está vivo y respirando y ganando un montón de dinero, como siempre. Al menos la última vez que hablé con él, ayer por la noche.
Y Dustin puede no tener demasiado tacto, pero es perfectamente capaz de quedarse callado hasta que la sonrisa de Eduardo deja de apretarse en arrogancia y frunce el ceño, se mira las rodillas.
-No es lo mismo sin ti. Me refiero a Mark. Ha cambiado mucho -continua, entonces, echándose un poco atrás, mirando el techo de cristal y oyendo el rugir de los aviones-. Todavía está cambiando y está en esa parte del proceso donde aún se tiene que desarmar otro poco. Te echa de menos.
-Desarmar -repite Eduardo, en una voz de no me importa, te estoy ignorando y Dustin se ríe.
-No le digas que te dije, pero Chris está entrando en pánico. Como si Mark no hubiera sobrevivido la universidad en noches de tres horas cada dos días y ramen día por medio. Es Mark, joder.
Quizá ha exagerado un poco, pero no demasiado. Eduardo se muerde el labio inferior y Dustin resiste la tentación de levantarse y apuntarlo con el dedo, partiéndose de risa.
-Mark no terminó la universidad -apunta Eduardo, algo sensatamente, algo irritado, probablemente consigo mismo.
Entonces Clara vuelve con una pequeña bandeja genérica cubierta de pequeños expresos y Dustin tiene paciencia, pero no es un santo. Además, su vuelo parte en veinte minutos.
-¿Está tu curiosidad conforme? ¿Podemos hablar ahora de algo no relacionado al trabajo?
Eduardo sonríe con toda la cara y dice algo sobre el clima, honestamente animado. Clara contesta inmediatamente: Es geóloga. Comienzan un debate intenso acerca de la relación entre cambios climáticos y las placas tectónicas, de lo que Dustin no entiende una sola palabra, pero aún así se le aprieta la garganta apenas oye su numero de vuelo por los altoparlantes.
-Todos te echamos de menos -se despide, esta vez de verdad, con un abrazo rompehuesos-. No se te ocurra volver a desaparecer. Hablo en serio.
Dustin camina hacia la puerta de espaldas, con Clara guiándolo por los hombros. Ve a Eduardo secarse los ojos, el enorme bebé.
Clara le da Una Mirada.
-¿Qué? Tengo una pelusa. Polvo. Se me han irritado. ¡En serio!
(Chris, Mark y Sean Eldridge, el novio de Chris, salen a beber para celebrar el regreso de Dustin, sin Dustin, que estará demasiado ocupado durmiendo la diferencia horaria y un vuelo de treinta horas.
-Los odio. Los odio a todos -se despide y saluda por el móvil, riendo-. Empezando por ti, Mark. No creas que he olvidado que me mandaste a otro continente. Habrá venganza -trona, con una risa malévola y corta la comunicación.
Mark parpadea su confusión hasta que Chris y Sean comienzan a reírse de él.
-Es su trabajo.
-No estoy diciendo que Dustin no sea quejica, pero podrías haber enviado a alguien más -apunta Chris.
-Es el especialista. ¿A quién más iba a enviar?
-Tenemos un equipo de trabajo particularmente competente, en mi opinión.
-Son pasables, pero no son Dustin -Mark toma lo que le queda de cerveza de un trago y cuando vuelve a bajar la cabeza, Chris parece sorprendido, aunque su expresión es complacida, y Sean se está partiendo de risa tras su mano.
-¿Qué?
-Nada. A veces se me olvida con quién estoy hablando -dice, pero no suena como un insulto-. Así que...
Se quedan mirando en silencio, hasta que Sean comienza a reír, esta vez sin tapujo alguno.
-¡Lo siento, lo siento! -se disculpa hacia Chris y Mark alternativamente-. Es sólo, no puedo creer que no tengan un sólo tema de conversación fuera del trabajo.
Chris abre y cierra la boca, indignado y se inclina a, uh, pellizcar a Sean, que agita los brazos alrededor de ellos y sigue riendo. Mark frunce el ceño hacia la mesa, pensándolo atentamente... y nope.
-Estoy casado con Facebook. Es mi vida -concluye, se encoge de hombros y se gira a pedir otra cerveza.
