CAPÍTULO18 | Renacimiento
Los labios flotan a sólo un respiro de distancia, listos para fundirse en un largo beso atrasado. Pero Sehun se aparta con rapidez cuando sus ojos se enfocan en algo detrás de Luhan.
-Ese hombre -susurra el chico temblorosamente sujetándole la muñeca con fuerza, y Luhan mira por sobre su hombro para ver al asistente fornido de la Madama arremetiendo contra ellos, a unos pocos puestos de distancia.
Sehun se voltea para correr. Se empuja con el barandal de piedra para hacer palanca y se pregunta cuánto tiempo podrá aguantar hasta que su cuerpo ceda. Sigue débil por todo su tiempo sumido en la oscuridad sin una alimentación apropiada, pero el grito frenético de su nombre que Luhan suelta le hace apartar la debilidad a un costado porque es ahora o nunca.
Consiguen dirigirse unos puestos más allá antes de que un chico empujando un carro, lleno hasta arriba de botellas de leche, les bloquee involuntariamente el camino; y con un grito de sorpresa, siente que la muñeca de Luhan se le escapa de entre sus dedos. Su mente ahora está en un frenesí, temerosa de perder nuevamente a su amante justo después de haberse vuelto a reunir.
El corpulento hombre sujeta el delgado antebrazo de Luhan, rozando con sus dedos encallecidos las sinuosas ramas doradas, pero él no tiene tiempo para mortificarse porque su posesión más preciada esté siendo tocada por alguien más. El grácil hombre pelea contra la fuerte sujeción y tironea en vano. El asistente de la Madama le sujeta a Luhan los brazos tras la espalda con los suyos propios, fuertes y musculosos, y cuando Luhan trata de liberarse, lo levanta por el aire, haciendo que sus piernas pateen inútilmente.
El mercado usualmente bullicioso a su alrededor está ahora silente, y los vendedores y clientes y la gente que simplemente estaba paseando por allí observan en atónito silencio. Ninguno se mueve para ayudar porque está claro, por cómo se viste Luhan, que se gana la vida en el distrito de placer.
-¡Sehun, corre! -grita él mientras continúa peleando, sintiéndose ser arrastrado más y más lejos de su libertad, pero el muchacho sólo se queda de pie en el puente, asustado y congelado. Hunde sus talones en la tierra en un último y fútil intento, pero resbalan inútilmente contra la piedra, y sólo puede observar cómo Sehun se va alejando más y más.
-¿Nos tomas por idiotas? -ríe cruelmente en su oído el hombre fornido-. ¿Crees que no nos dimos cuenta de tus pequeños encuentros en el mercado?
La Madama no había confiado en él ni por un instante. Y con todo derecho, pero el haberse quedado a salvo en su casa bermellón y estado tan segura de que su asistente lo capturaría y le robaría su oportunidad de ser feliz, fue una dura bofetada en la cara. La mujer que lo crió por casi la mitad de su vida, de pronto no es más que una captora. Tras todo él lo que hizo por ella… Todas las ganancias que le dio a su negocio a cambio de libertad y felicidad. Siempre se sintió como que estaba en deuda con ella, pero ahora no siente más que la quemazón de la decepción.
Luhan echa su cabeza hacia atrás con toda la fuerza que consigue reunir. Impacta contra una nariz y unos dientes, y escucha el desagradable crujido de la nariz rompiéndose. Siente el dolor lacerante del impacto atravesándole el cerebro. Luhan cae fuertemente al suelo de rodillas, e intenta temblorosamente ponerse de pie y alejarse. El asistente de la Madama se sujeta la nariz sangrante dando un bramido de furia, y golpea al hombre de magenta y lila con fuerza en el rostro, con el dorso de su mano. La fuerza lleva al ya tambaleante Luhan de vuelta hacia el duro empedrado. La mano libre de aquel bruto está extendida, dirigiéndose hacia su delgado cuello, y piensa que, con lo furioso que está el asistente de la Madama ahora, quizás ni se moleste en llevarlo de regreso hasta la casa, y en vez de eso se deleite quebrándole el cuello aquí y ahora. Gatea hacia atrás, sin encontrar nada de ayuda proveniente de la multitud a ambos lados de él.
