la red social | The Social Network (iv/iv)

Apr 19, 2011 16:04

Título: la red social (iv/iv) (\o/!)
Fandom: The Social Network
Parejas/Personajes: Eduardo/Mark, Chris, Dustin, Marylin y varios.
Rating: NC-17 :D
Palabras: 5433 (+ anteriores= 14918, holy crap)
Advertencias: No beteado, escrito rápido y wikipediando información.
Resumen: La única (des)ventaja de toda la situación entre Mark y Eduardo, es que los personajes periféricos nunca se sintieron satisfechos quedando de, bueno, periféricos.

*

Dustin interrumpe ruidosamente a Janet y Marylin tomando desayuno, golpeando la mesa con el café y gruñendo algo parecido a disculpas. Las chicas se lo quedan mirando y entre ellas, curiosas.

-¿Estás bien? -pregunta Marylin, finalmente.

-Oh, de maravillas. Fantástico. ¿Les molesta que me siente aquí? Necesito la vista y la compañía. No priven a un hombre desesperado -contesta, levantando un dedo.

Janet abofetea el aire junto a su mano y Dustin por fin sonríe, expresión algo menos oscura.

-¿Pero qué te pasa? -continua Janet, robándole a Marylin una galleta.

Dustin hace algunos gestos raros, una mueca repentina y se traga el café antes de murmurar:

-Es que no sé qué vamos a hacer sin Chris. Pasé toda la noche trabajando y Mark, bueno, está tan raro, ¿y quién va hablar con él cuando Chris se vaya, uh? Yo no puedo. He acabado tirándole teléfonos por la cabeza. Literalmente. Y encima Eduardo. Y no podemos seguir así, no todos somos robots que se pueden conectar a un enchufe y funcionar para siempre. Oh, Dios, ¿qué vamos a hacer sin Chris?

Marylin abre y cierra la boca mientras Janet se asfixia con aire y galleta.

-¿Qué? ¿Chris?

-Chris se va -Dustin levanta la cabeza-. Pensé que sabrían. Chris nos acaba de decir, a Mark y a mí, ya ha presentado su renuncia y quería, no lo sé, pero siendo ustedes pensé que ya... -gesticula.

-¿Nosotras? -responde Janet de vuelta, con veneno.

-Las mujeres siempre saben todo -dice Dustin, miserable-. Las mujeres y los homosexuales, aparentemente -agrega, obviamente pensando en Chris. Luego: -Excepto Eduardo y Mark. Oh, Dios, no.

Marylin bufa y sigue dándole a Janet palmaditas, mientras Janet murmura una letanía de: -Qué vamos a hacer sin Chris, oh, Dios.

-¿Y por qué se va? Pensaba que no tenía problemas con, bueno... -Marylin no suele quedarse sin palabras, pero cuando se trata de Mark y Facebook y el negocio como una unidad, no hay realmente un concepto comprensible para quienes no lo conocen.

-Es el único -asiente Janet, con un ruido ahogado-. Lo voy a matar. Lo voy a colgar de los pies al techo hasta que acepte quedarse. Lo voy a...

-Obama lo reclutó. Barack Obama -explica Dustin, muy bajo-. En persona. Para dirigir la organización de su campaña.

Janet y Dustin se miran con expresiones de similar abrupta resignación, como diciendo: Quién puede competir con eso, oh, Dios mío.

-Eso es... -Marylin tose para cubrir su impresión-. Me alegro mucho por Chris. Es una gran oportunidad. Y seguro que se la pueden arreglar sin él, ¿verdad?

Dustin gime en su taza y Janet gruñe en su puño.

(Mark contempla durante un par de minutos lo irónico de la probable sorpresa que expresarían prácticamente todos los que le conocen, si supieran lo fácil que le es admitir cuando está siendo estúpido.

Fue un enorme error cambiar su status amoroso a "Es Complicado." Es sólo, por años y años, Mark nunca ha tenido algo que ocultar, hasta ahora. Por algo nunca pensó demasiado profundamente en la configuración de seguridad del sitio. ¿Para qué? Facebook está hecho de forma que sea difícil ocultar cualquier cosa. Si estás arrepentido de algo, no deberías haberlo hecho en principio. Es lógico. Y Mark no está arrepentido de-- lo que él y Wardo están haciendo, sea lo que sea. De haber modificado su perfil, por el otro lado...

Eduardo no contesta sus mensajes. Mark ha tomado con enviarle uno cada tanto, cada par de horas, quizá menos.

