Si te abro un tajo en el pecho y después te lamo la herida.

Como un niño que se decide emocionado a abrir un caramelo de precioso envoltorio, sin saber que dentro sólo hay cenizas.

Imposible controlar mi voluntad. Imposible también someterme a ella. No puedo conmigo, soy más fuerte que yo. Además, incapaz de hacer caso a mis deseos. Soy un quiero y no puedo continuo, también un puedo y no quiero. Ansias de abofetearme, de despertar y tener la suficiente lucidez como para concentrar mi atención en algo. No puedo.


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Me da pánico mi propio ombligo.

Mi madre adora a Gabriel Celaya, mi padre se descojona con Wodehouse. Creo que eso lo dice todo sobre mí.

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Las palabras, esas prostitutas conceptuales.

Las ganas incendiadas. Todo lo demás, cenizas.

Hasta qué punto el silencio imposibilita la palabra...

Este nudo en el estómago, estas ganas de vomitar cuando me dices algo y ni siquiera te das cuenta del daño.

Ha sido muy divertido. Estábamos en aquella casería y había mucha gente, yo no conocía a casi nadie pero hablé y me reí y volví a fumar demasiado. Luego cuando se ha hecho de día hemos bajado de allí las tres en la moto, y he pasado mucho miedo porque era un carril con muchas piedras y curvas y había un barranco e íbamos borrachas. Y encima la moto ( Read more... )