Fic: El apartamento de la calle Marshall ¡Regalo para Harukana! Cap 5

May 27, 2012 16:35

Título: El apartamento de la calle Marshall
Autora: Anónimo
Reto: # - 11 Película "Como si fuera cierto"
Reto proporcionado por: ha_ru_ka_na
Número de palabras: ~62,000 en 11 capítulos
Rating: NC-17
Beta: loredi

Parte 1 Parte 2 Parte 3 Parte 4


Capítulo 5

A diferencia de lo que había pasado la noche anterior, ahora Harry estaba experimentando el delicioso calor que Malfoy le proporcionaba sin que éste estuviese dentro de él. Porque podía verlo de pie a unos pocos centímetros, tan cerca que si levantaba un brazo podría tocarlo. “Pero no puedes tocarlo”, le dijo una voz en su interior, “recuerda que sólo es un espíritu”.

Ese pensamiento frustró a Harry a niveles inimaginables; gimió y se apoyó de espalda contra la farola que apenas hacía unas horas había sido testigo de dos encontronazos entre ambos. Malfoy se acercó más a él, mirándolo de nuevo con ese brillo pícaro que había tenido antes en los ojos, cuando charlaban dentro del pub, y Harry deseó con todas las fuerzas de su corazón que esa mirada significara lo que él estaba anhelando.

Aparentemente así era: de pronto, el calor vivificante que Malfoy le transmitía desde la distancia lo tocó en la entrepierna como lo hubiese hecho una mano tibia y segura. Harry puso los ojos en blanco mientras volvía a gemir, totalmente perdido en la sensación. Se sentía tan necesitado, tan solo y tan frío, que no pudo evitar ondular sus caderas hacia delante en un mudo y descarado movimiento que suplicaba por más. No le importaba si después Malfoy se reía de él para toda la eternidad. Quería eso, lo necesitaba. Le resultaba indispensable.

Entonces, la mano de Malfoy (oh, dios, y tal vez no era su mano, porque era imposible, Harry sabía, pero al menos se sentía como tal), se apretó alrededor de su erección y eso bastó para hacerlo explotar.

Eyaculó mientras ahogaba el nombre de Malfoy en sus labios apretados, mientras se frotaba contra la cama y se daba cuenta, con atronadora decepción, de que todo eso no era más que un sueño. Aun así, Harry disfrutó de ese orgasmo como hacía mucho no le pasaba, mientras se oprimía contra el colchón de la cama que antes había sido de Malfoy y se atrevía a imaginar que éste tenía su cuerpo de nuevo y se encontraba ahí con él, debajo de él, tocándolo, calentándolo, reconfortándolo. Sosteniéndolo.

Al fin todo terminó y Harry se quedó boca abajo, jadeando por un largo rato con el rostro enterrado en la almohada y sintiéndose tremendamente miserable. Decepcionado porque las sábanas sólo olían a jabón y lo que él deseaba era saber cuál había sido el aroma impregnado en ellas cuando Malfoy vivía ahí. Se sintió tan deprimido al darse cuenta de que nunca lo sabría, que de pronto tuvo ganas de llorar. ¿Por qué una de las mejores vivencias sensuales que había experimentado en toda su vida tenía que haber sido la “posesión” de parte de Malfoy? ¿Por qué, después de lo vivido con Terry, ahora Harry tenía que sufrir porque era consciente de que Malfoy jamás, así recuperase su cuerpo, aceptaría tener algo con él?

Hasta donde Harry sabía, Malfoy todavía lo odiaba y si últimamente se estaba comportando un poco civilizado seguro era sólo para que Harry lo ayudara. Peor aún: era heterosexual y ya estaba casado. En pocas palabras: Harry estaba soberanamente jodido desde donde se mirara.

-Maldita sea, Malfoy -farfulló-… ¿por qué tú, de entre toda la gente…?

Levantó un poco la cabeza, miró hacia la ventana y se dio cuenta de que todavía no había amanecido. Se acomodó de nuevo y se permitió quedarse dormido, arrullado por los deliciosos estremecimientos del post orgasmo que todavía recorrían su cuerpo y con la mente llena de imágenes prohibidas de Malfoy.

Nunca se dio cuenta de que Malfoy estaba de pie junto a la puerta de la habitación observándolo con enorme interés, las manos en puño a sus costados, un brillo indescifrable en sus ojos color plata y la determinación vibrando en cada hebra de su ser.

