Título: Las alas de un esclavo.
Autor:
yukojudithzzSpoilers: Hasta la 6 temporada, principalmente por los personajes pero no creo que se desvele ningún detalle importante.
Rating:NC-17
Warnings: AU/AR, mención de sexo en grupo
Fandom: SPN (Supernatural)
Pairing: Dean/Castiel (Destiel)
Summary:A Dean le cuesta aceptar su nueva situación y Castiel no sabe exactamente como ayudarle, llegan nuevas noticias sobre el paradero de su hermano, pero quizás no sean buenas.
Disclaimer: No son míos y no gano nada con ellos.
Capítulo 02. Capítulo 03.
Dean estaba en la cama y no podía dejar de tocar la marca que su amo le había hecho en el hombro. Allí, bajo la tela de su camiseta se encontraba la huella perfecta de la mano del ángel. No había mentido, había sido doloroso, muy doloroso, quizás no tanto como otras heridas que le habían llevado al borde de la muerte, pero podía asegurar que hacía años que no sentía un dolor tan profundo como ese. Por suerte había durado poco, en cuando la mano del ángel abandonó su hombro el dolor se disipó de inmediato. Hacía tres horas que estaba tendido en aquella cama, demasiado grande para una sola persona y demasiado lujosa para un esclavo, las sábanas era cálidas al tacto y tan suaves como Dean imaginaba que sería acariciar las nubes. Aún así, dentro de ese calor y suavidad, Dean no podía dormir. Estaba cansado, mental, física y anímicamente, pero no podía dormir, tampoco lo intentaba, no se sentía cómodo durmiendo allí por varias razones. La primera era que no le parecía justo dormir rodeado de aquel lujo imaginando que su hermano estaría tirado en un suelo húmedo y sucio, muriéndose de frío, al cerrar los ojos y ver esa imagen volvía a abrirlos asustado.
La segunda era que no se fiaba de nadie. Con los años había aprendido a no fiarse de nadie que no fuese él mismo o su familia, aunque ese había sido siempre el punto débil de Dean, siempre confiaba en su familia.
Y la tercera era que aunque el dolor de su cuerpo había desaparecido totalmente, había un malestar mucho mayor que se le atoraba en el estómago y le recorría todo el cuerpo. Dean estaba perdido en sus pensamientos y no escuchó el leve aleteo cerca de su cama.
-¿No puedes dormir?- el esclavo se incorporó de golpe, buscando bajo su almohada el arma que siempre guardaba cerca mientras dormía, pero no estaba allí, había olvidado que le habían robado todas sus pertenencias cuando le habían cazado para venderle como esclavo. Un poco más tranquilo se giró para mirar al ángel que estaba de pie junto a su cama, la tenue luz que entraba por la ventana dejaba entrever sus facciones de una forma casi mágica, como si la luz de la luna te contase que aquel ser era sobrehumano.
-No...- su voz se había quedado atascada en su garganta, sonó ronca y dormida. Castiel se acercó más a la cama y se sentó en ella, tendiéndole un vaso a Dean.
-Es leche caliente. Chuck dice que ayuda a dormir.- Dean estuvo tentado de rechazarla, de hecho miró con tal asco al ángel que pensó que este se sentiría ofendido y seguramente le lanzaría el vaso a la cabeza, pero este tan sólo le acercó más la leche caliente hasta que aceptó la bebida y dio un pequeño sorbo. Suponía que en aquella casa todo era de primera calidad porque nunca había probado leche tan buena como aquella, de hecho le hacía dudar que lo que él había creído leche quizás hubiese sido cualquier otra cosa que comparada sabía a rayos.
-¿No duermes?- preguntó curioso después de dar un segundo sorbo a la leche. Sentía el calor del vaso transmitirse por sus manos. El ángel asintió.
-No es que lo necesite pero mi cuerpo "humano" me lo agradece. Por eso también como. Quizás no hago esas cosas con la misma frecuencia que vosotros pero lo suficiente como para sentirme mejor. De todas formas tenía trabajo que hacer… quería aprovechar el tiempo.- Dean movió ligeramente la cabeza para hacerle ver que le entendía, aunque no era del todo cierto. Decidió que había tenido suficiente conversación por esa noche así que se terminó de golpe la leche y le entregó el vaso al ángel.- ¿Dormirás ahora?-
-Sí, claro.- dijo el humano demasiado seguro para estar diciendo la verdad.