Dustin ha traído una taza del busto del Dr. Mccoy

Luego,

chaquetas rojas de ingeniería o chaquetas azules de ciencia

Otro:

están todos muertos, Jim

Mark se echa atrás en la silla, toma aire y por fin tipea:

Chris se va

Eso obtiene una respuesta inmediata.

qué? ¿por qué?

le ofrecieron un puesto en la campaña de Obama

Barack Obama??????

Mark le da al móvil una mirada irritada hasta que vuelve a vibrar.

me alegro por chris.

Mark agita la cabeza y trata de no pensar en Chris en este mismo instante, conteniendo a la prensa. Por supuesto que están haciendo preguntas. ¿En qué estaba pensando?

Soy un imbécil -escribe, magnánimamente-. Puedes decírmelo.

Eduardo no contesta eso, ni los mensajes sucesivos. El móvil no vuelve a vibrar en todo el día. Todos los números excepto el de Eduardo están bloqueados, de cualquier forma.

Mark acaba tirándolo al fondo de un cajón, para que deje de distraerle, le pide a Janet un par de redbulls y se prepara para pasar la noche en la oficina. Para variar.)

-Es un poco increíble -admite Chris, cubriéndose la sonrisa con una mano, un poco, por costumbre-. Aún no puedo creer que a mí... es un honor...

Dustin se inclina sobre la pantalla.

-Es adorable como trata de ser humilde y no le sale, ¿verdad?

Eduardo se ríe, boquiabierto y arrugando la nariz. Su imagen en el computador se pixela por momentos, lo cual habla más de la distancia que da la calidad de conexión. Es sólo un momento, hasta que Eduardo se calma, para sonreírles como un comercial de dentrífico.

-Adorable -repite, un poco más vocalizando que hablando. Agita la cabeza-. Ignóralo, Chris. No se me ocurre alguien que se merezca más el puesto. Tu trabajo... nadie puede discutir tu curriculum.

Nadie se está refiriendo directamente a Mark Zuckerberg, pero sí, está allí en la conversación, en las sonrisas sarnosas y afables de Dustin y Eduardo. Es casi como la universidad, cuando hablaban de Mark a sus espaldas. Literalmente. Mientras Mark programaba con la capacidad atencional de un zombi, era gracioso hablar de él, inventarse cosas. Todavía no están seguros si Mark les oía o no, aparte de las veces que se interrumpió para ir al baño y escuchó el final de alguna línea.

-Puedes decirlo, Wardo. Chris ha trabajado con Mark. ¿Qué son los escándalos políticos comparados con él?

Wardo se ríe mientras Chris parece indignado. Probablemente de que Dustin haya implicado que Obama podría estar metido en algún tipo de escándalo. Dustin se desarma en carcajadas.

-Hay una cena -dice Chris, de pronto-. Me gustaría que vinieras, si tienes tiempo.

La risa de Eduardo se suaviza tan abruptamente que no logra no parecer incómodo.

-¿Cuando?

-Cuando tengas tiempo -contesta Chris, fácilmente, con expresión firme-. Ahora que tú y Mark parecen tolerarse no hay excusa para no tenerlos a ambos en...

-Yo y, Chris, no tengo idea de que...

-Oh, por favor. Quizá si hubieses fingido mejor tu sorpresa al principio de esta llamada te creeríamos una palabra. Mark te contó. Mark y tú se envían mensajes como colegialas, lo sabemos todo -Dustin habla como al mismo tiempo una locomotora y una guerra de almohadas. No hay una sola nota de seriedad en su tono, pero la expresión de Eduardo raya en la alarma absoluta. Chris le pega un visible codazo- ¡Hey! Wardo. Hablo en serio, tienes que estar aquí. No sólo por Chris, yo. Bueno.

Dustin se rasca la nuca, porque ahora Chris lo está mirando fijo también y Eduardo parece querer cortar la comunicación y fingir que se fue la luz.

-Clara y yo. Uh, bueno, la cosa es que tienes que estar aquí para mi despedida de soltero, al menos. Le fecha de la boda no es discutible, Clara me mataría, pero. Chris, ¿quieres un poco de agua?

Chris se le tira encima, cara roja y balbuceando, y Eduardo vuelve a echarse a reír con todo el cuerpo y Dustin tiene que, es físicamente imperante soltarse de Chris y sonreír a Eduardo,

-Tienes que estar aquí, ¿vale? Ahora denme un momento, porque si le dices a Mark tú antes que yo puede ofenderse -una pausa-. Oh, a quién engaño. Pero se lo quiero decir yo, así que detén tus dedos ansiosos, ¿vale?.