~

Un par de horas después, Harry se despertó lo más temprano que lo había hecho en días y sin necesidad de que sonara la alarma de su reloj. Notó el ya seco desastre que tenía dentro de su ropa interior y recordó, no sin enrojecer hasta la raíz del cabello, el sueño que había tenido durante la madrugada. Se levantó a toda prisa y casi corrió a la ducha; sabía que Malfoy podía aparecerse en cualquier momento y no tenía ganas de que lo descubriera con ese tipo de “suciedad” encima.

Se quedó un largo rato bajo el chorro de agua tibia, la frente apoyada contra el azulejo mojado y los ojos bien cerrados, remembrando su sueño y dándose cuenta de que ya no tenía caso negar el hecho de que deseaba a Malfoy con una pasión que no había experimentado en años. Era horrible pensar que ni siquiera por Terry había sentido ese tipo de anhelo; quizá porque con él las cosas se habían dado con extrema sencillez.

Resignado a vivir ese deseo no correspondido y determinado a darse prisa en ayudar a Malfoy a recuperar su cuerpo para dejar de verlo, Harry terminó de lavarse y cerró el grifo. Abrió la puerta de cristal y casi se cae del susto. Malfoy estaba parado en medio del baño, mirándolo de arriba abajo con una gran sonrisa en la cara.

-¡Malfoy! -gritó Harry mientras se cubría la entrepierna con una mano y con la otra buscaba su toalla.

Malfoy se encogió de hombros y arqueó las cejas.

-¿Qué? -preguntó en tono inocente-. Sólo vine a asegurarme de que ya te hubieses levantado.

Harry se envolvió la toalla alrededor de las caderas lo más pronto que pudo, echándole miradas furibundas a Malfoy en el proceso.

-Pues ya me has visto. Hasta me he duchado. -Harry se quedó parado un momento todavía dentro de la ducha, escurriendo agua por todos lados y esperando que Malfoy se desapareciera. Al ver que el otro parecía decidido a no irse, le espetó con un tono de voz más histérico de lo que pretendía-: ¿Podrías por favor respetar mi privacidad y salir de aquí para vestirme?

Malfoy soltó una risita y se fue. Escalofríos recorrieron el cuerpo entero de Harry y éste se juró a él mismo que no tenían nada, nada que ver con el tono de la risa de Malfoy, sino con el frío que le había dado por estar ahí todo mojado. Maldijo entre dientes la facilidad con la que Malfoy le volteaba el mundo de cabeza y se apuró a arreglarse.

En verdad, entre más pronto terminaran con eso, más pronto podría volver a vivir en paz.

~

Encontró al cretino esperándolo en la cocina.

-¿Qué haces parado ahí? -le preguntó, todavía un poco enojado por la intromisión del otro en medio de su ducha-. Vámonos, se me ha ocurrido algo para ayudarte a recordar.

Malfoy, quien estaba apoyado contra la encimera con la postura encorvada y un aire nostálgico, se enderezó al escuchar lo dicho por Harry.

-¿Qué?

Harry caminó hacia él antes de responder. Creyó que, ya que iba a perder tiempo explicándole a Malfoy su idea, bien podría preparase un café.

-¿Te diste cuenta de que anoche vino a ti un recuerdo de lo que pasó el día que desapareciste, porque estabas viviendo algo similar? -le preguntó mientras ponía agua en la cafetera. Malfoy asintió lentamente.

-Sí, afuera del pub. Recordé que yo también fui tomarme un trago a algún lugar. Solo, como tú.

-Así es. Y si atamos cabos, no es difícil deducir que si esa noche saliste a beber a algún lado a partir de este apartamento, el sitio al que fuiste tiene altas probabilidades de ser un local ubicado dentro de este mismo barrio, ¿no crees?

Malfoy volvió a asentir.

-Lo más seguro. Recuerdo que hay por aquí varios sitios muggles de gran clase que me gustaba visitar.

Harry se sirvió líquido humeante en su taza y le agregó azúcar, soltando risitas ante el pensamiento de Malfoy viviendo una vida tan muggle.

-Ver para creer -murmuró casi para él-. Bueno, mi idea consiste en recorrer el Soho contigo hasta encontrar el lugar al que te dirigiste esa noche. Presiento que una vez delante de él, lo recordarás. Y así, sabiendo a qué bar o restaurant te metiste, será más fácil indagar qué fue lo que te sucedió.

Malfoy miró a Harry con ojos brillantes y un amago de sonrisa.

-Nada mal, Potter. ¿El auror en ti vuelve a la carga?

Harry sonrió también, aunque con un poco de amargura.

-Supongo que nunca se fue. Tal vez sólo era que lo mantenía embotado con tanta cerveza -dijo en voz baja y Malfoy lo miró con un gesto indescifrable. Harry se bebió el café de un solo trago antes de decir-: Vamos, pues.

