Cuando era pequeña (muy, muy pequeña, ¿vale?) una de las preguntas transcendentales que me asaltaba era:
"Si la comida tuviese alma ¿estaría contenta de que nos la comiesemos porque así cumple su función vital? ¿o estaría asustada porque va a morir? ¿haría feliz a estas zanahorias comiéndomelas o no?"Aunque la cosa desde el inicio no invitaba al
(
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