Fic: El apartamento de la calle Marshall ¡Regalo para Harukana! Cap 4

May 27, 2012 16:31

Título: El apartamento de la calle Marshall
Autora: Anónimo
Reto: # - 11 Película "Como si fuera cierto"
Reto proporcionado por: ha_ru_ka_na
Número de palabras: ~62,000 en 11 capítulos
Rating: NC-17
Beta: loredi

Parte 1 Parte 2 Parte 3

Capítulo 4

Lamentablemente, para la hora en que sus amigos decidieron irse, Ron ya se había encargado de dejarlo sin cervezas en el refrigerador. Harry mismo se había bebido varias, pero no las suficientes como para alcanzar ese grado de idiotez que le permitía irse a dormir sin que su mente estuviese girando sin parar alrededor de los mismos pensamientos. Así que, a pesar de que no tenía nada de ganas de salir y de que ya estaba un tanto mareado como para intentarlo, se armó de valor, se puso su chaqueta, tomó sus llaves y la cartera (con dinero muggle y mágico, nunca se sabía) y se lanzó a la calle a buscar qué beber.

La hora límite para vender alcohol ya había pasado desde hacía rato, y Harry se dio cuenta de eso cuando vio cerrada la licorería donde solía comprar. Maldiciendo su suerte, se aventuró un poco más lejos en búsqueda de un bar. No que fuera una misión difícil; después de todo, vivía en pleno Soho y en esa zona había más pubs, bares y restaurants que casas y árboles. Harry estaba atravesando una calle solitaria cuando divisó en la esquina un letrero de luz de neón parpadeante que anunciaba un pequeño pub abierto. Se apresuró hacia ahí, rezándole a todo lo que era sagrado que no hubiese en el sitio ningún mago ni muggle que pudiera reconocerlo por haber “actuado” en aquel infame video.

-Potter -susurró Malfoy de pronto, apareciéndose a un costado de Harry y haciendo que casi se cagara del susto.

-¡Carajo, Malfoy! -gritó Harry mientras brincaba hacia un lado y se llevaba una mano al pecho. Se apoyó de espalda contra una farola mientras observaba a Malfoy e intentaba recuperar el aliento; había creído que no volvería a verlo, y mucho menos en plena calle-. ¿Qué demonios haces aquí? -le preguntó-. ¿Cómo pudiste salir del apartamento?

Malfoy se encogió de hombros.

-No lo sé. -De pronto hizo una mueca que a Harry le recordó a la de un niño pequeño que está desesperado y muy, muy asustado-. ¡No sé absolutamente nada, no entiendo mi situación, y cada día que pasa me siento más desorientado! Lo único que sé es que sólo puedo aparecerme ante ti. Ya sea en el apartamento o fuera de él. -Miró a su alrededor y sonrió un poco-. Extrañaba el exterior -susurró.

Harry arqueó las cejas, bastante sorprendido del repentino arranque de sinceridad que parecía estar sufriendo Malfoy. Decidió aprovecharse de eso.

-¿A dónde vas cuando no estás conmigo? -le preguntó, genuinamente interesado. Ahora que sabía que Malfoy no era ni una alucinación ni un fantasma, las cosas tomaban un cariz totalmente distinto. De verdad quería saber más acerca de la peculiar situación de Malfoy. Por una parte, porque sí le importaba; y por otra, porque sabía que entre más datos tuviera, más fácil podría ayudarlo.

Malfoy pareció titubear ante su cuestionamiento. Por un instante su rostro perdió toda la arrogancia que Harry le conocía tan bien y, con un sobresalto, éste tuvo el presentimiento de que Malfoy deseaba decirle algo importante. Sin embargo, eso no sucedió. El gesto de Malfoy se endureció de nuevo y miró a Harry con desprecio.

-¿Y a ti qué te importa? Lo único que he venido a decirte es que no tienes ningún derecho a andar de paseo.

Harry se quedó boquiabierto durante unos segundos antes de empezar a reír con todas las ganas del mundo. La estupidez dicha por Malfoy se sumó a las cervezas que ya traía encima, ayudándole a encontrar aquella situación completamente ridícula y divertida. Se permitió descargar todo su estrés y frustración en forma de carcajadas que parecían no tener fin. Malfoy, obviamente, se enojó todavía más por el regocijo de Harry, quien tuvo que rodear la farola con un brazo para sostenerse y no caer mientras continuaba riéndose.

-¡Cállate, Potter! -exclamó Malfoy, mirando alrededor con preocupación aunque la calle estaba prácticamente desierta-. La gente creerá que te has vuelto loco.

-¡Perdón, su majestad! -jadeó Harry cuando por fin pudo dejar de reír-. Cómo si me importara lo que la gente piensa de mí después de todo lo que… Ah, en fin. -Jadeó unas pocas veces más mientras luchaba por respirar con normalidad-. Volviendo a nuestro tema, ¿resulta que ahora tengo que pedirte permiso para salir? -se mofó.

Malfoy estaba completamente colorado de la rabia y observaba a Harry con ojos asesinos.

-¡No es eso, tarado! Me importa bien poco lo que hagas o dejes de hacer, es sólo que he ido al apartamento y he visto cómo tú y tus amigos lo han dejado. ¡Una verdadera porqueriza, casi me vomito! ¡REGRÉSATE A LIMPIARLO!