Para su sorpresa, Malfoy negó con la cabeza.

-No iremos a ningún lado hasta que te prepares y te comas un desayuno decente. El espíritu que no necesita alimentarse soy yo, Potter, no tú.

Harry lo miró boquiabierto.

-¿De qué estás hablando? ¡Yo nunca desayuno!

Malfoy le dirigió una larga mirada y suspiró.

-Y por eso estás en los puros huesos. No puedes negarlo, acabo de verte en la ducha. ¡Deja de discutir y simplemente desayuna! Me niego a andar por la calle con un auror famélico que podría desmayarse en cualquier momento. Así no me servirías de nada -agregó.

-Pero… no tengo hambre -dijo Harry en voz baja, realmente sorprendido de que Malfoy manifestara algún tipo de preocupación por él. ¿O era solamente interés en mantenerlo con vida para que pudiera ayudarlo?

-¿No tienes hambre? -resopló Malfoy con burla-. ¿Ni siquiera después de haberte masturbado en la ducha?

-¿Qué? ¡CLARO QUE NO! -Harry enrojeció. No era posible que Malfoy se hubiese dado cuenta de lo que pasó en la madrugada, ¿verdad que no?-. Yo no hice nada de eso… al menos, no mientras me bañaba.

Malfoy lo miró arqueando una ceja y no dijo más. Harry se quedó sin saber qué decir durante un momento, pero al ver el semblante serio de Malfoy supo que éste no saldría con él si no hacía primero lo que le estaba ordenando.

-Eres un controlador de lo peor, ¿sabías, Malfoy? -dijo en tono resignado mientras caminaba al refrigerador a sacar algunos huevos y un poco de tocino.

Detrás de él, Malfoy sólo sonrió. Se quedó ahí, acompañándolo durante su desayuno y sumergido en un silencio un tanto inusual. Harry, mientras tanto, no podía dejar de pensar que le dolía un poquito en el orgullo que Malfoy lo hubiese visto desnudo y lo único que notara era que estaba esquelético y nada más. Pero, después de todo, Malfoy era heterosexual. ¿Qué otra cosa podía esperar? No era como si se fuera a quedar babeando después de haberlo visto en cueros.

El desayuno no le supo tan bueno después de darse cuenta de lo mucho que le importaba eso.

~

Caminaron muchísimo y después de un par de horas, Harry agradeció internamente que Malfoy lo hubiese obligado a comer algo antes de salir del apartamento. Pararon en una cafetería y Harry se bebió un té antes de proseguir, un tanto abochornado porque Malfoy no dejaba de observarlo con curiosa atención.

Sin poder soportar el escrutinio del que era objeto sin decir nada a cambio, Harry soltó de pronto:

-¿Lo extrañas? -Malfoy, sentado frente a él ante una de las mesitas de esa cafetería, lo miró como si no comprendiera la pregunta-. Comer y beber -aclaró Harry-. Recuerdo que Nick Casi Decapitado alguna vez mencionó que aunque los fantasmas no pasaban hambre, igual echaban de menos no poder consumir alimentos. ¿Te sientes igual?

Malfoy le dedicó una mirada desagradable y Harry supo que había tocado terreno escabroso.

-¿Por qué mejor no cierras el pico y te das prisa? El maldito Soho es más grande de lo que pensé y más cuando lo recorres a pie.

Harry soltó una risita.

-Sobre todo para ti que te cansas tanto y tienes muchísimas cosas mejores que hacer.

Malfoy lo fulminó con la mirada.

-Potter… te lo advierto -amenazó, y Harry, recordando lo sucedido la noche anterior cuando había subestimado las capacidades de Malfoy, optó por dejar las bromas y las preguntas impertinentes para otra ocasión.

Se terminó de beber su té, pagó por él y luego se compró una manzana en una frutería que estaba al lado de la cafetería. Se la comió mientras reanudaban su camino, sin poder dejar de sentir la mirada de Malfoy sobre él y preguntándose si tenía monos en la cara o qué.

Lo curioso era que, cuando Harry dirigía sus ojos hacia Malfoy, éste ya estaba mirando hacia los edificios como si ni siquiera se percatase de que Harry iba a su lado y dejando a éste con la tentación de preguntarle qué demonios había cambiado entre los dos.

Obviamente, no se atrevió.

~

Dejaron para el final el recorrido alrededor del Soho Square, lo cual demostró ser una pésima idea porque justo ahí fue donde Malfoy tuvo su iluminación.