Cuando se vuelve, Chris y Sean están enredados prácticamente uno sobre el otro, pero le miran un poco raro. Especialmente Chris. Un poco, un poco triste. Oh.
-No es que me sienta solo -les asegura, levantando un poco las cejas, porque es verdad. Echa de menos a Wardo, a veces, pero no se siente solo-. Sería estúpido sentirme solo -dice, mirando a Chris, esperando que comprenda. Y sí, es algo que probablemente no hubiese dicho antes de que entre un mensaje codificado y otro, Eduardo acabara odiándolo. Aprendió la lección, ¿vale? Aprendió a decir estas cosas.
A veces.
Chris abre y cierra la boca otro par de veces, sonrojado, con los ojos muy abiertos. Sean se la cierra con una caricia en el mentón y Mark levanta la botella con una pequeña sonrisa, como un brindis al aire.
Y entonces su móvil y el de Chris vibran al mismo tiempo y todo se va a la mierda.)
Dustin y Chris no suelen tener discusiones a gritos, particularmente porque Chris no suele gritar. Cristo, no suele levantar la voz, si puede evitarlo. Las oficinas de Facebook están llenas de eco, nunca es necesario. Excepto ahora. Dios, Chris pensaba que ya se había acabado toda esta mierda.
-¡Mark no está comiendo!
-¡No somos sus padres!
-¡Somos sus amigos! -y cuando Chris está tomando aire, Dustin lo interrumpe, agitando los brazos alrededor.
-¡Mark ya no es responsabilidad de Wardo! -Dustin retrocede una zancada y se balancea, pasándose una mano por la cara-. Nunca fue justo de nosotros cargarle a Mark y mucho menos, fue menos justo aún de Mark...
-Mark no funciona como el resto de los mortales. No podemos...
Ambos se quedan mirando, jadeando. Janet carraspea, para recordarles que están rodeados de gente, pero no es que la falta de privacidad sea algo nuevo en Facebook.
-Dustin, Adam encontró otro glitch y te necesitan. Chris, Mark quiere que haya otra disculpa publica -
-Facebook se cayó una par de horas -Dustin gime y Chris lo interrumpe:
-Facebook se cayó seis horas y media -
-Y ya está todo arreglado.
-Mark no va a verlo así -y en eso no pueden no estar de acuerdo, porque es un hecho, pero Dustin bufa.
-Mark va a descansar en cuanto se desmaye. Tranquilo.
-¿Qué crees que diría Eduardo si oyese eso?
-Creo que Wardo es un ser humano decente y Mark, uno fallado. De la cabeza. Pero adulto, igualmente. Chris... si crees realmente que hay que llamar a Eduardo, que solucionará algo... -Dustin se pasa una mano por la cara. Chris asiente, decidido y Dustin asiente también, con profunda resignación-. No podemos depender de él de nuevo -termina la oración, muy abrupto, y sale corriendo.
Chris está un poco harto de que sus amigos de la universidad puedan desconcertarle tan constantemente.
Comparte con Janet una mirada de cansancio, saca el móvil y marca el número mientras pide: -Dame diez minutos. O treinta.
Y Janet, que es una santa, sale decir una palabra.
(Eduardo hace un ruido pequeño, frustrado y divertido al mismo tiempo.
-¿Y qué puedo hacer yo? -contesta, de todas las cosas posibles y si Chris pudiese meterse a la línea y sacudirlo, lo haría, ahora mismo, inmediatamente, sin pensarlo.
-Hablar con él. Lo que haces, lo que hacías, Dios. No es difícil. Eres el susurrador de Zuckerbergs, Wardo. Te necesitamos.
Eduardo hace otro ruido gutural y sorprendido.
-Dame con él -tose.
-Ah -Chris atraviesa los pasillos a zancadas-. Pensé que tendrías más excusas.
-Mark no ha dormido en treinta horas, Chris. Dame con él.
Y Chris no sabe qué decir. Sólo. Se queda mirando el teléfono, todo el camino hasta Mark y lo pone entre su cara y la pantalla.
-Es Eduardo -dice.
Y Mark se aleja del computador bruscamente, arrastrando la laptop con el cable de los audífonos.
-No. Estoy. Estoy ocupado. No puedo -agita la cabeza y Chris pone el teléfono en sus manos.