-¿Seguro? Casi podía oír a tu cabeza darle vueltas a todo lo que ha pasado hoy.- Dean le ignoró acurrucándose en la cama, con los ojos abiertos como platos, dándole la espalda a su amo. De pronto sintió una mano en su pelo. ¿Qué le había dado a aquel ángel con su pelo? Tampoco tenía nada de especial. Estuvo a punto de darle un manotazo y apartar al ángel de él pero el movimiento que describían aquellos dedos le relajaban.- Me quedaré hasta que te duermas.- anunció su amo y Dean sólo gruñó levemente sintiendo como sus ojos empezaban a cerrarse en contra de su propia voluntad.
A la mañana siguiente no había rastro del ángel, le despertó el pitido de un despertador que no recordaba haber programado. Intentó apagarlo como pudo y se levantó al instante, quedándose de pie sin saber qué hacer o a dónde ir. Estaba algo confuso, por unos segundos no sabía dónde se encontraba, esperaba despertarse con la mejilla pegada al frío cristal del Impala y no envuelto entre sábanas que desprendían calor residual. Un golpeteo en la puerta de su habitación le sacó de su ensimismamiento.
-Adelante.- dijo algo dudoso.
-Buenos días, ¿qué tal has dormido?- Chuck entró en la habitación sonriendo tímidamente, con las manos llenas de ropa y una carpeta bajo el brazo.- Castiel me ha dicho que te costó conciliar el sueño. Toma.- le tendió la ropa a Dean quien la tomó sin más.- Es lo que deberás llevar cuando salgáis fuera o cuando vengan visitas. Y aquí tienes. Te he hecho un listado con cosas que debes saber, horarios, costumbres, etiqueta y demás cosas necesarias. Supongo que sabes leer.- Dean asintió y cogió los papeles que Chuck acababa de sacar de la carpeta.- Ahora tienes que ducharte, vestirte y desayunar, tendrás que prepárate el desayuno, no hay cocinero ni sirvientes, a Castiel le gusta hacer las cosas por si mismo.-
-Y por eso tú eres su criado.- dijo Dean dejando las cosas sobre la cama y ojeando los papeles muy por encima.
-No, yo soy su secretario y asistente. Aparte de amigo... más o menos, no es demasiado sociable. Supongo que no puedes culparle. La cuestión es que yo no soy su criado, sólo me encargo del papeleo y ahora mismo de echarte una mano, pero eso es más un favor.-
-¿Y dónde está el ángel si puede saberse?- preguntó algo molesto sin saber porqué.
-Hablando con sus contactos. Está buscando a tu hermano.- Dean miró con sorpresa al hombre al escuchar aquello.
-¿Sabe algo?- inconscientemente dio un paso hacia Chuck.
-Todavía no. ¿Porqué no haces lo que te he dicho? Yo tengo trabajo que hacer en la oficina, no creo que nos veamos hasta mañana. Que pases un buen día.- dijo antes de desaparecer ante sus ojos.
Dean tardó escasos quince minutos en ducharse y vestirse. Al entrar en la sala de estar encontró a Castiel en el mismo asiento en el que se había sentado el día anterior, estaba hablando por el móvil y a Dean por un momento le pareció extraño ver a un ángel hablar por teléfono, teniendo un trabajo, llevando traje.