Estaban pasando afuera de un pequeño edificio de piedra gris ubicado en una esquina y que no poseía más rasgos llamativos que unos toldos de color azul rey, cuando Malfoy se detuvo en seco y jadeó de la impresión.

-Aquí es -susurró, mirando hacia arriba, a las grandes letras disparejas que anunciaban el nombre del local-. Aquí fue donde entré esa noche. ¡Lo recuerdo perfectamente bien! Entré y había mucha gente bailando en la planta baja, así que me fui directamente al piso superior donde -frunció el ceño-… donde no me acuerdo qué más pasó.

-¿The Edge? -preguntó Harry incrédulo, mirando alternadamente entre el edificio y Malfoy-. No puede ser, Malfoy. Tienes que estar equivocado. Tú… tú no pudiste haber entrado a un lugar así.

Malfoy apretó la mandíbula y evitó su mirada.

-¿Ah, no? -dijo, al cabo de un momento-. ¿Y por qué no?

-¡Pues porque este es un bar de...! -Harry se interrumpió y miró a Malfoy como si fuera la primera vez que lo hiciera-… de ambiente -finalizó con un hilo de voz.

Un silencio larguísimo e incómodo siguió a aquellas palabras de Harry mientras miraba a Malfoy con asombro y éste erguía la postura y le sostenía la mirada de manera desafiante. Harry no tenía más que sumar dos más dos para darse cuenta de qué era lo que se le estaba revelando ante sus ojos, pero a pesar de la claridad con la que se le presentaba esa realidad, le costaba trabajo poder creerlo.

-Sí, Potter -habló por fin Malfoy, el tono de su voz tan duro y retador como su postura y mirada-. Yo también soy del gremio, si acaso tu estúpido cerebro ha llegado ya a la conclusión acertada.

Harry tragó mientras miles de preguntas desfilaban por su mente. “Pero, ¿no estás casado? ¿Astoria lo sabe? ¡¿Vienes al Soho sólo a buscar sexo?!” y otras del estilo, pero no osó formularlas en voz alta. Él, con un video porno subido a la red, desempleado, holgazán y ebrio, era la persona con menos cualidades morales para juzgar a Malfoy por lo que hiciese o dejase de hacer.

-Vaya -fue lo que dijo-. En verdad esa no me la esperaba. -Soltó una risita nerviosa-. Creo que mi gaydar está bastante oxidado, ¿eh?

Malfoy pareció un poco desconcertado ante su reacción y Harry supuso que había estado esperando una dura reprimenda de su parte. Le sonrió levemente, intentando decirle con ese gesto que él, menos que nadie, se atrevería a criticarlo jamás.

-¿Qué? -añadió Harry en tono divertido-, no todos los Gryffindor somos Hermione, ¿sabes?

Malfoy, quien todavía tenía las mejillas un poco teñidas de rojo (y Harry no podía dejar de asombrarse de que su espíritu manifestara ese tipo de reacciones tan físicas), entrecerró los ojos con desconfianza y Harry puso los suyos en blanco. Malditos Slytherin y su falta de fe.

-Y no, tampoco voy a usar “tu secreto” para torturarte ni chantajearte cuando todo esto termine, Malfoy -le aseguró-. Nuestro trato sigue en pie: te ayudo, recuperas tu cuerpo, vives tu vida y yo la mía. ¿De acuerdo? Esto no cambia nada.

Sin embargo, sí lo cambiaba todo. Harry volvió a tragar pesadamente, recordando lo sucedido los días anteriores y todos los momentos vividos con Malfoy. Ahora que sabía para cuál equipo bateaba, todo se volvía extraño y dolorosamente esperanzador. Aunque claro, el hecho de que fuera tan gay como él no le daba ningún derecho a hacerse ilusiones. Era obvio que Malfoy lo odiaba y así sería por siempre y para siempre. Harry se sintió tan deprimido que deseó no haberse enterado nunca de la verdadera preferencia sexual de Malfoy.

Era… cruel.

Harry suspiró y le señaló a Malfoy la entrada al sitio, el cual era dos en uno: de día era una cafetería, y de noche se transformaba en un concurrido bar que abarrotaba sus tres pisos.

-Está abierto. ¿Entramos para preguntar? -sugirió, y Malfoy pareció dudar un momento, pero finalmente asintió en silencio. Harry entró, seguido de cerca por el rubio, y se dirigió directo a la barra-. Perdona -le dijo a una chica que atendía-, me gustaría hacerle unas preguntas a alguien que haya trabajado en el turno de la noche del 14 de febrero pasado.

-¿De parte de quién? -espetó la chica de mala manera y mirándolo de arriba abajo.