Mark lo levanta lentamente, tan lento como Chris retrocede y deliberadamente no sale hasta que Mark grazna: -¿Hola? ¿Wardo? -y se encoge al oír cualquiera sea la respuesta, con una sonrisa diminuta.)
Es un proceso interesante de observar, desde un punto de vista científico.
Marylin se ríe de Dustin y Chris parece tratar de disimular que está de acuerdo, porque lo es. Es hasta reconfortante. Mark llega a las nueve y se va a apenas anochece, porque ahora tiene un acuario de peces que alimentar y planea retomar esgrima, así que debe salir a correr y saltar la cuerda o algo similar, Dustin no le estaba prestando demasiada atención. El punto es que Mark está volviendo a ser Mark-Antes-De-Eduardo.
-¿Antes de las demandas? -pregunta Marylin, curiosa. Dustin agita la cabeza y toma un sorbo de café.
-Antes de Wardo, Mark era más... callado. Menos consentido -Chris bufa y Dustin le da una mirada mordaz- ¿Qué? Es verdad.
-Era su primer año, Dustin. Todos éramos callados e inadaptados.
-Pero no todos tuvimos inmediatamente después a un príncipe azul que pensaba que echábamos arcoiris por el culo -Dustin termina la frase levantando la voz sobre la risa de Marylin-. Sin contar que nosotros dos no le dábamos lo que son golpes en el ego.
-... Mark es un genio -claudica Chris, con demasiada dignidad para estar dándole a Dustin la razón, por una vez.
Dustin sonríe con el pecho inflado, porque, bueno, Chris le ha dado la razón. Chris nunca le da la razón.
-Bueno, considerando la cronología -Marylin sopla sobre su taza delicadamente- Eduardo es un poco la novia.
Chris y Dustin la miran muy fijo, bruscamente. Marylin les dirige una ceja alzada.
-El "príncipe azul." Tú lo dijiste, Dustin, no yo. Y es obvio como Eduardo Saverin forma parte de lo que Mark Zuckerberg es, intrínsicamente, aún sin conocerlo. El apoyo que tiene que haber sido para su ego, alguien como él prestándole ese tipo de atención... y luego dejándole por la tentación y, o, las presiones sociales...- Marylin bebe un trago de café-. Y encima, luego Sean... es toda una telenovela -silba.
El silencio se estira hasta que Chris se atraganta con aire. Dustin no deja de mirar a Marylin con una mezcla de reverencia y pavor.
-Das miedo. muchísimo miedo -dice, honestamente y evita por instinto el codazo de Chris, que ha parado de toser.
-No es, no puede, no es nada como eso, Marylin, por Dios.
-¿Me está diciendo que su relación no se asemeja a la de una pareja? ¿Realmente me tratan de decir eso?
-... no -admite Chris, con una sonrisa frustrada-. No. A veces incluso pensé, pero, pensé que era mi idea, ¿vale? -admite, vagamente avergonzado hacia Dustin.
Dustin parpadea un montón.
-No me gusta la cantidad de sentido que tiene todo esto. Cuando dije "punto de vista científico" no me refería a ese tipo de programas de Animal Planet.
-No me refiero a algo sexual, chicos -se ríe Marylin-. Aunque no me sorprendería. Quizá hubiese sido más sano. No, no quizá, realmente... pero ya no importa, ¿verdad?
-No -admite Dustin, un poco pensativo.
Es un poco terrible lo triste que es, de pronto, que Mark pueda superar lo de Eduardo y seguir adelante, porque significa que está dejando a Eduardo atrás. Está dejando toda una parte de él atrás. Como si nada.
-A nadie lo hace feliz cuando papá y mamá se divorcian, ¿no? -esquiva fácilmente el manotazo de Chris y logra hacerlos sonreír, aunque el resto de la tarde continua tan tranquila como callada.
(Y entonces
Eduardo aparece en una reunión.)
Para cuando la reunión acaba, Mark está golpeteando el piso, tamborileando en la mesa y mordiéndose el labio, a pesar de que todo el contenido de la reunión es inocuo. No, no se ha encontrado nada ni remotamente raro en el sistema; no, nadie ha presentado quejas en RRHH y de hecho, el nivel de renuncias ha bajado considerablemente. Incluso Chris está sonriendo y Chris es el que tiene que escribir las cartas de disculpa y poner la cara después de cada una de estas cosas, Chris nunca sonríe después de las reuniones, pero, uh.