-Buenos días.- dijo el ángel colgando el teléfono y levantándose de la mesa.- ¿Has hablado con Chuck?- el hombre asintió sin desviar la vista del móvil, se moría de ganas por preguntar sobre su hermano.- Desayuna, en veinte minutos nos vamos.- Dean arqueó una ceja.- Vamos a buscar a tu hermano.-
Dean caminaba por la calle con la mirada gacha, no le gustaba no poder mirar a la gente a los ojos. Ya era incómodo tener que controlarse cada vez que daba un paso pero era peor al sentir como eran los demás los que clavaban sus miradas en él, las criaturas a su alrededor cuchicheaban a su paso y algunas saludaban a Castiel sin que este se parase a charlar con ellos. Dean habría preguntado a Castiel porqué no podían ir a aquel local directamente tele transportándose pero la sensación que le dejaba en el cuerpo aquel "medio de transporte" no le agradaba demasiado, quizás era cuestión de acostumbrarse, pero Dean no quería acostumbrarse. Aún así había miles de preguntas que se agolpaban en su cabeza mientras iban caminando por la calle, mirando por el rabillo del ojo las acciones de la "gente". Dean no sabía cuanto hacía que las criaturas se habían apoderado del mundo, estaba seguro que cuando él era un niño, poco después de que Sammy naciera, aquellos seres todavía no reinaban a sus anchas, no sabía demasiado, sólo lo que su padre les había contado y todo aquello en comparación parecían fábulas o cuentos para hacerles dormir sin tener pesadillas sobre monstruos con garras que les arrancarían la piel a tiras. Dean quería saber como había cambiado todo de la noche a la mañana, quería saber porqué el ambiente era de normalidad, porqué hacían cosas como sentarse en la terraza de un bar a tomar una copa como si fuesen humanos, porqué se vestían con trajes o acudían a la oficina a trabajar. Quería saber tantas cosas que su mente no era capaz de retener las preguntas cuando se le ocurrían otras nuevas.
Dejaron las calles principales llenas de seres y comenzaron a recorrer callejuelas y callejones cada vez más oscuros, lúgubres y estrechos. De pronto parecía que había oscurecido pero Dean estaba seguro de que no eran más de las diez de la mañana cuando habían salido de casa. En el lateral de una de las calles, en el lugar más oscuro que parecía impenetrable por la luz, había una puerta con un símbolo sobre ella, justo en la entrada un demonio con cara de pocos amigos hacía guardia. El demonio se percató de su presencia y se irguió aún más, esperándoles.
-Cuando entremos mantente detrás de mí en todo momento, bajo ninguna circunstancia mires o hables con nadie. Intenta que no te toquen, ¿lo entiendes?- Dean asintió sin mirar al ángel, su vista fija en el pecho del hombre que subía y bajaba cuando respiraba. ¿Acaso los ángeles necesitaban respirar? -Entremos.-
Castiel caminó hasta la entrada de aquel local, seguido muy de cerca del humano, al acercarse al demonio de la puerta este le hizo una pregunta en algún idioma que Dean no pudo comprender, el ángel contestó con premura y acto seguido el demonio abrió la puerta y les dejó pasar. El local por dentro era igual de oscuro, las únicas luces que alumbraban aquel lugar eran de un rojo intenso que no ayudaba a ver demasiado entre el humo que llenaba el local. Dean se alegró de no poder alzar la vista más allá de las rodillas de la gente porque lo que estaba viendo hasta ahí ya le estaba resultado desagradable, ¿en qué lugar le había metido el ángel? ¿Y cómo conocía un ser celestial aquel antro de perversión? No es que a Dean le resultase desagradable el sexo, todo lo contrario, aunque era difícil siendo un fugitivo y luchando por su vida día a día, pero las cosas que estaban pasando en aquel tugurio eran incluso antinaturales, aunque no debería extrañarle cuando la mayoría de los presentes no eran humanos.
-Esos humanos - dijo Castiel señalando con la cabeza a su alrededor, gesto que Dean sólo intuyó.- son comprados expresamente para estos propósitos.- el humano se mordía la lengua, la voz del ángel sonó fría, informativa, como si no le importase para nada lo que estaba pasando en aquel lugar. Dean dudaba que aquellas personas estuviesen allí, haciendo aquello, por propia voluntad, pero claro, por algo eran esclavos. - Su ropa es... bueno... su escasa ropa... cuando la llevan... es de color rojo. No suelen sacarlos a la calle pero cuando lo hacen es fácil reconocerlos. Los esclavos normales, como tú, lleváis ropa blanca.- Cuando Castiel acabó de hablar un par de mujeres salieron de una puerta lateral y se acercaron a ellos, Dean pudo ver los zapatos de tacón negros de una de ellas.
-Castiel, ¿qué te trae por este lugar?- la voz de la mujer era burlona y seductora al mismo tiempo.
-No estoy aquí por placer Meg.- pero la del ángel seguía siendo fría y sin ningún sentimiento.
-Claro que no, ni siquiera sabes como usar lo que tienes entre las piernas.- dijo la otra mujer bromeando.