-De Scotland Yard -informó Harry, sacando una placa de uno de los bolsillos de su chaqueta. La chica abrió mucho los ojos y su semblante se tornó más amable.

-Tim atiende la puerta -dijo y señaló con un movimiento de cabeza a un hombre bastante fornido y calvo que estaba entrando en ese justo momento.

-¡Lo conozco, Potter! -exclamó Malfoy detrás de él sin poder ocultar su emoción-. Siempre me deja pasar sin pagar cover. Una mirada, una sonrisa, y el bobo cae rendido a mis pies.

Harry lo miró largamente.

-¿Siempre tienes que ser tan presumido? -le susurró mientras se dirigía directamente hacia el tal Tim.

-Es parte de mi encanto -respondió Malfoy sonriendo y de cierta forma Harry se alegró de tener al cretino arrogante de vuelta. Malfoy lo alcanzó y le preguntó al oído-: ¿Scotland Yard? ¿No es esa la policía muggle?

-Sí. Placas falsas que nos proporcionan a los aurores -masculló Harry-. Así es más fácil y te evitas andar usando encantamientos desmemorizantes a diestra y siniestra. -Llegó ante su hombre y le regaló una sonrisa que intentó fuera lo más atractiva posible-. Tim, ¿verdad?

El fortachón reaccionó ante la sonrisa de Harry igual como si lo hubiese obligado a beber una poción de amor.

-A tus órdenes -le dijo con una sonrisa aún más grande-. ¿Qué puedo hacer por ti?

Harry se rió nerviosamente durante unos segundos y Malfoy, a su lado, jadeó de la indignación.

-Necesito saber si recuerdas haber visto a este hombre durante la noche del 14 de febrero -dijo mientras sacaba de su chaqueta una foto de Malfoy que éste miró con sumo interés. Tim también la miró durante un momento antes de asentir.

-Sí, claro que lo vi. No recuerdo su nombre, pero sé que es cliente asiduo. Me da buenas propinas -le informó a Harry, regresándole la foto y volviendo a volcar toda su atención en él. Malfoy parecía estar echando humo por las orejas y Harry supuso que se debía a lo fácil que el otro chico parecía “caer rendido a los pies” de cualquiera-. Yo a ti te conozco -dijo de pronto Tim y Harry enrojeció. Ay, no. No otra vez-. No sé dónde he visto tu cara porque no te ubico como cliente de aquí, pero…

Harry carraspeó, tomando la foto de Malfoy y embutiéndosela en el mismo bolsillo de donde la había sacado.

-Probablemente me has visto en los periódicos o en la TV -dijo con rapidez-. Soy un detective con muchos casos resueltos en mi historial y a veces la prensa me hace preguntas… y eso.

Malfoy soltó un bufido de burla y Tim frunció el entrecejo.

-Sí… eso puede ser.

-Bueno, el punto es que necesito saber si viste a este hombre salir acompañado de alguien o si recuerdas algún suceso fuera de lo común relacionado con él. Su paradero es desconocido desde esa noche y estamos investigando.

Tim abrió mucho los ojos y negó con la cabeza.

-Nada inusual. Llegó solo pero se fue bien acompañado. Como siempre.

Una punzada dolorosa recorrió a Harry ante esa información. Evitando a toda costa mirar hacia Malfoy, preguntó a Tim:

-¿Recuerdas cómo era su acompañante? Es extremadamente importante contar con una descripción precisa.

-Pues claro, es difícil de olvidar. Era de piel oscura, guapísimo y muy, muy alto. Y el rubio y él iban casi abrazados, como si fueran los mejores amigos del mundo. ¿Te sirve eso?

Sin responderle y olvidando que Tim podría tildarlo de loco, Harry se giró hacia Malfoy y le dirigió una significativa mirada. Malfoy también lo miró, la incredulidad y el dolor de la traición eran claras en sus ojos grises. Porque ahora ambos lo sabían y era poco probable que se estuviesen equivocando al llegar a la conclusión de que, aquella noche, Malfoy se había largado de ese club acompañado de Blaise Zabini.

~

Era difícil decir quién estaba más anonadado por el comportamiento de Harry esa tarde de abril: si los empleados de las oficinas administrativas que se quedaron a cuadros cuando el auror entró al archivo a robarse el expediente de la desaparición de Draco Malfoy; o los otros aurores -Terry y Ron entre ellos- que lo vieron cruzar como tromba los cubículos del cuartel para llegar a la oficina del jefe; o éste, que se quedó boquiabierto cuando Harry llegó hasta su escritorio y arrojó los pergaminos del expediente encima del mueble; o el mismo Malfoy, que lo acompañaba sin decir palabra, como si no pudiera creer la repentina actitud resuelta de su “compañero de habitación”.