Sehun luce totalmente petrificado: las imágenes demasiado recientes de su mentor por encima de él, amenazador, regresan a su ser. Pero cuando Kyungsoo grita su nombre con fuerza desde atrás de él, sale de su aturdimiento y se lanza a la acción. No dejará que sus miedos lo aparten de lo único que alguna vez ha amado.
Sehun se abre paso por entre la multitud dando codazos y fuertes empujones. No le importa ofender a nadie, ya que aquellas personas en la calle no hicieron nada por ayudar a su amante. Pensando sobre la marcha, agarra un puñado de pimientos rojos quebrados de un puesto de especias cercano y lo arroja directo a los ojos del hombre alto cuando sobrepasa la multitud.
El asistente de la Madama grita con furia y agonía mientras se frota los ojos abrasadores, y Sehun pone a Luhan de pie tan rápido como puede.
Corren. Corren sin saber adónde se dirigen. Corren porque sus vidas dependen de ello. La vida de Luhan se sujeta de su muñeca y jadea con fuerza, y la vida de Sehun mira para atrás hacia él con nada más que amor y preocupación.
Luhan puede notar que Sehun sigue débil debido a lo que sea que haya ocurrido durante su ausencia, y a pesar de no saber adónde estuvo, el color pálido de su piel y sus pómulos hundidos lo delatan bastante. Corre más rápido y jala a Sehun a su lado, dejando atrás el dolor de sus rótulas sangrantes. Quiere ser tan fuerte como Sehun lo fue para él, y recuerda cuando el hombre lo salvó de la humillación cuando aquel sujeto lo tocó en público. Sehun lo había sujetado de la muñeca y se lo había llevado lejos de allí, y ahora Luhan hace lo mismo.
Los dos jóvenes logran precipitarse y zigzaguear por entre los puestos, donde el trabajador grande no podría caber si los fuera a seguir. Pero no saben si lo hace porque no miran para atrás, y pronto, el sujeto robusto queda abandonado y olvidado. Luhan disfruta del agarre fuerte de Sehun en su muñeca; un agarre tan fuerte que lo convence de que Sehun hablaba en serio, y que nunca lo dejará ir de nuevo.
Ambos no dejan de correr hasta que pasan por mucho los suburbios de la ciudad. Se esconden en una casucha abandonada junto a un campo de arroz, y Luhan extrae, de la bolsita atada alrededor de su cuello, las direcciones que Kyungsoo le dio. Pero aquellas direcciones los guían desde el puesto de flores en el mercado, y ahora han perdido la orientación.
-Luhan -gime el otro mientras se deja caer. El esfuerzo se cobra su parte: se siente agotado y se arrodilla por un momento para recuperar el aliento.
Luhan se apresura a su lado.
-Sehun, estamos cerca. Ya casi llegamos -dice mientras le acaricia el cabello, tranquilizándolo-. No te preocupes.
Se acuclilla frente a él; su dobladillo ya sucio ahora se mancha más con el camino embarrado. Anima al más joven a que se sujete de él, y una vez que siente un débil agarre en sus hombros, sube a Sehun encima de él. Luhan lo lleva sobre su espalda y sonríe cuando siente al chico descansar la cabeza en su hombro.
-Déjame ser fuerte por ti -dice en tono relajante.
Piden direcciones a unos granjeros que trabajan en los campos, y no es hasta bien pasada la puesta de sol cuando una casita, rodeada de campos de vegetales y un establo, aparece ante su vista. De pronto, el chico sobre su espalda ya no se siente tan pesado, y el dolor en sus piernas no es tan intenso. Lo han logrado.
El hombre esbelto se agacha nuevamente para permitirle a Sehun ponerse de pie a su lado, y golpea la puerta. Chanyeol abre cautelosamente, pero cuando ve la alegre cara de Luhan, lo estruja con un abrazo y llama velozmente a Baekhyun por sobre su hombro. El hombre pequeño aparece unos momentos después, y la reunión de él y Luhan es realmente conmovedora.