Eduardo está. Está allí, al otro lado de la mesa, con las manos sobre el regazo y expresión seria. Demasiado seria, casi ignorando a los que se despiden y comienzan a vaciar la sala.
Dustin le saluda primero que nadie, apretando sus hombros en un medio abrazo.
-¡Tú! ¡Aquí!
-Y el Nóbel es para...
-Sherlock Holmes Moskovitz -termina Mark, sin poder evitarlo.
Viejos hábitos y todo eso.
Eduardo sonríe, aunque no lo mira, levantándose para imitar el medio abrazo sobre Chris. Sólo quedan ellos cuatro en la oficina y Mark sabe perfectamente que no es coincidencia.
-Es bueno verlos -dice Eduardo, cálidamente, mirando a Chris, mirando a Dustin.
Mark se levanta de un salto. Tiene cosas que hacer. Tiene literalmente cientos de cosas que hacer, tres listas diferentes, organizadas en colores por grados de emergencia.
No se mueve.
-Wardo -dice.
Y Eduardo lo mira, con la sonrisa apretándose en los bordes.
-Mark -reconoce- ¿Dónde está Sean?
Por el rabillo del ojo, Mark ve a Chris y Dustin intercambiar una serie de susurros furiosos -¿No le dijiste acerca de Sean? -, -¿Por qué debería? Dios, Chris, no son...
-Sean ya no trabaja aquí -contesta, simplemente.
Eduardo pone una mano sobre el respaldo de una silla y abre un poco más los ojos.
-Ya veo.
-No era bueno para la empresa. Para la imagen de la empresa.
-Te lo dije -Eduardo bufa un poco. Poco.
-Me lo dijiste, pero no estaba escuchando -y lo medita, por un momento quizá demasiado largo: -Lo siento.
El cambio es inmediato. Eduardo se endereza, con los ojos completamente abiertos y Chris y Dustin prácticamente gritan excusas para dejarlos solos.
Mark suspira y gesticula que se sienten. No sabía que Eduardo iba a estar aquí, pero bien puede hacer la única cosa realmente urgente que no aparece en ninguna lista.
-No te odio. Ni siquiera estoy enfadado contigo. Siento no haberte escuchado. Acerca de Sean -especifica, esperando que Eduardo se siente, pero Eduardo sólo aprieta con más fuerza el respaldo de la silla.
-Acerca de Sean. ¿Eso es lo único que te parece que merezca una disculpa? ¿En serio?
-Siento no haberte escuchado -repite, un poco irritado-. No te estaba escuchando. No sé cómo precisar más mi disculpa. Si esperas que apunte algún hecho específico, no estaba...
-Escuchando -interrumpe Eduardo, con la voz ahogada-. Notado.
-Puedes irte ahora, si quieres -continua Mark, bajando los ojos hacia la laptop sobre la mesa.
Eduardo hace un ruido grave y levanta la silla, para golpearla sobre el piso. Mark se endereza, un poco alarmado. No le importa particularmente esta laptop, pero ser la comidilla de sus subalternos no es exactamente el mejor pasatiempo del mundo.
-Vale, Mark. Si tú lo dices, me voy -pronuncia Eduardo, lenta y profundamente sarcástico.
-Nunca dije que yo quisiera que te fueras -lo interrumpe Mark, prendiendo la laptop con una mano casi por costumbre-. Nunca quise eso -agrega, resentido.
Eduardo baja la cabeza rápido, hacia su pecho, toma aire y la levanta.
-¿Qué quieres, Mark?
-Esa pregunta es demasiado general, ¿no te parece? -esquiva, volviéndose hacia la pantalla.
-¿Qué quieres de mí, entonces? ¿Te parece menos general?
-No creo que la respuesta a tu pregunta pueda tener alguna utilidad.
Eduardo está respirando muy pesado, pero finalmente se sienta, mirándolo fijo.
-¿Estás...? Mark, meu Deus.
El único ruido es el de la laptop, el suave ronroneo de los ventiladores.