Las absurdas demandas de Malfoy volvieron a provocarle un incontrolable ataque de risa a Harry. Terminó doblado hacia delante, presa de calambres estomacales y, aun así, no podía parar de reír. Si no hubiera sido por aquella oportuna farola, seguramente habría caído hasta el suelo. Malfoy parecía querer tirarse de los pelos al ver a Harry burlándose de él de aquella manera tan descarada.

-¡Potter! -le gritaba-. ¡Esto no es gracioso! ¡Vámonos al apartamento enseguida, tienes MUCHO qué hacer!

Y entre más berreaba Malfoy, más risa le daba a Harry. Así estuvieron un buen rato hasta que el primero pareció comprender eso y mejor optó por quedarse callado, simplemente mirando a Harry con cara de ogro mientras éste se esforzaba por serenarse. La gente que pasaba por ahí apenas sí le prestaba atención. Después de todo, un borracho riéndose abrazado a una farola no era nada que no se viera todos los días por el Soho londinense.

-Pero… ¡apenas es martes! -susurró con indignación un anciano que paseaba a sus perros por la misma acera en la que estaban ellos-. ¡Qué desvergüenza!

-¡Estoy de acuerdo con usted, señor muggle! -le gritó Malfoy, aunque fue obvio que el hombre no pudo escucharlo-. ¡Ya no existe la decencia entre los magos!

Y Harry se desternilló con más ganas, especialmente porque se le acababa de ocurrir que después de haber sido “estrella porno por accidente”, no habría ninguna otra cosa (en serio, ninguna en absoluto) que pudiese avergonzarlo más que eso. Era como si gracias a Terry, hubiese adquirido un tipo de inmunidad a sentir bochorno por realizar actos indecentes. Porque, ¿qué podría ser peor que todo el mundo mágico (y la mitad del muggle) viéndolo en pelotas mientras el imbécil de su novio le estaba dando por el culo?

Casi como por arte de magia, ese último pensamiento consiguió lo que la rabia de Malfoy no: que Harry dejara de reír. La depresión y el resentimiento volvieron con tanta fuerza como antes, oscureciendo su ánimo y plantándolo de nuevo firmemente en la realidad.

Malfoy, ignorante a los lúgubres pensamientos de Harry, estaba que echaba humo por las orejas.

-Te juro, Potter… El día que tenga mi cuerpo de nuevo…

Harry luchó por pararse lo más derecho que pudo y dejó la seguridad que le brindaba la farola.

-Sí, sí, me matarás, bla, bla. -Se quedó un momento mirando hacia la nada, intentando recordar para qué era que había salido a la calle. Ah, sí, iba al pub a embriagarse para poder dormir en paz-. Ahora, si me disculpas, Malfoy, tengo una cita en ese bar de la esquina -le informó Harry mientras señalaba el letrero de luz neón.

Malfoy abrió mucho los ojos y su gesto de enojo se tornó en uno que parecía preocupación, el cual Harry prefirió ignorar.

-¿Una cita? -gruñó Malfoy-. ¿Con quién?

-Con Stella Artois -respondió Harry con una mueca burlona y arrastrando las palabras-. La guapa Stella, la que a veces trae también a sus amigas. Ya sabes: Guinness, Fosters, Budweiser, Corona y todas ellas. Yo le digo que no hay problema, que entre más, mejor.

Harry supuso que Malfoy conocía suficiente del mundo muggle (después de todo, había vivido en el Soho) para saber que todos esos nombres eran solamente marcas de cerveza. Malfoy entrecerró los ojos con enfado, meneó la cabeza y Harry se rió tontamente de su propio chiste.

-Eres un verdadero idiota, Potter -masculló Malfoy.

-Síp -asintió Harry-. Lo soy. Idiota, mugroso, borracho… estrella porno fracasada -resopló con burla-. Todas esas linduras que tú ya te has encargado de enumerar. -Malfoy arrugó el gesto en una mueca que parecía de culpabilidad, pero Harry lo ignoró. Estaba realmente harto de él y sólo deseaba perderse en la inconciencia que la embriaguez le causaba-. Sé que lo único que te importa es que regrese a tu puto apartamento a limpiar, Malfoy, pero definitivamente hoy no puedo -continuó en tono lastimero-. Tal vez… mañana. Ya ves, hasta la cabrona de Scarlett lo decía: mañana será otro día. Pero por hoy: buenas noches, Draco.

Y mientras Malfoy murmuraba un “¿Y quién demonios es Scarlett?” seguido de un grito de “¡Te he dicho que no me llames Draco!”, Harry se alejó de ahí, intentando mirar en donde ponía cada pie para no tropezar. Curiosamente, se sentía un poco más ebrio que cuando había salido de su apartamento, y no supo si atribuirlo al golpe de aire fresco o a la tremenda terapia de risa que Malfoy le había obsequiado sin querer.

Estaba por llegar a la puerta del pub, las risas y charlas suscitadas dentro llenaban ya sus oídos, cuando Malfoy se le apareció justo enfrente, obligándolo a detenerse.

-¡Jesús, Malfoy! -exclamó, comenzando a enojarse-. ¿Qué demonios quieres? ¡Ya te dije que voy a limpiar mañana!