-Tengo información nueva para este caso -le soltó Harry al jefe Robards mientras oprimía enérgicamente un dedo sobre la carpeta con papeles-. Exijo que se asigne un equipo para investigar de inmediato. Es probable que este mago desaparecido siga con vida y que su supervivencia dependa de lo rápido que ustedes se muevan para encontrarlo.

A su lado, Malfoy abrió mucho los ojos y sonrió discretamente ante el despliegue de insolencias de Harry hacia su superior. Por su parte, el jefe Robards -un veterano casi anciano y que tenía a Harry en muy alta estima- frunció el ceño un poco, aunque era notorio que no le molestaba el tono impertinente con el que Harry le había hablado. Éste pensó, no sin un poco de culpa, que tal vez el pobre hombre ya estaba más que acostumbrado.

El jefe suspiró con resignación y echó un vistazo a los papeles que Harry le había colocado en el escritorio.

-Es un simple caso de desaparición sin ninguna pista a seguir -dijo cuando terminó de hojearlos. Levantó de nuevo los ojos hacia Harry y lo miró inquisitivamente-. ¿Cuál información relevante pudiste haber conseguido tú, Potter? Adoraría escuchar lo que tengas que decir.

Con eso, el viejo se acomodó en el sillón que por tanto tiempo había querido delegarle a Harry. No era un secreto para nadie en el departamento que si Robards no se retiraba era porque su deseo era nombrar a Harry como jefe antes de hacerlo. Harry sencillamente se había negado a aceptar el puesto durante mucho tiempo, y más después del escándalo suscitado por culpa del video.

Harry le dirigió a Malfoy una mirada nerviosa antes de responder.

-Miente -le sugirió éste-. Si dices la verdad, que me ves y que hablas conmigo, te mandarán directo a la sala Janus Thickey en San Mungo.

Harry asintió levemente y se giró de nuevo hacia Robards.

-Bu-bueno, es que… verá, hoy en la mañana fui a tomarme un té a un sitio llamado The Edge, que durante el día es cafetería y por la noche, un bar… muy costoso, por cierto… -el jefe lo miró con gesto de desconcierto y Harry se puso cada vez más y más nervioso. ¿Cómo iba a convencerlo de eso?-. Y escuché a los empleados hablar. Decían… decían que durante la noche del 14 de febrero, y qué buena suerte que haya sido una fecha festiva, ¿no cree? Porque así es más fácil recordar detalles y esas cosas… y bueno, ellos decían que esa noche vieron a un hombre, cuya descripción encaja perfectamente con la de Malfoy, haber salido acompañado de otro hombre que sin lugar a dudas se trataba de Blaise Zabini. -El gesto de suspicacia del jefe se incrementaba a momentos y Harry sabía que eso que le contaba era tan duro de creer que podría considerarse afortunado si no lo sacaba a hechizos de ahí-. Y entonces, recordé que Malfoy había desaparecido justo ese día, y bueno… yo antes ya le había preguntado a Zabini si acaso tenía conocimiento de lo que le había sucedido a Malfoy y él me aseguró que no. Pero ahora, con lo que me dijeron en el pub, sé que me mintió. Lo que obviamente convierte este caso de desaparición en uno de secuestro que amerita toda la atención de los aurores.

El jefe asentía con la cabeza pero sin lucir en absoluto convencido.

-Obviamente, claro -dijo en voz baja.

Malfoy tenía una mano sobre la cara.

-Potter, eres el peor mentiroso que haya pisado la Tierra. Además -agregó, bajando la mano y endureciendo su expresión-, no hables como si Blaise me hubiese secuestrado. Todavía no sabemos qué fue lo que pasó. Tal vez sólo ocultó un poco de información para no meterse en problemas.

Harry lo miró sin decir nada. Sabía que Malfoy podía tener razón, pero su intuición le estaba gritando otra cosa. Sobre todo cuando recordaba los comentarios despectivos que Zabini les había dedicado a los homosexuales. ¿Acaso Malfoy no había escuchado eso también? Incapaz de discutir con él en ese momento, Harry se concentró en el jefe Robards. Sabiéndose derrotado para convencerlo de otra manera, hizo uso del único recurso que le quedaba a mano: la negociación.