-Te dije que saldríamos de allí.
Los dos se acurrucan bajo gruesas sábanas y mantas, y Luhan los envuelve, evocando su cálido capullo.
-Jamás te conté -dice Luhan suavemente- de mi vida antes de la Casa Bermellón.
Sehun se mueve bajo las mantas para enfrentarlo. Siempre tuvo curiosidad, e incluso cuando él compartió su pasado con tanta facilidad antes incluso de que comenzara a gustarle a Luhan, éste siempre se comportó con frialdad cuando se tocaba el tema de su propio pasado. A pesar de su curiosidad, Sehun jamás insistió. Lo último que quería era que Luhan se sintiera incómodo durante su corto tiempo juntos cada semana. Se siente tocado de que finalmente decida compartirlo con él.
-Mis padres murieron cuando era chico, demasiado chico para recordar sus rostros claramente. Por una enfermedad. Subsecuentemente, me fueron trasladando durante años. Tenía mi hogar con mis parientes o amigos de la familia hasta que eventualmente se cansaban de mí, o… -Se detiene y agacha la cabeza para no encontrarse con la mirada de Sehun. -O hasta que hacían algo que yo no pudiera perdonar.
»Al principio, me enviaron con la familia de la hermana de mi padre. Pero ya tenían muchos hijos propios, y las comidas ya eran escasas para empezar. Yo ni existía en aquella familia, no en realidad. Nadie me prestaba atención e ignoraban todo sonido de mi voz. Era como si fuera un fantasma. Y al ser pequeño, me pregunté si yo realmente era un espíritu, uno llevado por la misma enfermedad que mis padres pero incapaz de avanzar todavía.
»Con el tiempo, decidieron que no tenían los medios para cuidar de mí y me enviaron con el resto del árbol familiar. Pero sin importar adónde terminara o cuán hospitalarios fueran mis tutores, nunca me sentí querido. Años después, tal vez cuando tenía nueve o algo así, me encomendaron a un amigo de la familia: un hombre en sus veintes que aún no tenía esposa. Esperaba que yo lo ayudara con las tareas de la casa y que ocasionalmente le cuidara los animales. No me importó ni un poco y, luego de mi casa anterior, estaba más que feliz de pasarme los días recolectando huevos en el gallinero y ordeñando las cabras. Pero con el tiempo, noté la forma en la que me miraba. Durante un tiempo largo fueron simplemente miradas furtivas mientras me bañaba, pero luego eso ya no fue suficiente, y algunas noches luego de cenar… él… Nunca fue más allá de tocarme, pero se sentía mal y me revolvía el estómago.
Sehun ajusta más la manta alrededor de los dos, y pone su cuerpo contra el de Luhan, susurrándole con suavidad al mayor que debería continuar sólo si quiere. Desenterrar tantos malos recuerdos a la vez tiene que ser agobiante.
Eso explica tantas cosas: por qué Luhan siempre se había mostrado tan receloso a confiar en la gente a su alrededor. Por qué se había mostrado tan resistente a aceptar el afecto de Sehun. Un afecto genuino como aquel es algo que jamás conoció; sólo lo engañaron y se aprovecharon de él toda su vida.
-Recuerdo que fue una noche luego de que una tormenta terrible pasara por la aldea. La lluvia y los fuertes vientos dañaron muchas construcciones, y las ventanas de nuestra casa estallaron. No teníamos mucho para empezar, y con el daño hecho a las cosechas, arreglarlas quedaba fuera de cuestión. Me despertaron unas voces gruñonas, calladas. Dos hombres se habían metido por una de las ventanas rotas y estaban saqueando las pocas posesiones preciosas que teníamos en la casa. Yo era pequeño y estaba asustado, así que me escondí bajo un armario.
Sehun le acaricia a Luhan el cabello sedoso de una forma que espera que lo tranquilice, pero siente ansiedad por lo que vendrá a continuación en su historia. El mayor habla con tanta elocuencia sobre el recuerdo que a Sehun le pinta con facilidad un cuadro en la mente, con trazos vívidos en la oscuridad.