Malfoy rodó los ojos.

-¡No es eso lo que quiero! -le dijo rápidamente-. Bueno, al menos, no ahora. Es sólo que pienso que ya has bebido suficiente por hoy. Además -miró por encima de su hombro, echando un vistazo al interior del pub a través de los cristales de la puerta-, no es seguro embriagarse fuera de casa sin algún amigo que te cuide las espaldas. Creo -agregó, arrugando el entrecejo-… creo que justamente eso fue lo que me pasó a mí. -Se giró de nuevo hacia Harry, ahora con los ojos bien abiertos de la sorpresa-. ¡Potter! -exclamó-. ¡Ya estoy empezando a recordar qué fue lo que sucedió esa noche! Después de haberle enviado el regalo a Astoria, me duché y me vestí con esta ropa y luego, estoy casi seguro de que fui a algún sitio a beber. Y…

-¿Y? -lo presionó Harry, quien de pronto estaba otra vez muy interesado en el drama de Malfoy.

-Y… no recuerdo nada más. -Malfoy se quedó en silencio y él y Harry compartieron una mirada de decepción. Harry no tenía idea de cómo ayudar a Malfoy a recordar, ni mucho menos qué hacer para encontrar su cuerpo; y esa frustración lo hacía anhelar todavía más dejarse perder en las piadosas brumas de una buena borrachera. Entonces, Malfoy le dedicó una larga y significativa mirada a Harry, titubeó un poco y finalmente le preguntó-: ¿Por qué no te largas al apartamento a dormir, Potter? ¿No crees que últimamente estás bebiendo más de lo que puede considerarse sano?

Harry puso los ojos en blanco, volviéndose a enojar.

-¿Y quién te crees que eres, Malfoy? ¿Mi madre? ¿Hermione? -Harry soltó un resoplido de burla. Lo genial de estar medio ebrio era que todo lo que decía le resultaba tremendamente gracioso, así no lo fuera para los demás-. Quítate de en medio.

Y con eso, rodeó a Malfoy (no tenía ganas de experimentar de nuevo ese raro calor que sentía cuando lo atravesaba) y entró al pub, parpadeando furiosamente cuando las potentes luces del interior lo deslumbraron. Echó un rápido vistazo para asegurarse de que no hubiera ningún mago o bruja en el lugar. Aparentemente, no. Sonriendo satisfecho, se dirigió con paso no tan firme hacia la barra.

-Una pinta, por favor -pidió con una gran sonrisa al guapo barman. En menos de cinco segundos, su cerveza ya estaba frente a él y Harry lo celebró con un largo trago que casi lo ahoga cuando Malfoy le habló al oído.

-¿Por qué un lugar muggle, Potter? -le preguntó-. Y sobre todo, ¿por qué un bar heterosexual y no uno…? Ya sabes, ¿de ambiente?

Harry dejó la pinta sobre la barra tan pesadamente que casi se le derrama la mitad y se giró a ver a Malfoy. Éste estaba “sentado” en un banco desocupado que quedaba junto a Harry y miraba el lugar con verdadera fascinación.

-¿Y tú qué sabes de bares “de ambiente”, Malfoy? -cuchicheó Harry lo más bajo que pudo, intentando disimular para no llamar la atención-. ¿Acaso no eres un respetable mago casado y tan heterosexual que Kinsey tuvo que agregar el -1 en su Escala sólo para ti?

Para sorpresa de Harry, Malfoy se rió. De verdad. No fue un resoplido de burla o una risa sarcástica, oh, no. Fue una risa franca, como si hubiese encontrado divertido lo dicho por Harry. Éste, dejándole de importar si la gente lo encontraba raro o no, se giró a ver a Malfoy. ¿De verdad tan bueno había sido su chiste?

-Te sorprenderías, Potter -fue todo lo que dijo Malfoy antes de obsequiarle una enorme sonrisa enigmática.

Harry lo miró con suspicacia y decidió dejarlo por la paz. Se aplicó de nuevo en cuerpo y alma a beber grandes tragos de su cerveza antes de volver a hablar.

-Ya que tanto te interesa -dijo Harry, respondiendo la anterior pregunta de Malfoy-, los bares y sitios mágicos en general los evito porque parece que todo el maldito mundo ha visto ese video, ya-sabes-cuál. Y no te imaginas lo fastidiosa que ese tipo de fama puede llegar ser.

Malfoy arqueó una ceja.

-Mi condición de ex mortífago me permite imaginarlo un poco -respondió con sarcasmo-. ¿Y qué problema tienes con los sitios muggles para gays?

Harry se permitió sonreír con ironía.

-Que aproximadamente el 99% de la población gay que suele frecuentar sitios para ligar, acostumbra mirar porno en la internet. Así que -se encogió de hombros-, aunque no sepan ni quién diablos es Harry Potter, es casi seguro de que al menos habrán visto mi culo en la pantalla de su computador.

En vez de decir algo trillado y patético como “Lo siento” o lo que fuera, Malfoy volvió a reírse con ganas. Harry se sorprendió cuando se dio cuenta de que en verdad no le molestaba que se estuviese burlando de él, y también, de pronto, se percató de lo fácil que le estaba resultando hablar de ese tema con Malfoy. Tal vez era porque tenía la seguridad de que el cretino no había visto el video (al menos, no todavía) y eso lo hacía sentirse tranquilo. Respetado en su intimidad.