-Quisiera seguir enfadado contigo. Debería odiarte -apunta Eduardo, como si fuese algo lógico, sensato.
-¿Por qué? -y Mark sabe que suena infantil, pero no puede evitarlo.
-¿Porque eres un hijo de puta? -Eduardo aligera el tono cuando Mark se encoge-. No lo sé, Mark. Escoge alguna razón. Hay muchas. Seguro se te pueden ocurrir varias.
Y Mark piensa. Y entonces piensa en lo que acaba de oír, línea por línea.
-No me odias -repite, levantando la cabeza.
Eduardo lo mira con una expresión herida y cansada, pero no particularmente molesta.
-No.
-Oh.
-Oh -repite Eduardo, pasándose una mano por la cara-. Esto no significa que podamos volver a ser amigos.
-Oh -Mark no se había sentido tan poco elocuente desde primaria, alrededor del baile de fin de año. Eduardo se ríe, levantando una ceja hacia él.
-Pero podemos hacer negocios. Hablar de vez en cuando. Salir a beber, incluso, si me encuentras en un buen momento.
-¿Es este un buen momento? -pregunta Mark, inmediatamente. Es importante saber eso. Tener un precedente.
Eduardo se ríe de nuevo, cada vez más amargo, pasa una mano por su cara y murmura algo en portugués.
-No -contesta, corto y Mark siente a su estomago revolverse, oh. Y entonces Wardo lo está levantando con un tirón del brazo-. Ve por una chaqueta.
-Pero.
-Mark.
-Ok, ok. Ok.
(Es el bar del hotel y la iluminación es terrible, pero Mark no parece incómodo. Examina su trago atentamente; Eduardo ni siquiera recuerda qué ordenó.
Todo esto es una terrible idea. Desde un punto de vista profesional, sería extremadamente conveniente que hicieran las paces, pero Eduardo tiene enormes problemas para ser profesional cuando se trata de Mark. Lo sabe por experiencia.
-¿Chris te llamó?
Eduardo da un salto, sorprendido. Mark le habla a su vaso, con algo como desconfianza. Leer a Mark es imposible, eso también lo sabe perfectamente, así que ni lo intenta.
-¿Perdón?
-Hace, oh, tres meses. Cuando Facebook se cayó por seis horas y veinte minutos. ¿Chris te llamó?
Eduardo asiente.
-Debería darle las gracias -considera Mark, magnánimamente. Eduardo bufa y Mark le da una mirada, una pequeña sonrisa-. Y a ti.
-No es... no me importa. Trata de que no pase de nuevo.
Mark pasa la atención del vaso hacia él y oh, terribles ideas, una tras otra. La atención de Mark Zuckerberg es peor que un juicio. Mark es la única persona que Eduardo ha conocido capaz de poner literalmente toda su atención sobre cualquier objeto. O persona.
Eduardo traga saliva y luego se traga el resto del whisky. Tose.
-Si esto es el resultado de esa llamada, no puedes esperar que no lo haga de nuevo -apunta Mark, tranquilamente.
-¿Qué quieres? -vuelve a preguntar, irracionalmente furioso con el vaso por estar vacío.
-Quiero... es irrelevante -contesta, encogiéndose un poco.
-Quiero saber, igualmente, si no te importa.
-¿De qué te serviría? Vas a volver a Singapur. "Hablaremos de vez en cuando, haremos negocios" -repite, escupiendo las frases con veneno y luego, terriblemente suave: - ¿Qué quieres tú, Wardo?
Eduardo abre y cierra la boca. Se lame los labios. Mark suena como si fuese capaz de darle a Eduardo lo que quisiera, como si se lo estuviera ofreciendo. Quizá si le pide una disculpa, por fin la reciba. Dios, si le pidiera Facebook,quizá podría recibirlo: ese el tipo de expresión absoluta que Mark está usando. Devota.
-Vamos a mi habitación -dice. No se reconoce la voz, áspera y lejana-. Hay un minibar.
Mark abre mucho los ojos, pero asiente, inmediatamente, como si no estuviera dentro de las posibilidades el pensarlo. Como si en pensarlo se le fuese a escapar algo terriblemente importante.
Eduardo pide la cuenta con un gesto brusco, impulsivo.)
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i.
iii.
iv.]