-Mi cuidador finalmente se despertó, y cuando fue a investigar, ellos entraron en pánico y lo mataron. Podrás pensar que soy inhumano, pero no sentí nada cuando eso ocurrió, excepto por el miedo de que fueran a encontrarme también. -Luhan fuerza una sonrisa y busca la mirada de su amante para ver si Sehun piensa distinto de él debido a esa revelación. No quiere que los secretos contaminen su nueva vida. Necesita hacer borrón y cuenta nueva.
»No sé por cuánto tiempo esperé hasta que finalmente emergí, y me escapé por la misma ventana por la que huyeron los saqueadores.
Luhan expulsa aire por entre sus labios, como si liberara las emociones que mantuvo embotelladas durante demasiado tiempo. Le lanza una mirada penetrante a Sehun.
-¿Continúo?
Sehun sólo puede asentir en respuesta.
-No sé por qué corrí. Ni siquiera pensé, sólo me alejé de aquella casa y del cadáver de mi tutor. Cuando salió el sol, conseguí encontrar un carro que se dirigía al pueblo y me escondí en la parte trasera hasta escuchar el bullicio de la ciudad. Debí haberme visto bastante perdido, porque tras unas pocas horas de merodear por allí, una mujer me detuvo y me preguntó dónde estaban mis padres. Le dije que estaban muertos, y lo siguiente que supe era que estaba limpiando las habitaciones de la Casa Bermellón a cambio de comida y una cama tibia. No fue hasta unos pocos años más tarde que se dio cuenta de cómo yo estaba madurando. Siempre me cepillaba el cabello por las noches frente a su tocador, y me decía cuán hermoso era. La hermosura que finalmente se volvió una ganancia en la noche de mi treceavo cumpleaños.
Sehun atrae al mayor más cerca de su pecho, y Luhan encuentra que el latido regular del corazón de su amante lo calma y lo hace sentir en paz.
-Todos tenemos historias tristes -continúa, mientras roza pequeños patrones sobre el pecho expuesto de Sehun, que lo hacen tiritar-. A pesar de nuestras caras adorables, ninguno de nosotros encajábamos en aquella casa. Éramos desencajados con pasados tristes y hogares rotos y nadie a quién acudir. Me pasé toda mi vida huyendo de mis problemas y de mis sentimientos. Tú fuiste la primera persona que me forzó a enfrentarlos. La Madama fue lo más cercano a una figura materna que jamás tuve, pero una vez que comencé a trabajar en la casa, de pronto yo era una oportunidad de ganancias más que un hijo. Creo que fue entonces cuando le puse la última fortificación a mi pared. -Se voltea hacia Sehun y lo mira a los ojos con amor. -La pared que creí tan resistente, y aún así conseguiste derrumbarla.
-No fue fácil. -El muchacho ríe y acaricia las mejillas de Luhan con sus pulgares. Le susurra las gracias porque sabe que le costó mucho esfuerzo el abrirse a él. -Y por muy frío que creas que eres, fuiste la primera persona que realmente se preocupó por mi existencia. Siempre fui la decepción de la familia, algo que creo que se refleja en la falta de preocupación de mis padres ante mi ausencia. Pero tú me enseñaste lo que se siente ser valorado y amado. Te lo debo todo.
Luhan lo hociquea juguetonamente en la mandíbula, rozándole seductoramente los labios contra su piel. Y cuando está a punto de unir sus labios, un suave golpeteo de nudillos contra la puerta le llega a los oídos. Cuando Luhan abre, Baekhyun le presenta con entusiasmo un pequeño frasco de algo que causa que se sonroje levemente.
-Ha pasado un largo tiempo -dice Baekhyun con una sonrisita-. No tiene sentido ocultarlo.
A pesar de sus años de escucharse involuntariamente el uno al otro entreteniendo hombres, el pensamiento de ello fuera de la Casa Bermellón le enciende las mejillas y no está totalmente seguro del porqué.