-¿Así de popular eres, Potter? -preguntó Malfoy con una enorme sonrisa cuando dejó de reír.

-Te sorprenderías, Malfoy -respondió Harry en tono burlón, imitando la frase anteriormente dicha por el rubio.

-Pues sí que la tienes dura -dijo Malfoy de repente, mirándolo de arriba abajo con un gesto que…

No. No podía ser lasciva, ¿o sí?

-¿Qué cosa? -jadeó Harry sin poder despegar la vista del rostro de Malfoy. Jamás habría creído que viviría para ver a su antiguo rival mirarlo con los ojos brillantes de picardía.

-La situación, Potter. Digo que tienes dura la situación -completó Malfoy sonriendo todavía más.

Harry no pudo evitarlo: le devolvió la sonrisa.

-Sí, no tienes idea -susurró. Ambos se quedaron viéndose el uno al otro tanto rato que Harry comenzó a sudar de los nervios. Desvió la mirada hacia delante y se empinó de un trago el resto de su cerveza-. Otra, por favor -le pidió al barman.

-Potter -gruñó Malfoy-, en serio, creo que ya no deberías…

-¿Me permites invitarte el siguiente trago?

Harry y Malfoy se giraron al mismo tiempo para ver al que había hablado. Era un hombre de cabello rubio cenizo y con los ojos color miel más bonitos que Harry había visto en mucho tiempo. No era muy alto (de hecho, era todavía más bajito que Harry), pero sí era bastante atractivo; y aunque vestía ropa demasiado formal para su edad, no por eso se veía mal. Sin esperar contestación de parte de Harry, se sentó justo en el banco donde estaba Malfoy. Éste, resoplando de indignidad, desapareció.

Harry parpadeó durante un momento, intentando asimilar qué era lo que acababa de pasar. Malfoy por fin se había largado y en su lugar estaba este hombre guapísimo que le sonreía ampliamente y le invitaba un trago. ¿Eso quería decir que…?

-Por supuesto -dijo Harry a toda prisa, correspondiendo la sonrisa del otro.

Gay, tenía que ser. ¿De qué otro modo estaría abordándolo así? Encontrarse un ligue en un bar heterosexual era difícil, lo sabía, pero no imposible. Siempre estaban los que preferían ir a ese tipo de lugares para no tener que aguantar el ruido y el descontrol de los sitios “de ambiente”, como los había llamado Malfoy.

-Mi nombre es Kerry Norton -se presentó el recién llegado justo al mismo tiempo que el barman le ponía a Harry su otra pinta enfrente-. Otra para mí, por favor -pidió su nuevo amigo al mismo tiempo que sacaba su cartera para pagar por las dos.

-Yo soy Harry Potter -le dijo Harry y le dio la mano. Buscó en el rostro de Kerry algo que delatara si acaso su nombre o su cara le parecían conocidos, y al ver que no, Harry se convenció. Era obvio que Kerry no había visto jamás su horrible video. Tal vez era de los pocos gays que de verdad no buscaban porno en la internet. El hombre le estrechó la mano con fuerza y le regaló una sonrisa encantadora, y Harry pudo sentir el latigazo del deseo empezar a correr por sus venas.

Tal vez, después de todo, salir del apartamento sí había sido una buena idea.

-Eres nuevo en el barrio, ¿no, Harry? Nunca te había visto por aquí.

Harry estaba por contestarle lo más simpático que pudiera venírsele a la mente, cuando escuchó la voz de Malfoy a su espalda, al otro lado de donde había estado antes.

-¡Oh, mira, cuánta creatividad para ligar! -se burló Malfoy-. “Eres nuevo en el barrio, no te había visto antes” -lo imitó con voz aguda-. Pero qué imbécil. ¿Y ahora qué va a decirte? “¿Estudias o trabajas?” -dijo con la misma vocecilla-. “¿A qué hora sales a comprar pan?”

Harry intentó con todas sus fuerzas ignorar a Malfoy pero era realmente difícil. Kerry lo miraba con ojos de borrego en espera de una contestación.

-¡Exacto! -respondió Harry en voz más alta de lo que era estrictamente necesario-. No era de por aquí. Pero ahora ya lo soy -se rió torpemente-. Acabo de mudarme a un apartamento en la calle Marshall.

Malfoy pareció realmente indignado ante eso.

-¡Cállate, Potter, no seas indiscreto! ¿Cómo te pones a darle tu dirección al primer baboso que se te cruza enfrente?

Harry intentó patear a Malfoy, pero su pie atravesó limpiamente la pierna del otro. Malfoy soltó un resoplido de burla y entonces, Kerry habló:

-Qué bien, Harry. Siempre es un placer conocer vecinos nuevos. Y… ¿a qué te dedicas? ¿Estudias o trabajas?

Atrás de Harry, Malfoy se rió a carcajadas de eso.

-¡Has conocido al dios de la originalidad en persona, Potter!