-Ruby, no molestes a nuestro invitado. ¿Es tu nuevo esclavo?-
-Así es y de hecho es por él que estoy aquí.-
-¿Quieres vendérnoslo?- preguntó la segunda mujer caminando cerca de Dean, podía sentir sus ojos recorriendo todo su cuerpo.
-No, no es eso. ¿Porqué no nos sentamos en un lugar menos bullicioso para hablar?-
-De acuerdo, entremos en nuestro despacho.- Dean vio como la mujer caminaba de nuevo hacia la puerta por la que habían salido.- Tu esclavo puede esperar en ese sillón.- El ángel la miró con desagrado.- Lo siento Cas, pero saber que no permitimos esclavos dentro, sin excepciones.- Dean sintió la mano de ángel en su brazo, de forma demasiado delicada, guiándole hasta el sillón del que la mujer había hablado, en una zona más iluminada, alejada de la masa de cuerpos desnudos.
-Espérame aquí de acuerdo.- el hombre asintió, no fiándose de su voz, la mano del ángel le abandonó y de pronto se sintió vulnerable al escuchar sus pasos alejarse de él. Una vez sentado cerró los ojos para intentar evadirse. Los sonidos a su alrededor eran cuanto menos inquietantes, por una parte Dean no podía evitar sentir un placentero cosquilleo al escuchar los gemidos de las personas de aquella sala, pero por otro lado, sabiendo lo que estaban haciendo, el cosquilleo se convertía en nausea. Intentó dejar la mente en blanco y sólo funcionó durante unos minutos hasta que las voces y los gritos eran demasiado apabullantes, probó a pensar en otras cosas pero todas acababan siendo escenas poco agradables, de todas formas aquello duró poco porque al sentir una mano sobre su pierna abrió los ojos y se preparó para marcharse pero al mirarla se dio cuenta de que no era la del ángel. Era una mano femenina y subía por su muslo sin demasiada vergüenza, otra mano más, esta vez de hombre, bajaba desde su hombro izquierdo acariciando su pecho. Dean apretó los puños ansioso de usar la fuerza para apartar a aquellas criaturas de él, no podía ponerse a pelear con demonios en aquel lugar y menos siendo un esclavo así que se calmó un instante hasta que sintió la lengua de uno de aquellos seres en su cuerpo y las manos acercándose peligrosa y rápidamente a su entrepierna. De golpe los dos seres dejaron de tocarle, simplemente desaparecieron y un estruendo delante de Dean le indicó a donde habían ido a parar.
-No toquéis las propiedades de otro.-La voz del ángel sonaba calmada y peligrosa.- Sí os veo simplemente mirando a mi esclavo, os enviaré al infierno. Vámonos.- Castiel cogió el brazo de Dean, esta vez con más fuerza, y se dirigió a la misma puerta por la que habían entrado, seguidos de las dos mujeres con las que había estado hablando.
-Lo siento mucho Castiel. Me encargaré de castigar a esos dos.- dijo Ruby pateando al hombre que yacía en el suelo.
-No es necesario Ruby. Muchas gracias por la información.-
-De nada, es lo mínimo que podemos hacer después de lo que has hecho por nosotras. Lamentamos no poder serte de más ayuda.-
-Adiós.- Ambos salieron por la puerta y caminaron hasta estar lo suficientemente alejados del lugar, entonces Castiel se paró y se giró mirando a Dean fijamente, tomó su mentón y alzó su rostro hasta tener su vista fijada en él. -¿Estás bien? ¿Te han hecho algo?- las manos del ángel recorrieron su pecho en busca de algo fuera de lugar. Dean agarró aquellas manos, parando su movimiento y susurró.
-Estoy bien. En serio.- A Dean le incomodaba la forma en la que el ángel se preocupaba desmesuradamente por él. Castiel dejó caer una de sus manos a la vez que la otra subía por su cuello hasta su pelo, acariciándole suavemente. La mano de Dean seguía agarrando su muñeca mientras el ángel recorría los mechones de su pelo.
-Lo siento. Siento haberte arrastrado hasta aquel lugar.-
-Pero...-
-Volvamos a casa. Allí hablaremos más tranquilamente.- Castiel puso dos dedos sobre la frente de Dean y cuando este abrió los ojos se encontraban en su sala de estar. - Siéntate en el diván. Te traeré un vaso de agua.- Antes de que Dean pudiese oponerse el ángel había desaparecido y aparecido de nuevo con un vaso en las manos. Dean se sentó en el diván y el ángel hizo lo mismo, dándole el vaso que traía consigo. El esclavo bebió el frío líquido pero no se sintió mejor al hacerlo.