Y sale de la oficina con la expresión de Eduardo tatuada en los parpados, irritado y divertido y un poco horrorizado, Dios sabrá porqué. Dustin nunca había caminado tan rápido a través del mar de cubículos. Por supuesto que Mark escogió la oficina en el lugar más inaccesible del edificio, joder.

-Dustin -Mark levanta su móvil al verlo, confundido- ¿Sabes qué significa esto?

si tienes alguna pregunta sobre tuxedos, soy todo oídos. hablo en serio, mark.

Dustin tiene que agarrarse del sillón para no caerse de risa.

(Janet sabe lo que están haciendo Chris y Dustin y, en menor grado, Marylin, que parecía sensata al principio, Dios los libre. Y no es que no le parezca un tan buen pasatiempo como tirarles globos con miel a los transeúntes desde el octavo piso, pero Janet no hace eso desde que iba a la escuela. Y esa vez el año pasado cuando Emily se lo propuso, después de un par de, uh, botellas de cerveza, pero ese no es el punto. El punto es que Janet no es el tipo de persona que escucha conversaciones ajenas. Excepto que ha prendido un cigarro y todo, mientras Dustin y Mark hablan en el balcón de abajo. Trata de decirse que es porque no consigues oír mierda tan disparatada ni siquiera en el Daily Show y que, de cierta forma, es su trabajo. Dios sabe que ya le tiene sangre en el ojo a Eduardo Saverin por razones totalmente justificadas y ni siquiera lo conoce.

-... y entonces -va diciendo Dustin-, entonces, decidió que las flores ya no eran románticas y los chocolates nunca le habían gustado demasiado, pero es como, una decisión deliberada, ¿entiendes? Como si hubiésemos alcanzado algún punto particular de la relación. Es una evolución.

-La supervivencia del más apto -Janet puede ver a Mark asintiendo repetidamente, como un adorno de taxi-. De eso se trata. Nunca dices lo que corresponde o haces lo que quieren que hagas, o como quieren que lo hagas...

-Pero tratas de hacerlo, y Dios, esperas que cuente. ¿Verdad?

-La intención importa una mierda. Lo que importa es que se lo podrán guardar para sacártelo en cara, oh, tres años después.

-Mark...

-Y ni siquiera tiene que ver, ni siquiera era importante.

-Mark, ok, Chris se va a ir y no soy, no soy bueno para esto. Aquí estamos hablando de Eduardo, ¿verdad? Eduardo Saverin, brasileño-americano, así de alto... Mark. Mark -Dustin suena cada vez más bajo y Janet, bueno, Janet nunca ha tenido demasiado sentido de la vergüenza. Se agacha y pone la oreja sobre la salida de agua para oír mejor-. Hey, no, sólo yo y Chris. Está bien. Te lo juro.

-Es una estupidez. Es una estupidez y no importa, Dustin. Te vas a casar, wow, hablemos de eso. Eso es...

-Vale, si eso te parece... -Dustin traga ruidosamente-. Sólo. Si puedo decir algo antes...

-¿En serio vamos a hablar de esto?

-Oh, cállate. Todos te dejan hablar de la mierda que quieras, cuando quieras...

-Soy el CEO, perra -contesta, pero sin sonar particularmente... Mark. Lo cual es preocupante. Dustin, aparentemente, piensa exactamente lo mismo.

-Hey. Sé que no soy la mejor persona para esto, pero qué demonios, me voy a casar. Si quieres hablar... ¿no? -Dustin se ríe-. Chris se va, Mark. Y Eduardo... ¿tampoco? Vale. ¿De qué puedo hablar? ¿Puedo hablar de Clara? ¿Y de su maravilloso... estilo?

-Estilo -Mark bufa un sonido ahogado-. Es un gran estilo.

-No digas una sola palabra acerca del estilo de mi futura esposa, Zuckerberg. Eduardo es brasileño. La genética lo acompaña.

-¿Sabes lo difícil que puedo hacer tu vida, Dustin?

-Vale, cierre de coletilla. Pero dime que estás bien, primero.

-Estoy bien, primero -recita Mark, con sarcasmo.

-Eres un hijo de puta -contesta Dustin, con la voz llena de risa.

-Eso me han dicho -pero el tono de Mark es tan afable que por fin Janet siente algo recordándole que tiene mejores cosas que hacer, ya no le queda cigarro y eso es más de lo que esperaba oír, de todas formas, ¿verdad?