-Jefe -comenzó a hablar apresuradamente-, sé que es duro de creer, y usted puede pensar que es una tontería y una pérdida de tiempo y recursos enviar un escuadrón a casa de Zabini a investigar, pero si lo hace… yo… -tragó duramente antes de proseguir, su jefe y Malfoy observándolo con interés-. Si lo hace, yo regresaré a ocupar mi puesto y, todavía mejor, aceptaré el ascenso que usted deseaba otorgarme -finalizó con el rostro enrojecido de la vergüenza por estar ofreciendo algo así.

Porque se había prometido a él mismo que no aceptaría el puesto de jefe de aurores; no después de haberse expuesto de aquella manera tan degradante ante toda la sociedad. Sin embargo, a tiempos difíciles, medidas desesperadas. Si era la única manera de salvar la vida de Malfoy, pues entonces la Inglaterra mágica tendría que aguantar tener a un degenerado sexual como responsable del atado de aurores.

Robards se le quedó viendo con los ojos muy abiertos. Harry sabía que el anciano quería, más que nada, que Harry aceptara quedarse en su puesto para poder marcharse con tranquilidad. El viejo siempre se la pasaba diciendo que ninguno de los otros imbéciles reunía las características necesarias para comandar el escuadrón.

-Supongo -dijo Robards con voz pausada- que esto es, más que nada, una de tus famosas corazonadas, ¿no, Potter?

Harry le sonrió torpemente, intentando parecer encantador.

-Sí, señor. Exactamente eso. Estoy tan seguro de que Zabini tiene algo que ver con esto, que podría apostar mi trabajo a que no estoy equivocado.

Robards entrecerró un poco los ojos.

-¿Te harás responsable de cualquier fallo? -le preguntó.

-Absolutamente, señor -afirmó Harry con un poco más seguridad.

-De acuerdo, entonces. A partir de este momento, puedes considerarte jefe de aurores en entrenamiento. Tu licencia ha sido revocada, te quiero aquí todos los días cumpliendo tu horario. Toma un equipo y lárgate al domicilio de ese mago y haz lo que tengas que hacer.

Harry no pudo evitar sonreírle a Malfoy antes de responderle a Robards:

-Sí, señor.

~

Resultó que Zabini, igual que Malfoy, poseía un lujoso apartamento en el centro de Londres en el que solía pasar más tiempo que en su casa familiar, según le contó Malfoy a Harry. Le susurró a toda prisa, apenas salieron de la oficina de Robards, que si Zabini estaba ocultando algo, lo más probable era que fuera en ese lugar y no en su mansión ubicada al suroeste del país. Rápidamente le dio las señas para llegar y Harry tomó nota mental de todo.

Ya antes, cuando el hombretón de The Edge les había dado aquella información, Malfoy, a duras penas recobrado de su estupefacción inicial, le había contado a Harry que no recordaba lo acontecido en el piso superior del bar. Harry creía que tal vez Zabini le había aplicado algún hechizo desde aquel momento, un confundus o peor, un imperius. Algo que provocaba que ahora Malfoy no tuviera ninguna memoria y con el cual lo había obligado a acompañarlo.

-Odio no poder acordarme de nada -le había confesado Malfoy a Harry, enojado y angustiado a partes iguales-. Y odio mucho más no poder pensar en cuál motivo tuvo Blaise para haber estado conmigo esa noche y después, haberlo ocultado.

-Lo descubriremos -le había dicho Harry-. Les informaré a los aurores que Zabini fue la última persona que te vio esa noche y tendrán que investigarlo.

Entonces Malfoy parecía no haber creído mucho en la palabra de Harry, pero ahora, en ese momento y ante el beneplácito del jefe Robards, Malfoy lucía ya un poco más confiado en que aquella pesquisa por fin llegaría a buen término y conseguirían recuperar su cuerpo.

El anuncio que Harry les hizo a los demás aurores de que a partir de ese día se reincorporaba al escuadrón y ahora en el puesto de jefe en entrenamiento, fue recibido, según le pareció, con más aceptación y alegría de lo que esperaba. La mayoría de sus compañeros se levantaron de su silla para felicitarlo por regresar y por el ascenso, otros le dieron una palmada en la espalda y Ron, incluso, le dio un caluroso abrazo que hizo que Harry se sonrojara.

Sólo unos pocos, Terry y sus amigos cercanos, fueron los que demostraron franca burla ante el atrevimiento de Harry de volver. Con una enorme sonrisa maliciosa, Terry no dejó de observar descaradamente a Harry como si creyera que con el puro poder de su mirada podría ridiculizarlo lo suficiente para conseguir que saliera corriendo de ahí. Eso tal vez hubiese funcionado antes, pero ahora Harry tenía un objetivo muy importante que cumplir y, por tanto, dejaría su turbación personal a un lado para poder trabajar.