-¿Y a ti qué te importa? -exclamó Harry para Malfoy, pero Kerry también lo escuchó y lo miró con horror-. No -intentó corregirse Harry a toda prisa-, no me refería a ti, Kerry, sino a… ¡espera un segundo! -Harry se giró hacia Malfoy y lo encontró con una gran sonrisa en la cara, bastante complacido de él mismo-. ¡Déjame en paz! -le masculló lo más bajito que pudo mientras fingía que se estaba limpiando la nariz-. ¡Tengo meses que no me acuesto con nadie! ¿Sabes lo difícil que es para mí encontrar alguien que no haya visto el maldito video? ¡Necesito esto, Malfoy! ¡Lárgate de aquí!

Malfoy sólo arqueó las cejas, el muy cabrón, y Harry tuvo el funesto presentimiento de que no iba a dejarlo tranquilo.

-Lo único que yo quiero -le dijo Malfoy-, es que dejes de embriagarte y te vayas a dormir. Necesito que mañana te levantes temprano para que me ayudes a encontrar mi cuerpo. No necesito un héroe resacoso y tan cansado que no pueda moverse, muchas gracias.

-Lo haré después de que… de que pase lo que tenga que pasar con él -susurró Harry apuntando con un dedo hacia Kerry-. ¡Ahora vete!

-¡No!

-Harry, ¿estás bien? -preguntó Kerry con voz preocupada.

-¡No, no está bien! -gritó Malfoy-. Es un alcohólico despechado que ve espíritus que nadie más puede ver. ¡No te conviene, Kenny! ¡Corre mientras puedas!

-¡Se llama Kerry! -masculló Harry.

-¿Perdón? -dijo Kerry.

-Dije que tienes razón, Kerry -se corrigió Harry a toda prisa-, la verdad es que no me siento muy bien. Ya tengo varias cervezas encima y creo que no debería tomar más. Especialmente si…

Harry arqueó las cejas y sonrió; esperaba que fuera un gesto lo suficientemente seductor para que Kerry comprendiera lo que intentaba decirle. Aparentemente sí funcionó. La cara de Kerry se iluminó como la de un niño pequeño en la víspera de Navidad.

-Claro, claro -dijo él, quien parecía no poder creerse su buena suerte-. Y… ¿te gustaría ir a mi apartamento o prefieres el tuyo?

Por un momento, Harry estuvo tentado a ofrecer el suyo sólo para tener la satisfacción de hacer sufrir a Malfoy con el conocimiento de que Harry Potter había tenido sexo gay en su cama, pero cambió rápidamente de opinión. El muy cabrón era capaz de no dejar de hablar o gritar durante todo ese tiempo, y por dios que Harry no podía pensar en algo menos afrodisiaco que eso.

-Me parece que prefiero el tuyo, si no te importa.

-Por mí perfecto -respondió Kerry, poniéndose de pie y dejando la pinta olvidada en la barra.

-Potter -insistió Malfoy con voz desesperada-, ¡no te vayas con un desconocido! ¡No sabes cuáles son sus verdaderas intenciones! Te necesito vivo y entero para que puedas ayudarme a…

Harry lo ignoró. Le dio un último trago a su cerveza y se puso de pie.

-¡Potter! Te lo advierto… ¡no me obligues a usar medidas desesperadas!

Harry se giró hacia Malfoy, asegurándose de decirle con la mirada lo divertidas que encontraba sus amenazas. Fue un “Por favor, Malfoy. Como si en verdad pudieras hacer algo para evitarlo”.

Y ese fue el gran error de Harry. Porque Malfoy lo miró con profunda indignación, herido en su orgullo y aceptando el reto. Harry casi pudo ver reflejado en sus ojos el momento en que pareció tomar una determinación. Acto seguido y sin decir más, Malfoy se abalanzó sobre él como lo había hecho aquella vez en su apartamento, sólo que en esta ocasión y para gran horror de Harry, en vez de sólo atravesarlo se quedó dentro de él.

Harry abrió mucho los ojos y la boca mientras cada centímetro del interior de su cuerpo era invadido por aquella sensación tibia y agradable que ya estaba aprendiendo a asociar sólo con Malfoy; pero que ahora estaba resultando mucho peor que las otras veces porque no fue algo momentáneo. Las sensaciones se quedaron, llenando su ser y provocando que los vellos de toda la piel se le erizaran de puro placer. Jadeó, gimió, cerró los ojos y se echó para adelante; todo aquello era tan abrumador que apenas sí podía soportarlo. Se sostuvo de la barra con las dos manos para no caer.

-¡Dios mío, Harry! -escuchó que exclamaba Kerry a su lado. Pero había sonado muy lejano, como si de pronto los sentidos de Harry se hubiesen desconectado del exterior y sólo estuviesen volcados en lo que estaba sucediendo dentro de su cuerpo-. ¿Qué te pasa?