Y si le compra a Mark un café exactamente como le gusta y lo deja en su escritorio, no es por culpa. Es, en verdad, por algo mucho más cercano a lastima.)

Marylin sonríe a Eduardo y gesticula al asiento vacío junto a ella, mientras el resto de inversionistas y jefes de sección dejan la sala. Eduardo obedece demasiado rápido, aunque con expresión cuidadosamente curiosa. Dustin la ha llamado "Eduardo 2.0" en su cara, no debe tenar mella en decírselo al mismo Eduardo. El pobre es todo curiosidad. Es una pena que Marylin no le pueda dar en el gusto, de momento, porque Eduardo parece una persona realmente interesante, decente, incluso. Pero Mark ni siquiera se asomó por la reunión y Chris está por abandonar el edificio, y Marylin comienza a entender porqué Dustin insiste en hablar de ellos como si fuesen niños del jardín de infantes.

-Señor Saverin -saluda, levantando la muñeca para mirar su reloj-. Ojala fuese este un gesto social, pero no voy a ofendernos dando vueltas acerca del clima y el estado de la bolsa. Además, no tenemos tiempo.

La expresión de Eduardo se aguza y oscurece, su sonrisa se vuelve cínica.

-Mark -contesta, hundiéndose un poco en la silla, como un adolescente.

Marylin podría sacudirlo, lo jura por Dios, pero se contiene. Sonríe, toda profesionalidad, y cruza las piernas.

-Mark -asiente- y usted. Antes de que diga que no es asunto mío, como abogada, le aseguro que estoy hablando como amiga. Esta no es una conversación que usted no hubiese tratado de tener, oh, cuatro años atrás. Tengo entendido, de hecho, que era lo esperado, en cualquier situación dada. Yo estoy en la posición que usted tenía hace cuatro años. No es fácil, ¿verdad?

Eduardo la ha ido escuchando, enderezándose más y más, con la quijada apretada. ¿Miedo de haber sido reemplazado? No, no, certeza, ira de haber sido reemplazado. ¿Y qué tipo de relación tienen, él y Mark, entonces? Dios santo.

-Buena suerte con eso. Vas a necesitarla -tose más que dice y apoya las palmas sobre la mesa, a punto de empujarse de pie.

-No es fácil hacerse el tonto con Mark, para empezar. Si lo que tanto quería era una disculpa, podría haber escogido una -Eduardo se queda completamente quieto, parpadeando, sorprendido. Marylin toma aire antes de seguir, con toda calma: -La falta de sueño y alimentación, ambos sabemos que son parte de su rutina, pero por un tiempo fue mucho peor. Mark era francamente miserable. Hay registros de una llamada telefónica (no me mire así, señor Saverin, soy abogada), de su oficina al teléfono personal de Mark. Alguien le llamó primero, ¿verdad? Probablemente Chris. Chris le dijo cómo estaba Mark, no hay duda.

Eduardo está tan quieto que tiembla con ello. Toma aire lentamente y se vuelve a mirar las manos, aún apoyadas en la mesa. Marylin se traga la soberbia (Dios, soy buena), porque si llega a romper a Eduardo Saverin de verdad, Mark la va a asesinar.

-Y ahora, la forma en que deja todo cada vez que apareces. ¿Qué es lo que quieres de Mark, Eduardo? Si no es una disculpa, ¿entonces qué? - concluye, mucho más suave, más amablemente.

Eduardo bufa y mueve una de las manos para cubrirse la boca.

-No lo sé -admite, después de casi un minuto de silencio-. No tengo la menor idea. Quisiera que nunca hubiese... si te soy sincero -dice, de pronto, con una honestidad que la sorprende- no tengo la menor idea de lo que estamos haciendo. Es estúpido, ¿verdad? Mark y yo.

Marylin pone una mano en su brazo antes de pensarlo. Eduardo está tratando de esconder o contener su expresión de las paredes de vidrio, pero parece un niño de cinco años que acaba de romper su juguete favorito y no tiene a quién más culpar. Marylin reconsidera su metáfora del jardín de infantes. No se esperaba esto. Gritos, quizá, muchísimas evasivas. No una honestidad tan accesible. Aunque se vuelva de pronto obvio porqué Mark está dejando todo patas arriba por una sola persona.

-Aún después de todo este tiempo, soy quien le conoce mejor -continua Eduardo, dándole una mirada algo rencorosa. Marylin se muerde el labio para no sonreír-. Y no tengo idea de qué está pensando. ¿Va a tratar de sacarme de la empresa completamente? ¿Va a meterse más en finanzas sólo para enloquecernos a todos? ¿Va a regalarme la empresa entera? A veces lo parece. Parece que quisiera hacer justamente eso.