-Puedes explicarme que hacíamos en aquel... lugar.-
-Meg y Ruby, las dos mujeres con las que he estado hablando, me debían algunos favores y...-
-¿Que tipo de favores?- en realidad no quería saber qué clase de favores les había hecho Castiel a aquellos demonios, pero su boca habló antes de que pudiese pararla.
-No son ese tipo de favores. Les salvé la vida varias veces. Algunos ángeles creen que es divertido capturar a demonios y matarlos como deporte.- Dean casi rió.
-No veo que tiene eso de malo...-
-No todos los demonios son iguales Dean, además ellas son útiles.-
-¿Útiles como? ¿Te hacen descuento en sus orgías con animales?-
-Yo no practico sexo con animales Dean. Aunque eso no creo que sea de tu incumbencia.- dijo algo molesto. Dean se mantuvo en silencio y el ángel volvió de nuevo a su explicación.- Ellas son informadores, a cambio hacemos la vista gorda con su negocio.-
-¿Informadores? ¿Quienes hacéis la vista gorda? ¿Y cómo podéis hacerlo? eso es asqueroso...-
-Nos mantienen al tanto de las intrigas de los bajos fondos. No sólo los demonios vienen a estos lugares ¿sabes? Dean... ahora no es momento para hablar de esto, quizás otro día... ahora lo importante es tu hermano.- Dean tragó con dificultad al escuchar aquella palabra.- Esta mañana hablé con un amigo y me dijo que Ruby y Meg podían saber algo acerca del paradero de tu hermano.-
-¿Y bien?- dijo Dean impaciente, acercándose más al ángel que estaba sentado a su lado, apretando el vaso que tenía entre las manos.
-De momento nada.- el humano bajó la vista, decepcionado.- Pero en parte es una buena noticia. No han vendido a tu hermano como esclavo sexual, al menos no para este tipo de locales, ellas están al tanto de todas las compras de humanos que...-
-No te importa que vendan a los humanos como esclavos sexuales ¿verdad?- Dean interrumpió. Castiel suspiró cansado. - Es... asqueroso...-
-Claro que me importa Dean, todos los humanos me importan pero no puedo cambiar el mundo de golpe, yo solo. ¿Quieres que te siga contando lo de tu hermano o no?- Dean asintió.- Es muy probable que haya sido comprado por un particular con un gran capital. Alguien con contactos y con mucho poder, es difícil saber quien. Pero no todo está perdido, Ruby y Meg están al tanto de todo lo que pasa en el mundo de los demonios así que si uno de los suyos le ha comprado, tarde o temprano ellas lo sabrán y por lo tanto, nosotros lo sabremos.- Dean suspiró, sabía como era aquel mundo, al menos sabía todo lo que su padre les había contado pero parecía que se había quedado corto, todo estaba podrido en aquella sociedad, incluso seres supuestamente puros como los ángeles estaban llenos de mierda.
-No lo entiendo...- el ángel se le quedó mirando, confuso.- ¿Cómo podéis vivir así? Entiendo que a ellos les guste, a los demonios sobretodo, será como caminar por el infierno, pero ¿y vosotros? ¿Y los ángeles? ¿Cómo lo aguantáis?-
-Dean, los ángeles no somos lo que tú crees, somos guerreros del Señor y no tenemos el privilegio de tener sentimientos u opiniones. Simplemente hacemos lo que tenemos que hacer y a veces eso es peor, a veces eso hace que algunos ángeles sean...-
-...peores que los demonios.- acabó Dean.
-Así es.-
-¿Pero tú has elegido? Has elegido ayudarnos, ayudarme.-
-Hoy en día nada es lo que solía ser Dean...- el humano le miró confuso.- Porqué no te tumbas un rato y descansas mientras yo preparo la comida.- No esperó a que Dean contestase, le quitó el vaso de las manos e hizo que se tumbase en el diván.