Harry, haciendo gala de una voluntad sobrehumana, levantó la cara para mirar a Kerry y trató de hablar. Pero una fuerza interior se lo impidió, atrancando sus mandíbulas sin permitirle mover ni un músculo más. Era como si Malfoy se hubiese apoderado de su cuerpo, y esa conclusión hizo que Harry se congelara del miedo porque se le vino a la mente aquella única ocasión en que otro mago se había posesionado así de él: Voldemort en el atrio del Ministerio. De la misma manera en que Malfoy lo estaba haciendo en ese momento, también Voldemort se había fundido con su ser y lo había obligado a hablar con su voz y sus pensamientos. Sin embargo, ahora, con Malfoy, era diametralmente lo opuesto. Porque con Voldemort, según recordaba Harry (y muy vívidamente), la experiencia había sido tan dolorosa que incluso había preferido morir antes de seguir aguantando la invasión. En cambio, con Malfoy, no había dolor. Todo lo contrario. Era… era…

Kerry trató de tomarlo de un brazo mientras seguía preguntándole que estaba ocurriendo. Harry, increíblemente, se molestó con Kerry por tocarlo, por hablarle, por interrumpir esas sacudidas maravillosas que parecían bañar su cuerpo desde adentro. Eran tan placenteras y tan reconfortantes que Harry no quería dejar de sentir. Nunca, nunca…

Y como si la aceptación de que eso era lo más grandioso que había experimentado jamás fuese todo lo que se necesitaba para ceder el control completo de su cuerpo, Harry se vio de pronto caminando hacia fuera del pub, pero no porque él lo estuviese haciendo: sus pies estaban moviéndose bajo el comando de Malfoy. En menos de un minuto, Harry dejó a Kerry atrás y salió a la fresca noche de abril, caminando a ciegas, sin saber a dónde lo estaba llevando Malfoy pero confiando plenamente en él. Y Harry se dejó llevar así de estúpidamente no porque quisiera irse, sino porque se sentía fenomenal. Era como ser acariciado desde adentro con algo que poseía la suavidad de la seda, era como una droga, adictivo, delicioso, y Harry no quería que terminara nunca.

Pero terminó. Malfoy se salió de él tan abruptamente como había entrado, saltando hacia un lado y dejando a Harry de pie sobre la misma acera en la que habían estado hablando antes. Harry volvió a apoyarse en la farola que anteriormente le había brindado su sostén, jadeando, todavía experimentando deliciosos escalofríos, mirando incrédulamente hacia Malfoy y tratando de que su corazón volviese a latir a un ritmo normal. No quería ni pensarlo, pero su cuerpo se estaba comportando casi como si recién acabara de tener un orgasmo.

Así de bien se había sentido aquella maldita posesión de parte de Malfoy.

Malfoy, de pie frente a él, lo miraba con los ojos muy abiertos y sin decir nada. Harry se preguntó si acaso Malfoy se daba cuenta o no de lo que le provocaba cuando lo “tocaba” así.

-Eres -jadeaba Harry, horrorizado de no tener aliento ni siquiera para hablar con propiedad-… eres un maldito cretino arrogante… insoportable y controlador… ¡Lo eras en la vida real y como espíritu eres peor!

Malfoy apretó los labios y frunció el ceño.

-Algún día me lo agradecerás.

Harry se paró lo más derecho que pudo.

-¿Agradecerte? ¿AGRADECERTE, QUÉ? ¿Que ahora Kerry piense que estoy demente? ¿Que por tu culpa no vuelvan a dejarme entrar a ese pub? ¿Que haya perdido la única oportunidad de tener sexo que se me ha presentado en meses? -se rió sardónicamente-. No, Malfoy, creo que no podré agradecerte eso jamás.

Malfoy tenía en la cara un gesto muy curioso que Harry no le había visto nunca. Era casi como la expresión de un cachorrito que está siendo injustamente regañado por su dueño.

-Potter, mira…

-¡Cállate, no me hables! -Ahora que ya se sentía un poco más recuperado, Harry estaba comenzando a enfurecerse con ganas-. ¡Déjame en paz! ¡En serio, Malfoy, NO ME SIGAS!

Harry, un tanto tambaleante pero ahora por razones muy diferentes a las de la embriaguez, comenzó a caminar rápidamente, buscando alejarse de Malfoy lo más que pudiera. Estaba enojado con él por haberle arruinado el ligue, pero, al mismo tiempo, se sentía aterrorizado por lo bien que se había sentido eso que acababan de experimentar. No quería, sencillamente, no quería ni empezar a divagar en las razones de ello.

Cerca de su apartamento había un pequeño jardín con algunos bancos. Harry, todavía sin ganas de llegar a casa y sabiendo que ahí no tenía nada de alcohol para beber, se dejó caer con pesadez en uno de ellos. Todavía tratando de respirar con normalidad y de pensar con claridad, dejó caer la cabeza hacia delante y se quedó así durante algunos minutos.

Hasta que lo sintió.

Levantó la mirada y, en efecto, Malfoy estaba sentado junto a él. Harry no lo había escuchado hacer ningún ruido, pero de alguna forma había presentido que estaba ahí. De nuevo, enterró ese conocimiento en lo más profundo de su mente. Tenía demasiados problemas ya como para sentarse a analizar por qué de repente estaba “conectándose” así con Malfoy.

-¿Qué haces aquí? -le espetó con brusquedad-. ¡Te dije que me dejaras tranquilo!

Malfoy seguía con esa expresión de cachorrito apaleado y Harry casi se arrepintió de haberle gritado.

-No voy a ningún lado -dijo Malfoy en voz baja y Harry entrecerró los ojos.

-¿Qué?