-Chanyeol está dormido -lo tranquiliza Baekhyun cuando Luhan juguetea en el portal-. De otra forma, se echará a perder.
El mayor ladea la cabeza con confusión.
-¿Chanyeol y tú aún no han…?
La forma en que el pequeño muchacho le sonríe con dulzura, le indica que encuentra la situación bastante tierna. Le cuenta velozmente sus muchos avances, los cuales llevaron finalmente a la confesión de Chanyeol de su inocencia e inexperiencia.
-Dice que quiere esperar un poco. Creo que sólo está nervioso. -Baekhyun a menudo piensa en cómo sería su vida hoy si hubiera mantenido la inocencia. Si su inocencia no le hubiera sido arrebatada por la fuerza y posteriormente hecho que lo desheredaran, y si no se hubiera visto forzado a buscar refugio en el distrito de placer. -Es un cambio agradable, ¿sabes? No me importa esperar por ahora, porque él es… Estoy seguro de que es mi alma gemela, Lu.
Luhan lo atrapa en un abrazo cariñoso y recuerda todas las tardes en el baño que pasaron juntos, y cómo Baekhyun murmuraba a menudo sobre encontrar su alma gemela, que vagaba por la tierra en busca de su otra mitad: él. Luhan sonreía ante cuán animado se ponía Baekhyun en aquellas discusiones sobre el amor, siempre un romántico de corazón.
Baekhyun lo saca de su ensimismamiento presionándole levemente el tarro contra el pecho, y Luhan sólo puede aceptarlo tímidamente. Antes de que su amigo se retire, Luhan comenta con humor cómo las «ropas normales» le quedan bien, gesticulando hacia los pantalones abotonados que trae puestos. El pequeño simplemente le sonríe y responde cuánto más le favorecen comparadas con las sedas.
Luhan enciende una vela en el suelo junto a él y Sehun, y se maravilla con la manera en que la tenue luz de la llama le lame el rostro a su amante. Aquel joven que le ha mostrado la verdadera bondad. Preocupación. Dedicación. Afecto. Pasión. Tantas cosas que Luhan creyó que jamás experimentaría realmente a lo largo de su vida.
-Sehun.
El más joven le desliza la colorida seda por los hombros y tira del nudo hasta que queda libre de todas las ataduras materiales, y la seda se junta alrededor de sus piernas dobladas. Sehun entrelaza sus dedos con los de Luhan para guiar al mayor a que se ponga de espaldas, mientras unos ojos caídos le recorren la piel sonrojada. Luhan puede sentir cómo se excita ante aquel simple acto, y luego de quitarse Sehun su propia ropa, se detiene. Aún trata de aceptar el hecho de que Luhan está allí, realmente allí frente a él, y que no tienen que preocuparse más. Son libres.
Sehun enciende fuego con sus dedos mientras le roza el pecho a Luhan, y éste siente que ninguna porción de su piel queda sin tocar. El pequeño tarro es desenroscado, y pronto Luhan suspira con felicidad. Aquel vacío que lo molestó durante tanto tiempo se desvanece con cada movimiento de los dedos de Sehun. Unas uñas desafiladas se clavan a su mano desesperadamente, y le ruega ser reemplazada ahora. Ahora o se volverá loco, gime. Acaricia el miembro de Sehun con sus ágiles dedos hasta que el otro está igual de abrumado por la lujuria.
Luhan jadea y se siente total y enteramente completo. Completo de un modo que nadie más que Sehun podría hacerlo sentir. Y cuando los suaves labios de Sehun viajan hasta su cuello, sus dedos le enredan el cabello oscuro y gentilmente lo elevan.
-Bésame -pide Luhan sin aliento-. Sólo bésame.
Sus labios se unen sin esfuerzo, como si todos aquellos meses de ausencia no hubieran existido jamás. Están hechos el uno para el otro, ambos están convencidos de eso, y ninguno piensa en avanzar todavía porque la sola sensación de estar conectados otra vez de un modo tan íntimo necesita saborearse. Luhan tan sólo quiere disfrutar de este momento arrebatadoramente increíble de la sombra de Sehun sobre su pálida piel y sus brazos rodeándole la cabeza, y Sehun quiere grabar en su memoria la forma en que el claro cabello de Luhan se dispersa como un halo y luce ahora totalmente etéreo debajo de él.