Y Marylin tiene que reírse. Tiene que hacerlo, o va a explotar en un millón de pedazos.

-Eduardo. Señor Saverin.

-Llámame Eduardo. Eres amiga de... puedes llamarme como quieras -Eduardo logra sonreír un poco más honestamente. Todo el cinismo ha abandonado su expresión para dejar sólo un profundo cansancio.

-Mark y Facebook son prácticamente la misma cosa -Eduardo gruñe y esconde la cara entre las manos, por alguna razón- ¿Qué?

-Chris lleva diciéndome eso... demasiado tiempo.

-Chris es la persona más sensata que les ha aguantado por más tiempo. Yo diría que Chris es un buen pilar de observación.

-Vale, vale, Mark es un santo y si pudiese dejarle en paz...

-Si dejas en paz a Mark nos va a matar a todos, así que, no. Mi voto es que no lo dejes en paz -Marylin enfrenta su mirada curiosa con pura diversión-. Mi voto es que no lo dejes en paz, Eduardo. No quieres dejarlo en paz, admítelo.

Eduardo bufa y se pasa una mano por la cara antes de levantarse, como si se estuviera desanudando a si mismo. Marylin se levanta también, con mucha más dignidad. Eduardo estira una mano hacia ella.

-Eres un buen Eduardo 2.0 -se despide, con una sonrisa de quince años.

Marylin se sonroja y estrecha la mano ofrecida con fuerza.

-Si te han actualizado a novio, alguien tiene que saber cumplir tus funciones abandonadas. Espero estar a la altura.

Eduardo sale de la sala en un apuro enrojecido de evidentemente no saber si indignarse o echarse a reír con ella.

(Es vergonzoso. Si Mark tuviese que describirlo estaría entre los cinco primeros adjetivos: vergonzoso. Humillante. Cómo se pone, cómo se abre, agarrado a las sabanas, apretando la cara en la almohada, mientras Wardo agarra sus caderas, con casi toda la ropa puesta y la mayoría de su compostura, mientras Mark se deshace en ruido, desnudo. Quizá es injusto, quizá, Dios, Mark no puede pensar cuando hacen esto. Sólo quiere, le arde bajo la piel, quiere, quiere jadeando, respirando húmedo sobre la sabana. Quiere a Eduardo como pueda tenerlo, Dios. De eso se trata esto.

Le cuesta respirar.

Y Eduardo está besándole la nuca. Puede sentir como la tela de su camisa se le pega a la espalda.

-¿Está bien, Mark? Mark -Eduardo le acaricia el pecho, pone una mano en el inicio de su cuello, pero es todo gentileza-. Mark.

Se detiene.

Mark entierra la cara entre los brazos.

-No. No, no, Wardo, no puedes, Wardo.

Humillante.

-Ok -Eduardo se empuja con un sonido grave y tiembla de pies a cabeza-. Ok -repite, apaciguador, besándole entre el cabello, como si, como si...

-No, deja de, no puedes. Déjalo. Wardo, por favor -y se queda en eso, lo más cercano al calor que le obstruye las ideas: -Por favor, por favor, por favor.

-¿Qué quieres, Mark? -y Eduardo suena desesperado.

Mark no sabe lo que dice. Continua rogando, un poco, hasta que Eduardo lo jala hacia él con tanta fuerza que van a acabar los dos con morados, lo jala con tanta fuerza que el golpe es en todo el cuerpo, y la tela está incomodándoles a ambos.

Ruega hasta que Eduardo se detiene (-shhh, está bien, Mark, está -) y se quita la camisa.

Hace un momento Mark no podía respirar y ahora no puede calmar su respiración. Hiperventilación, piensa, absolutamente estúpido con el contacto, Eduardo acomodándose sobre él, tibio y suave y, Mark va a vomitar, Mark va a. Dios.

-Eduardo -jadea, empujándose contra él como una puta-. Ahora. Ahora. O voy a acabar sin ti.

Eduardo gruñe su risa y lo penetra lentamente, realmente acomodándose, como si planeara pasar horas allí. Lo hace lento, buscando el punto que los hace temblar a los dos. Le besa el cabello.

Mark no sabe qué pasa. Siente en la boca del estomago su orgasmo y pánico creciente, combinados.

-No. Nunca sin mi -dice Eduardo, simplemente, divertido, con arrogancia. Mark se empuja hacia él con fuerza, apretándolo dentro y Eduardo maldice en portugués. Mark se ríe-. Nunca sem mim, nunca sem mim.