Malfoy suspiró (era curioso eso tomando en cuenta que sólo era un espíritu, pero sí, suspiraba), y respondió:

-Estoy contestando lo que me preguntaste hace rato. Me cuestionaste que adónde iba cuando no estaba contigo, y te estoy diciendo que no voy a ningún lado. Cuando no estoy frente a tu espantosa presencia, es como si… como si no existiera.

Harry abrió mucho los ojos. Así que, ¿ya estaban en modo confidencias otra vez? Con esa actitud sincera y maltrecha que Malfoy le presentaba, era difícil continuar enojado con él. Además, esa respuesta era lo último que esperaba. ¿Así que el espíritu de Malfoy sólo podía hablar con él, aparecerse ante él y estar con él? Todo eso era mucho más raro de lo que Harry había pensado.

-Vaya -susurró Harry-. Entonces… es como si estuvieras atado a mí -le dijo a Malfoy, y por la cara de fastidio que puso el otro, Harry se dio cuenta de que también a él ya se le había ocurrido-. Me pregunto por qué será.

-Sí, sí, yo también me lo pregunto, Potter, pero ese no es el punto -dijo Malfoy con rapidez, levantando la mirada hacia él y recuperando un poco de su habitual arrogancia-. Lo importante aquí es que tú eres el único que puede ayudarme. ¡Pero no creas que te estoy suplicando! ¡Al contrario, estoy convencido de que tú deberías sentirte honrado de tener ese privilegio! -exclamó con una presunción que, a los oídos expertos de Harry (no en balde tenía años de conocer a Malfoy), sonaba más falsa que oro de leprechaun.

Harry sonrió. Por alguna extraña circunstancia le enternecía que Malfoy estuviese ahí sudando la gota gorda para pedirle ayuda, cosa que de todos modos no era necesaria. Como si Harry no estuviera ya pensando qué hacer para devolverle al estúpido su cuerpo y a ver si así ya lo dejaba en paz.

-Sí, mírame, cómo brinco de la emoción por tener semejante privilegio -se burló Harry y suspiró. Vio en ese momento la oportunidad ideal para disculparse por su anterior comportamiento, así que se armó de valor. Carraspeó un poco antes de hablar-. Mira, Malfoy, lo que te dije en el apartamento -Malfoy lo miró con expectación y Harry continuó-… en verdad lo lamento. No tengo ningún derecho a decirte cosas así. No conozco a Astoria y, bueno, he estado tan alejado del mundo mágico últimamente que tal vez ella sí ha organizado partidas para buscarte y yo me las he perdido. Lamento haber insinuado esas cosas horribles de ella y de tus amigos.

Malfoy no parecía tan sorprendido por sus palabras.

-Está bien, Potter, no sufras tanto para disculparte -se mofó, aunque en el fondo, Harry sabía que se sentía complacido-. Supongo que habrás estado muy ocupado huyendo de tus nuevos admiradores ahora que decidiste mostrarles tu “otra” varita.

Harry se rió con ganas.

-Sí, ojalá hubiera sido yo quien decidiera eso -dijo con resignación. De nuevo, no podía dejar de sentirse maravillado por la facilidad con la que podía abordar ese tema con Malfoy-. Estoy seguro de que con el dinero que le dieron a Terry por el video, yo habría podido comprarme una casa y jamás me hubiera visto orillado a alquilar tu apartamento.

Malfoy se quedó en silencio por un rato.

-¿Así que por eso fue? -preguntó al cabo-. ¿Por dinero?

Harry se encogió de hombros mientras miraba hacia otro lado.

-Por dinero, por revancha, por obtener un poco de fama… Qué sé yo. Lo único que sé es que, un día, el 14 de febrero precisamente -miró de nuevo a Malfoy-, tuvimos un pleito monumental porque yo nunca quería, ya sabes… ir abajo -confesó en voz baja-. Esa noche íbamos a ir a bailar a The Edge, pero el grandísimo imbécil de mí, asustado porque Terry me había amenazado con terminar, en vez de salir, decidí -tragó pesadamente-… darle lo que tanto había estado rogando. Como un regalo, como una manera de compensar.

Malfoy frunció el ceño. Parecía realmente molesto.

-Y Boot lo grabó y lo vendió a la internet, ¿cierto? -preguntó y Harry asintió-. ¿Tu primera vez abajo con él? -volvió a preguntar Malfoy con voz más indignada-. Qué hijo de puta, Potter. ¿Cómo no lo has matado lenta y dolorosamente?

Harry clavó la mirada en el suelo, sentía que tenía toda la postura encorvada pero no le importaba.

-No lo sé. Sólo sé que de pronto todo el mundo me había visto así con él y yo… no pude aguantarlo. Me contaron que una página porno muggle le había dado una suma increíble por el video, aunque sospecho que Terry pudo haberlos hechizado para que hicieran algo así. Porque no es como si yo fuera la gran celebridad. -Malfoy soltó un resoplido ante eso, y Harry agregó-: Al menos no entre los muggles.

-Pero gracias a Boot eso ha cambiado, ¿no, Potter? -se burló Malfoy y Harry, de cierta manera, agradeció ese tono ligero con el que Malfoy manejaba su drama personal. Se rió un poco antes de responder.

