Título: El apartamento de la calle Marshall
Autora: Anónimo
Reto: # - 11 Película "Como si fuera cierto"
Reto proporcionado por:
ha_ru_ka_naNúmero de palabras: ~62,000 en 11 capítulos
Rating: NC-17
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loredi Parte 1 Parte 2 Parte 3 Parte 4 Parte 5 Capítulo 6
La noche caía ya cuando se aparecieron en una callejuela solitaria del exclusivo barrio de Mayfair. Harry se dejó dirigir por Malfoy mientras que Ron y otros cuatro aurores lo seguían a él. Llegaron hasta un bonito edificio que estaba sobre la calle Park y Malfoy se detuvo ante la puerta.
-Aquí es -dijo, visiblemente nervioso. Harry, que lo conocía lo suficiente, sabía que a Malfoy le asustaba tanto saber la verdad acerca de su propia situación como el enfrentarse a una posible traición de parte del que consideraba su mejor amigo. Por el bien de Malfoy, Harry deseaba estar equivocado con respecto a Zabini-. Es el apartamento del tercer piso.
-Un momento -les dijo Harry a sus aurores-, primero asegurémonos de que Zabini no pueda escapar.
Levantó su varita y aplicó un poderoso encantamiento sobre todo el edificio que impedía usar la aparición y otro que cerraba momentáneamente la red flu. Entonces, tocó el timbre y después de unos momentos, un sorprendido Zabini respondió por el intercomunicador.
-¿Potter? ¿Qué demonios quieres aquí? -espetó con voz irritada. Harry supuso que el imbécil había colocado algún encantamiento para ver a las personas que tocaban a su puerta, algo que funcionaba como una cámara muggle-. ¡¿Y por qué te atreves a usar magia sobre mi casa?! -preguntó Zabini histéricamente.
-Vengo en misión oficial, Zabini -le respondió Harry-. Necesitamos interrogarte respecto a la desaparición de Draco Malfoy. Se sabe que tú fuiste la última persona en verlo la noche del 14 de febrero.
Zabini demoró casi un minuto en responder.
-No tengo nada qué decir sobre eso. Habla con mi abogado si…
-Zabini -lo interrumpió Harry-, te advierto que traigo una orden de allanamiento. Si no me permites entrar a la buena…
Harry hizo una pausa mientras miraba a sus aurores y luego, a Malfoy. Éste no se había separado de su lado y tenía en la cara una expresión indescifrable.
Finalmente, la puerta del edificio se abrió con un sonoro clic.
-Entren -gruñó Zabini a través del intercomunicador-. Les daré cinco minutos y no más. Si destruyen o arruinan algo, no encontrarán alivio a las demandas que haré al Ministerio.
Harry puso los ojos en blanco y entró al lugar escoltado por sus aurores. Zabini los recibió en un apartamento muchísimo más lujoso que el de Malfoy en el Soho; permitió la revisión en cada una de sus tres habitaciones -donde nadie encontró nada sospechoso-; e insistió, ante el interrogatorio de Harry, que era mentira que él hubiese estado en ese bar y mucho menos que hubiese salido de ahí acompañando a Malfoy.
-Tu locura no conoce límites, ¿cierto, Potter? -le dijo Zabini en tono de burla-. Primero afirmas ver al fantasma de Draco, ¿y ahora juras que fui yo quien lo desapareció? -Se rió-. ¿Te lo contó tu amigo imaginario o de dónde demonios lo has sacado?
Harry apretó los dientes y no respondió. Notó que Ron lo miraba extrañado, pero antes de que nadie más pudiera decir algo y harto de no tener nada en claro, les indicó a los demás que se iban de ahí. Miró brevemente hacia Malfoy. La expresión de éste continuaba vacía y sus ojos permanecían clavados en Zabini.
-Esto no termina aquí -masculló Harry, sintiéndose enfurecido e impotente-. Conseguiré una orden para obligarte a beber Veritaserum y no tendrás más remedio que cantar la verdad -prometió a Zabini con voz tensa.
Éste sólo sonrió muy pagado de él mismo.
-Estaré encantado, Potter. Adoro la sensación. ¿Algo más que pueda hacer por ti?
Harry tardó en responder. Acaba de percatarse de que Malfoy ya no estaba a su lado. Echó un vistazo a su alrededor, pero parecía que Malfoy simplemente se había ido de ahí. Tal vez, como él, se había dado cuenta de que no había nada en ese apartamento que les ayudara a esclarecer el misterio.
Harry miró de nuevo hacia Zabini, quien todavía tenía una mueca engreída en la cara.
-Regresaré -le advirtió.
-Pero no olvides traer un obsequio para esa ocasión, Potter -se burló Zabini-, como, por ejemplo… la segunda parte de tu película. Todo el mundo mágico se lo está preguntando: ¿quién será el siguiente afortunado en follarse a la Perra Potter?
Harry enrojeció automáticamente y, detrás de él, sus compañeros emitieron diferentes expresiones de enojo e indignación. Ron, más furioso que nadie, no dudó en sacar su varita y lanzarse contra Zabini. Harry alcanzó a detenerlo justo antes de que le lanzara algún hechizo.
-¡Haré que te tragues tus palabras! -gritaba Ron mientras luchaba para liberarse del agarre de Harry y de Malcolm Baddock, otro de los aurores-. ¿Cómo te atreves?
-¡No, Ron! -intentaba tranquilizarlo Harry-. ¡No vale la pena!
-Exactamente, Weasley, no vale la pena -canturreó Zabini, quien parecía estar gozando en grande-. ¿Para qué pelear por el honor de tu amiguita, si es bien sabido por todos que le encanta que le den por atrás?