Es diferente. Por qué es diferente. Por qué es diferente, piensa, ahogado.

-No, no -es lo que está diciendo, en cambio, y no está pensando-. Nunca. Nunca--

Mark acaba de pronto, sorprendiéndolos a ambos. Gime algo largo e incomprensible, patético y se levanta contra Eduardo, ganándose un jadeo sorprendido en el oído.

-Mark... -empieza Eduardo y Mark lo interrumpe, aterrado, girándose para besarlo, ignorando el ardor en sus piernas y su espalda. Eduardo se deja besar y tocar hasta eyacular en su mano, sin ruido, con un ligero temblor.

Se besan unos minutos, la cara más que los labios. Eduardo se quita el condón y le hace el nudo sin mirarlo. Lo tira en una bolsa vacía al costado de la cama, sin dejar de tocar a Mark. Algo está cambiando y Mark siente que está tratando de cazar con la boca ese pequeño error en el código que podría arruinarlo todo.

-Mark -intenta Eduardo de nuevo-. Mark, en serio -Mark lo besa una y otra vez, y Eduardo lo deja, con algo como diversión-. Mark, tengo que irme.

-Entonces vete -dice, agarrándolo del cabello y probando el costado de su boca con la punta de la lengua.

Eduardo le mira raro, con el ceño un poco fruncido, pero sin dejar de sonreír.

-¿Estás bien, Mark?

-¿No tienes que irte?

Eduardo lo sigue mirando. Lo besa una sola vez antes de levantarse.

-Nos veremos en la despedida de Chris.

Mark lo observa vestirse lentamente, apretar la quijada entre el silencio, perder la mirada en las paredes, en otra parte, en otra parte, reconociendo, por fin, algo más como terreno seguro. Hasta que Eduardo se inclina sobre la cama, peinado y compuesto, como un caballero. Mark no sabe exactamente con qué expresión reacciona, pero los ojos de Eduardo se agrandan en sorpresa y lo besa por mucho, mucho tiempo.

-Realmente tengo que irme -murmura, ido.

-Entonces vete -repite Mark, irritado por la repetición.

Eduardo se endereza y Mark disfruta ver que su cabello ya no está tan ordenado, pensando: Yo hice eso, yo lo hice. Eduardo lo estudia seriamente y Mark trata de imaginarse que puede estar viendo. Mark está desnudo, enredado en las mantas, sucio con el orgasmo de ambos, pero Eduardo parece estar más allá de ello. Mark no tiene idea en qué está pensando.

Se pregunta si es lo que siente la gente que trata con él a diario, según lo que le han contado.

-Nadie te obliga a quedarte -apunta. Es tu decisión. No me hagas responsable de tus errores, se traga.

Eduardo le da una mirada dura y se reacomoda el traje con el ceño fruncido, sonrisa borrada como si nunca hubiese estado allí.

Nunca, piensa Mark y entierra la cabeza en la almohada, con los ojos cerrados, hasta oír el portazo, así de fácil.)

La cara de Eduardo les dice que, a pesar de las horas que pasó metido en un avión y aún lleva puesto el traje que uso para asistir a una reunión en Dublín, no esperaba tener un asiento en la mesa de honor. La despedida oficial de Chris es un evento multitudinario: cinco salones, al menos tres empresas, descontando a los empleados de Facebook y sus familias, los inversionistas y amigos de la universidad. Chris tiene las mejillas sonrojadas por la atención (particularmente de su novio) y el kirk royale. Mark tiene una sonrisita arrogante, que se interrumpe cada vez que ve algo que no está absolutamente perfecto y tiene que arreglarlo inmediatamente. Clara se levanta de la mesa cada cinco minutos, porque ha visto a algún conocido, pero a Dustin no le importa. Está enamorado del mundo.

-Estoy ENAMORADO del MUNDO -le dice a Eduardo, mientras Eduardo le da palmadas en la espalda y se ríe.

-¿Cuánto has bebido? -pregunta Wardo, con expresión de, ya saben, Wardo.

-Todo -contesta Billy, encogiéndose de hombros.

Dustin se echa a reír de nuevo. No sabe cómo parar. Clara vuelve sólo a besarle la frente, antes de desaparecer como, como una mariposa y Billy y Eduardo hablan acerca de aquella vez en Harvard, numero trecientos catorce. Mark vuelve de... hablarle severamente a alguien, probablemente, y se sienta a la derecha de Eduardo y Eduardo sólo le da una mirada, y ni siquiera es con mayúsculas: Una Mirada. Es una mirada ausente, oh, ¿quién se ha sentado junto a mi? Oh, ¿Mark? Hey, Mark.