-Supongo que sí. Por lo menos, entre un pequeño porcentaje de la población muggle. Es por eso que me resulta tan duro ir por ahí… socializando. Encontrar a alguien que no haya visto ese maldito video, como Kerry, por ejemplo -dijo, dirigiéndole a Malfoy una significativa mirada de reproche-, me resulta endemoniadamente difícil.

Malfoy soltó un resoplido de desdén.

-Era un enano insignificante y con pésimo gusto para vestir -dijo.

-Pero atento y considerado -respondió Harry nada más por discutir-. Y tenía bonitos ojos.

-Por la originalidad demostrada cuando trató de ligarte, seguro que tenía cero creatividad en la cama -insistió Malfoy y cuando Harry abrió la boca para rebatir, lo silenció poniendo una mano en alto-. La verdad es que te salvé de un acostón horrible, Potter, deberías agradecérmelo.

Harry sonrió y negó con la cabeza.

-Si no te conociera y no supiera para qué lado bateas, juraría que hiciste todo eso por celos. Seguramente me quieres solo para ti, ¿eh, Draco? -se arriesgó a decir en tono de burla, un tanto envalentonado por el tono de confianza con el que los dos estaban hablando.

-Te he dicho que para ti soy Malfoy, Potter, ¿cuándo vas a entenderlo? -rezongó Malfoy, no negando ni aceptando lo dicho por Harry. Sin darle tiempo a éste de decir más, agregó-: Yo tampoco lo he visto. El video, quiero decir.

Harry se giró a verlo a los ojos y Malfoy le sostuvo la mirada. Harry deseaba decirle “Y no sabes lo mucho que agradezco eso”, pero no se atrevió.

-Sí, claro -fue lo que dijo-, pero apuesto que es solamente porque no has tenido la oportunidad. Desapareciste el mismo día que Terry lo grabó.

Malfoy abrió mucho los ojos.

-Claro, claro… el 14 de febrero. ¿O sea que fue un video porno con tema y todo? -se burló-. ¿Cuál de ustedes dos se disfrazó de Cupido? ¿Quién le enterró la flecha a quién? Ah, no, espera. Eso ya lo sé -finalizó entre risitas.

-Cierra el pico, cretino. No debí haberte contado nada -dijo Harry aunque realmente eso no era lo que pensaba. Y era consciente de que la enorme sonrisa que tenía en la cara lo delataba.

Malfoy parecía saberlo.

-Te encanta que lo sepa, Potter. No necesitas fingir conmigo -dijo Malfoy y Harry sólo se rió. De algún modo increíble, hablar de eso con el espíritu de Malfoy le había quitado kilos y kilos de encima. Se sentía ligero, libre. Mucho mejor de lo que había estado en esos dos meses que tenía viviendo esa pesadilla. Malfoy lo observó durante un par de minutos antes de volver a hablar-: Me ayudarás, ¿verdad, Potter? Sé que tu consciencia heroica no te dejará vivir en paz si no lo haces.

Harry suspiró sonoramente.

-Claro que te ayudaré, estúpido. Pensaba hacerlo de cualquier forma. ¿De qué otro modo puedo asegurarme de que tú me dejes en paz?

Malfoy sonrió ampliamente.

-Bien, pero no quiero que sea gratis. Como no es mi intención quedar en deuda contigo, te ofrezco un trato -dijo, hablando con rapidez-. Si consigues devolverme a mi cuerpo sano y salvo, te dejaré alquilar mi apartamento por el tiempo que lo quieras o lo necesites. -Harry arqueó una ceja y Malfoy insistió-: ¿Qué dices? ¿Te gusta vivir ahí, no?

-Claro que me gusta -reconoció Harry-. Pero… ¿no lo querrás tú de vuelta?

-Prefiero mi cuerpo de vuelta, Potter. Te lo aseguro. Yo puedo buscar otro sitio muchísimo mejor por aquí mismo. A diferencia de otros, yo sí tengo el dinero para pagar lo que me merezco.

-De acuerdo -accedió Harry, ignorando diestramente las pullas del otro.

-Es un trato, entonces -dijo Malfoy y, para sorpresa de Harry, le tendió una mano.

Harry la miró dubitativamente por unos segundos y, aunque sabía que no conseguirían estrecharlas, levantó también la suya y la acercó a la del rubio. Ambos bajaron la vista y observaron cómo sus palmas y dedos se juntaban sin tocarse, los de Harry apenas traspasando un poco los de Malfoy. Harry se estremeció en medio de un escalofrío de placer y retiró la mano abruptamente. Malfoy lo miró de un modo tan extraño que Harry no supo ni cómo clasificarlo.

-Cre-creo que -tartamudeó Harry-, ya es hora de que me vaya a dormir.

Malfoy asintió.

-Deberías. Tienes mucho trabajo qué hacer mañana temprano -le dijo con voz hueca, como si en realidad estuviese pensando otra cosa muy diferente a lo que estaba hablando.

Sin decir una palabra más, ambos se levantaron del banco y caminaron lentamente lo que les faltaba para llegar al apartamento de la calle Marshall. Era curioso, pero Harry se sentía mucho más seguro con la presencia de Malfoy a su lado, casi como si éste se tratase de un ángel guardián.

Esa noche no necesitó de una cerveza más para poder dormir con tranquilidad.

# fluffyfest 2012: fic

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