A Harry no le pasó desapercibido que Malfoy miraba a Terry como si quisiera poder fulminarlo. El desprecio en sus ojos era tanto que Harry se asombró y, curiosamente, hizo que se sintiera mucho mejor. Sonrió para sus adentros, convencido de que Malfoy lo odiaría si supiera que su compañía era para Harry como la presencia de un ángel guardián.

Después de los saludos, las bienvenidas y los resoplidos de descrédito, Harry les informó a los aurores acerca de la misión. Formó un equipo de cinco miembros en el cual incluyó, por supuesto, a Ron. Antes de marcharse, éste se acercó hasta Harry y se lo llevó aparte. Malfoy, como buen chismoso que era, los siguió.

-Oye, compañero -comenzó a decirle Ron con gesto de preocupación-, no me tomes esto a mal, ¿de acuerdo? Mira, estoy más feliz que nadie porque has regresado y además has aceptado por fin tomar el lugar que te mereces. Pero… -enrojeció un poco antes de continuar-. ¿Tú, queriendo rescatar a Malfoy de un supuesto secuestrador que, oh, casualidad, resulta que es su mejor amigo? ¿Y Malfoy, de entre toda la gente, Harry? ¿En serio? Dime por favor que esto no tiene nada que ver con esa alucinación de la que me contaste antes.

Harry lo miró intensamente, preguntándose si le creería si le contaba la verdad. Después de todo, era el único en todo el escuadrón que lo conocía lo suficiente como para poder encontrar el punto irónico al hecho de que Harry Potter deseara rescatar a Draco Malfoy con ese ahínco que parecía estar demostrando y que tuviera dudas de lo que en realidad estaba pasando. Y al mismo tiempo, también Ron era el único que podría creer la historia fantástica de que Harry tenía al espíritu de Malfoy viviendo con él.

-No -le advirtió Malfoy con voz urgente al notar su titubeo-. No. Le. Cuentes. Potter. ¡No te creerá, te lo aseguro! Lo único que sacarás es que te obligue a ir al hospital.

Harry tragó. Malfoy, como siempre, tenía razón.

-No -le contestó a Ron nerviosamente-. No es eso. Te lo prometo. Es lo que les expliqué: fue una completa casualidad que haya escuchado esa conversación entre los empleados.

Ron lo miró como si no le creyera, pero no le insistió más. A unos metros de ellos, el grupito formado por Terry y sus amigos estaban pasándosela en grande mientras se reían a carcajadas del aparente descubrimiento del siglo.

-Si de verdad Malfoy y Zabini fueron a ese pub -le decía Terry a sus oyentes-, es porque ambos son unos hipócritas de mierda y tienen de heterosexuales lo que yo tengo de obrero de una plataforma petrolera en medio del océano. ¡Y Malfoy es el peor de todos, según veo! Hasta casado es, el cabrón. Seguramente sólo lo hizo para cumplir con las apariencias.

Malfoy apretó los puños y miró a Terry todavía con más ira que antes. Harry se acercó a él y le murmuró disimuladamente:

-Lo siento muchísimo, Malfoy. No pensé en las consecuencias de revelar el nombre del pub…

Malfoy se giró a verlo, el enojo brillando con ganas en sus ojos color plata.

-Exacto, Potter. No pensaste. Como siempre. Ahora todo el mundo atará cabos y… -se interrumpió. Parecía demasiado furioso como para continuar.

Ni él ni Harry dijeron más, la realidad de la auténtica preferencia sexual de Malfoy flotando sobre ellos, demasiado evidente como para ser ignorada. Harry pensó en Astoria y de nuevo tuvo ganas de acribillar a Malfoy con miles de preguntas acerca de su relación con ella y el verdadero estado de su matrimonio, pero se contuvo. No era el lugar ni el momento. Y lo peor era que tal vez nunca lo sería.

Apesadumbrado, Harry se alejó de Malfoy y les indicó a los aurores de su equipo en dónde tenían que aparecerse. Entonces, todos a un tiempo se dirigieron hacia un punto cercano al domicilio de Blaise Zabini en Londres.

Harry sabía que, de algún modo, Malfoy se había marchado junto con ellos. Podía sentir su presencia cálida mientras giraba sobre sí mismo y recorría la distancia que los separaba del sitio donde habían acordado aparecerse. Y otra cosa que Harry también sabía, aunque le costara reconocerlo, era que extrañaría la compañía de Malfoy una vez que el cretino recuperara su cuerpo y saliera de su existencia para nunca volver.

# fluffyfest 2012: fic

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