-¡Hey, Mark! -Dustin se levanta en puntillas para que hagan un high-five sobre la mesa. Mark entorna los ojos, pero se levanta obedientemente, bajo la mirada atenta de Chris. Chris es fantástico-. Eres fantástico, amigo -le dice a Chris, apuntándolo.

-Alguien siéntelo antes de que comience a hacer un brindis, por amor de Dios -se ríe Sean y Eduardo pasa de Billy para empujarlo suavemente por los hombros.

Mark los mira y arruga un poco las cejas, y Dustin no tiene idea de lo que está pensando, así que le tira un beso. Mark se ríe, abruptamente, como si la risa le sorprendiera. Luego mira a su vaso con profunda desconfianza.

Dustin no puede parar de reírse.

La noche pasa en pequeños cortos similares. Sabe que Marylin se sienta con ellos un momento y que Eduardo se levanta y hay un desorden de sillas y puestos, que Mark acaba junto a Chris. Que Clara se sienta en su regazo un rato y le habla en español y Dustin ni siquiera quiere hacerle cosas indecentes, sólo, no tiene idea, quiere escucharla, tocarla para siempre; quizá lo dice, porque luego todos en la mesa les están mirando con mayor o menor grado de repulsión/envidia y Eduardo está mirando a Mark, lo cual... uh. Oh, Dios. Recuerda que Billy hizo un brindis en algún momento y Sean en otro, y Mark agregó: -Gracias a Dios por Sean Eldridge -en tono oscuro, y Eduardo soltó una carcajada como si se la hubieran sacado del estomago a puñetazos.

El punto es que está por amanecer y están los seis en el balcón y Dustin no tiene idea cómo llegaron allí. Él, Clara y Mark están apretados en un sillón largo y cubiertos con un montón de chaquetas y Mark ronca. Chris y Eduardo (sin chaquetas o, observa, algo más sobrio, corbatas) están sentados a sus pies. Sean duerme enrollado como un gato en un sofá a pocos pies, cubierto con una manta.

-... no sé de qué estás hablando -susurra Eduardo, audible sólo por el silencio que los rodea.

-Por favor, Eduardo.

Hay un silencio muy largo, donde puede que Dustin vuelva a dormirse, pero escucha:

-Es, fue, algo, ¿vale? Nada importante.

-Eduardo...

-No sé porqué aún estoy esperando algo de él. Dime porqué.

-Es tu amigo -Chris suena profundamente emocionado.

-Mark no ha sido mi amigo por años, Chris. Quizá nunca...

Dustin se resiste a patearlo, porque despertaría a Mark y Clara y uh, no. Pero la intención está, al menos.

-No es de amistad de lo que estamos hablando, ¿verdad, Eduardo?

Hay un silencio más largo, donde Dustin alza su puño mental por Chris varias veces. Yay Chris, vamos Chris, tú puedes, Chris.

-Wardo. Gracias por venir. Realmente significa mucho para mí que aún...

-Qué, no, por supuesto, Chris. Dios. ¿Hace cuantos años...?

-Pero si vas a venir a hacerle daño, me gustaría no tener eso en mi consciencia.

Otro silencio. Y Dustin silenciosamente se pregunta cómo despertar a Mark sin despertar a Clara, porque quizá sería bueno que oiga esto. Quizá.

-No es. Si le he hecho algún daño, Chris, no ha sido deliberado. Te lo juro.

-Sabes que Mark piensa lo mismo, ¿verdad?

-Se esforzó mucho esta noche -dice Eduardo, como si tuviese algo que ver. Dustin sabe que cara está poniendo Chris sin abrir los ojos. Hunde la cabeza en los cojines para ahogar su risa.

-La verdad es que no me esperaba... todo esto. Estuvo toda la semana preparando esto y sólo Janet sabía. Mark es... uno en un millón.

-Un millón de millones -agrega Eduardo y suena adormilado.

-Deberían hablar -Dustin siente el empujón que Chris le da a Eduardo-. Deberías decirle eso. A él.

El silencio se estira mientras el par probablemente revisa no haberlos despertado.

-Ya no es necesario -contesta Eduardo, después de un par de minutos.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Hemos... no me ha dirigido la palabra en toda la noche. Habrá decidido. Algo. Es mi culpa, de todas maneras... -Eduardo no suena completamente sobrio.

-¿Te lo ha dicho? Wardo.