A Dean le fascinaba ver alimentarse a aquel ser, nunca había visto a un ángel comer, de hecho nunca había visto un ángel hasta que le vio a él entrar en aquella sala en los bajos fondos de la ciudad. Sí, era cierto que se habían encargado de cazar todo tipo de criaturas pero los ángeles no eran una de ellas, de hecho Dean llegó a dudar de su existencia pero su padre insistía que incluso ahora que los "monstruos" eran totalmente abiertos con su condición de seres sobrenaturales los ángeles solían ser bastante discretos y no les gustaba llamar la atención. Dean llevaba un buen rato con un pedazo de patata pinchada en su tenedor, no podía apartar la vista de los movimientos del ángel. Le parecían tan etéreos y elegantes incluso haciendo algo tan simple como era masticar.
-¿No comes?- preguntó Castiel. Dean cerró la boca de golpe, sin darse cuenta de que la había dejado abierta mientras le contemplaba.
-Sí...- susurró volviendo de nuevo a su labor.
-Sé que hay muchas preguntas en tu cabeza Dean. Que todo esto es demasiado complicado para ti, pero quizás sería mejor que dejases de pensar tanto y...-
-Nunca he sido del tipo reflexivo, pero ahora parece que no puedo hacer otra cosa.- dijo sin apartar la vista de su plato.- Parece que mi cerebro funciona por su cuenta y no puede dejar de preguntarse cosas y replanteárselo todo... cuestionar cada cosa que hacéis... Sammy... él siempre pensó que los ángeles erais algo especial, que erais diferentes y que nos protegías... yo nunca le creí... siempre pensé como mi padre... quizás yo no estaba tan equivocado...-
-No hables de tu hermano en pasado Dean.- dijo el ángel con tristeza, lo cual hizo que Dean le mirase mientras una sensación desconocida se formaba en su estómago.- Das por hecho que no vas a volverle a ver. No llores por algo que puede que nunca ocurra.-
-Simplemente me preparo para lo peor.- Dijo serio sin siquiera dedicarle una mirada. El ángel se levantó y caminó hasta el que, a ojos del mundo exterior, era su esclavo.
- Tengo que irme a trabajar. Quiero que leas unos libros mientras no estoy.- Dean se sentía incómodo después del extraño intercambio de palabras.- No salgas de casa, no abras la puerta a nadie.-
-No sé para qué tienes puerta, te tele portas sin usarlas.- Dean jugueteó con la comida de su plato distraídamente.
-Sólo Chuck y yo podemos "tele transportarnos", como tú dices, aquí. El resto de gente tiene que usar la puerta.- Dean alzó una ceja.- Puede que te lo explique otro día. Lleva los platos a la cocina cuando termines y pon el lavavajillas.- a Dean ya no le sorprendía que el ángel tuviese lavavajillas, incluso había visto una gran tele en el comedor que permanecía apagada siempre.- Volveré a las nueve.- El ángel desapareció unos instantes y de nuevo volvió a aparecer cerca de Dean, con una gabardina marrón encima del traje negro.- Ah, y no cojas el teléfono nunca. Toma.- Castiel puso un móvil encima de la mesa, junto a la mano de Dean.- Si necesitas hablar conmigo usa esto. ¿Sabes como funciona?- Dean asintió.
-No soy imbécil. Tenía uno hasta que me capturaron ¿sabes? No tan moderno pero...- Dean rozó con la punta de su dedo índice el teléfono móvil.
-Mi número es el único que hay memorizado, úsalo sólo en caso de emergencia.- el hombre volvió de nuevo a asentir.- Te he dejado los libros encima de mi escritorio en la biblioteca.- Dean se preguntaba porqué el ángel quería que leyera pero no se molestó en preguntarle, tampoco tenía nada mejor que hacer hasta que recibieran noticias de su hermano.- Dean...- el ángel estaba de cuclillas al lado del humano, con una mano agarrando la mesa y la otra sobre el respaldo de la silla de Dean.- Encontraremos a tu hermano.- el hombre esbozó una sonrisa triste, su mirada clavada en el móvil que acababa de recibir, hasta que sintió de nuevo los dedos de ángel enredándose en su pelo, demasiado corto como para poder ser agarrado correctamente. No hacía mucho que había comenzado aquello que parecía haberse convertido ya en costumbre para el ángel pero Dean estaba empezando a habituarse. Justo cuando giró la cabeza para mirar al ángel, éste desapareció, dejándole sólo en aquella casa, demasiado grande para una persona, pero demasiado pequeña para todos sus demonios.
CONTINUARÁ
Capítulo 04.