-Te amo, Sehun. -Sale como un gemido roto que sólo hace que Sehun conecte sus labios una vez más.
Es lento y apasionado, saboreando cada momento y cada sensación, y compensando por todo el tiempo perdido. Sus labios raramente se separan, y cuando lo hacen es sólo para dar una veloz bocanada y recuperar el aliento, o para expresar su euforia y declaraciones de amor. Sehun se traga avara y vorazmente todos los ruidos eróticos de Luhan, y se toma sólo un momento para disfrutar la idea de que ahora será él la única alma honrada con aquellos sonidos de ahora en más.
Hacen el amor no como un prostituto y su cliente, sino como dos personas que simplemente tenían que estar juntas. Que estaban destinadas a estarlo.
Puntas de dedos rozan las ramas doradas y la piel que se expone entre ellas. Luhan le acaricia el rostro a Sehun con dedos temblorosos en respuesta, antes de que se abran camino hasta el oro. El chico le da una mirada curiosa mientras observa a Luhan quitarse de sus antebrazos los brazaletes. El mayor pasa sus dedos por el cabello de Sehun con cuidado, y cruza sus ojos en una significativa mirada.
Una vez libre del único objeto que aún le recuerda a la brillante Casa Bermellón, Luhan se coloca encima de Sehun y se mueve con un vigor renovado. Las caderas de Sehun se sacuden más y más rápido debajo de él conforme le va llenando a Luhan su pálido cuello de marcas que jamás le habían permitido producir antes. Marcas que claman a Luhan, y Luhan está más que feliz de mantenerlas intactas. Las recrea en el blanco cuello de Sehun y en su pecho, como flores de un rojo profundo. Acaban tras instantes de tenerse mutuamente, fusionando sus labios con pasión y saboreando las oleadas de placer que les bañan las extremidades enredadas. Sehun no sale de él durante un largo rato, y Luhan no se queja. La sensación intoxicante de Sehun llenándolo es algo que siempre ha disfrutado.
Respiros cálidos se entremezclan y sus latidos aún están acelerados; piel resbaladiza se frota contra una sonrojada y Luhan simplemente observa al joven hombre debajo, y piensa en cuánto significa para él.
-Luhan -susurra Sehun con urgencia, y le pasa una mano por la adorable curva de la parte baja de su espalda-. ¿Te lastimé?
En respuesta, Luhan simplemente entrelaza sus dedos con los de su amante y rueda para meterse bajo las sábanas con él.
-Eres el único -dice, con una voz cargada de cansancio. Sus párpados caen con pesadez, pero su expresión aún está llena de tanto amor. Sehun no puede contener las pocas gotas de alegría pura que se le escapan de las esquinas de sus ojos cuando Luhan le pone un dedo en sus labios, y el más joven sabe al instante lo que quiere decir.
Significa mucho más que simplemente reclamar algo que no fue tocado por nadie más. Ha compartido el cuerpo de Luhan con incontables hombres, pero Luhan lo eligió a él para compartirle sus besos afectuosos y su interminable amor. Significa que el muchacho roto vagando por el distrito de placer destrozó la pared emocional que aquel adorable, frágil hombre vestido de seda lila había erigido, y que de ahora en más cada uno será la defensa del otro.
-Eres todo lo que necesito -murmura Sehun, y cubre el rostro de Luhan con besos suaves hasta que unos respiros profundos y regulares le alcanzan los oídos, y sabe que el otro finalmente se ha sumido en un sueño pacífico. Sehun no tiene que irse ahora de su lado. Se despertará a la mañana siguiente con Luhan en sus brazos, y el resto de los días también. El joven sonríe y se aferra con fuerza a Luhan, y finalmente se permite relajar la mente y vagar, y unirse a Luhan en sus sueños sobre hermosos brotes que florecen todo el año.
Y así, la vida vuelve a comenzar.
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