-No necesita ser más claro.

Chris bufa y no contesta. Por supuesto que no contesta, es Chris. Dustin estaría vaciando los floreros en la cabeza de Eduardo. Cristo.

-Para lo que cuenta, Wardo, creo que deberías hablar con él.

Eduardo claudica con un ruido entre "mm" y un ronquido. Chris se ríe y lo empuja, le dice que vaya a dormir. Dustin abre un ojo y ve a Chris acomodándose junto a Sean. Eduardo... Dustin se encuentra mirando a Eduardo directamente, mirándolos.

-Hey -murmura Eduardo, apretado.

-Mmhey -contesta Dustin, fingiendo seguir adormilado.

-Despídete de Clara por mí. Es... es fantástica -continua Eduardo, pero mirando a Mark-. Felicidades. No recuerdo habértelo dicho, pero. Felicidades.

-Gracias. Gracias, Wardo, hey -trata de sentarse, pero Clara se queja muy bajito en su cuello y Mark se mueve y Wardo va retrocediendo.

-Nos vemos -dice, con una sonrisa plástica.

Dustin asiente y saca una mano desde bajo las chaquetas para agitar los dedos. Wardo ríe entre dientes, muy bajito, y entre al salón, agitando la cabeza.

(Mark lleva veinte horas seguidas pegado al computador, cazando un error indefinible que proviene de alguna parte y si no lo alcanza a tiempo, ya van lento, ¿ok? No tienen idea qué puede pasar o está pasando. Y quizá no pase nada, está bastante seguro que Janet le ha dicho eso por lo menos veinte veces en la última hora, pero Mark no va a arriesgarse.

Eduardo ya debe haber tomado su avión.

Excepto

que Eduardo no le llamaría desde el avión, porque es paranoico acerca de esas cosas y el móvil de Mark está sonando, y dice Wardo en la pantalla. Sin fotografía o tono especial, pero es el móvil que tiene todos los números bloqueados excepto ese.

-Wardo -contesta, interrumpiendo su búsqueda tan abruptamente que aún ve código, con los ojos cerrados.

-He estado pensando. Los últimos... días. Semanas -comienza Eduardo, sin saludar.

Mark no tenía idea que era posible hiperventilar y no respirar al mismo tiempo.

-Qué.

-Nunca nos van a dejar en paz si no hacemos esto, ¿verdad? -y Eduardo suena tremendamente divertido, a través de un montón de cansancio-. No, esa es otra excusa. Se me están acabando, es ridículo. Aunque tu abogada me da miedo, de verdad.

-¿Delpy? -Mark arruga la nariz.

-Marylin. Es brillante. Y no, creo que, pensándolo bien, Dustin nos dejaría en paz si te casaras con ella. Podrías casarte con ella. Es fantástica.

-Te das cuenta de que lo que dices no tiene sentido, ¿verdad? -una pausa- ¿Estás bien, Wardo? ¿Dónde estás?

-En el aeropuerto -contesta, automáticamente. En el aeropuerto, piensa Mark. Pero su avión salió hace horas. Eduardo continúa, más suave: -Y lo sé, es sólo, somos patéticos en esto.

-¿En qué?

-¡En hablar! Mark -Eduardo se ríe-. No quiero volver a Singapur -suena sorprendido al decirlo.

-Entonces quédate -contesta Mark, quizá demasiado rápido.

Ambos se quedan en silencio un largo, incómodo momento, hasta que Eduardo se echa a reír.

-Dame un momento. Sólo un... vale -ruido de bolsos, tela, pasos y algo plástico o metálico. Tecleo-. Vale.

-Hay una situación en Facebook, pero puedo enviar a alguien... -Mark se levanta, a pesar de sus palabras-. O puedo encargar a Dustin que... Dustin podría.

-Vale -contesta Wardo, con una sonrisa enorme a través de la línea-. Aunque quizá quieras echar un vistazo a tu perfil primero. Y esto no significa que no tengamos que... -tos- hablar. De todas maneras.

Mark lo ignora, saliendo de la oficina con la chaqueta en una mano y dando veinte ordenes al mismo tiempo, consciente de que Janet se está riendo de él desde antes de salir, pero la ignora, también, fácilmente.)

Eduardo Saverin tiene una relación complicada con Mark Zuckerberg.

Hace 15 minutos. A Dustin Moskowitz, Chris Hughes, Marylin Delpy y otras 12863 personas les gusta esto.

(fin)

[ i. ii. iii.]

♠ the social network, ♥ eduardo/mark

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