-¡Eres un hijo de puta, Zabini! -rugió Ron.
-¡Ron! -le gritaba Harry-. ¡Cálmate!
Ante la insistencia de Harry y los demás, Ron terminó por serenarse. Maldiciendo entre dientes y rojo por culpa de la rabia y los forcejeos, se guardó la varita y caminó hacia la puerta sin decir más.
Resoplado por culpa de la refriega, Harry pensó que justamente por ese tipo de cosas era que había temido tomar el mando de los aurores. Sabía que la gente jamás olvidaría su ignominioso desliz con Terry Boot y provocaría situaciones como esa que sólo avergonzarían a sus subordinados. Pero en ese momento ya era demasiado tarde para arrepentirse: había dado su palabra de regresar para quedarse.
Zabini soltó una risita y Harry, resignado, les pidió a todos que se retirasen de ahí. Se dirigían hacia la puerta donde Ron los esperaba, cuando de pronto Malfoy se apareció justo enfrente de Harry, bloqueándole el paso.
-Potter -le dijo con urgencia, los ojos muy abiertos y el rostro más pálido de lo habitual-. Creo que… creo que Blaise me tiene en una de las habitaciones, oculto con algún encantamiento. Fui y aunque no vi nada, te juro que lo sentí. ¡Sentí mi cuerpo! ¡Regresa y aplica hechizos reveladores! ¡Yo estoy aquí, lo sé!
-¿Estás seguro? -le preguntó Harry con un jadeo.
La mirada de indignación y miedo que le dirigió Malfoy fue suficiente para saber.
Harry sacó su varita al tiempo que se giraba hacia Zabini y le apuntaba con ella.
-¡Revisen de nuevo las habitaciones y apliquen homenun revelio! -les gritó a sus compañeros-. Malfoy está aquí. Estoy seguro. -Nadie se movió durante un momento, todos estaban visiblemente desconcertados ante el arranque de Harry. Zabini, por su parte, levantó las manos y puso cara de terror-. ¡MUÉVANSE! -bramó Harry y todos parecieron reaccionar.
Se dividieron y entraron a las tres habitaciones a un tiempo mientras Harry vigilaba a Zabini y Malfoy continuaba parado a su lado, tan preocupado que parecía no poder hablar. Harry escuchó a sus aurores convocar el encantamiento que revelaba presencia humana y finalmente, Ron lo llamó a gritos.
-¡TENÍAS RAZÓN, HARRY! ¡AQUÍ ESTÁ MALFOY!
Harry bufó de alivio y giró la cara para mirar a Malfoy.
-¡Te encontramos! -exclamó sin pensar.
Ese leve descuido bastó para que Zabini pudiera sacar su varita y se dispusiera a atacarlo.
-¡Potter! -gritó Malfoy, señalando hacia Zabini-. ¡Ten cuidado, imbécil!
Esa advertencia fue suficiente para que Harry pudiera arrojarse con fuerza hacia un lado y esquivar la maldición que Zabini le había echado. Levantó su varita para responder el ataque y le lanzó el encantamiento desarmador, pero Zabini ya se había parapetado detrás del muro del corredor.
-¡Levántate, Potter! -le urgió Malfoy, quien parecía realmente desesperado e incluso deseoso de ayudarle a incorporarse-. ¡Te matará, LEVÁNTATE!
-¡En eso estoy! -resopló Harry mientras se incorporaba de un salto, dándose cuenta de que tanta cerveza consumida durante esos días más la falta de actividad física, le estaban cobrando factura. No se sentía tan ágil como antes.
Una maldición cayó justo en el punto donde Harry había estado tendido apenas un segundo atrás. Él volvió a contratacar, pero sus hechizos sólo rebotaban en la pared. Suspiró y se lanzó hacia donde estaba escondido Zabini. Tendría que enfrentarlo cara a cara.
Sin embargo, eso ya no fue necesario. Harry escuchó que alguien hechizaba a Zabini por la espalda, acción que lo hizo desplomarse con extrema violencia contra un sillón de la sala, dejándolo inconsciente y desarmado. Harry recogió su varita y se asomó con rapidez al otro lado del muro. Descubrió que había sido Ron el que había venido en su auxilio y quien no se veía en absoluto disgustado por haber tenido que noquear a Zabini de aquella manera.
-¿Estás bien, Harry? -le preguntó sin disimular la sonrisa de satisfacción.
Harry asintió y no se entretuvo en agradecimientos; buscó a Malfoy con la mirada y entonces, ambos caminaron rápidamente hacia la habitación de la que había salido Ron.
Tanto Harry como Malfoy se quedaron inmóviles bajo el marco de la puerta al ver el cuerpo de éste último, recostado en la cama y cubierto con las mantas como si sólo estuviese durmiendo plácidamente.
-¿Está vivo? -preguntó Harry en un susurro apenas audible.
La auror que estaba junto al cuerpo de Malfoy, una chica llamada Patricia Stimpson, asintió.
-Tiene pulso. Débil, pero se siente.
-¿Y ya… ya intentaron reanimarlo?
Patricia volvió a asentir.
-Sí, pero no despierta, jefe -le dijo-. Ya le aplicamos varios ennervates y nada.
Harry echó un vistazo alrededor. Había, en un rincón del cuarto, varias botellas vacías que aparentemente habían servido para almacenar alguna poción.
-Que alguien se lleve eso para que analicen los restos de su contenido -ordenó mientras señalaba las botellas. Miró de nuevo hacia el cuerpo de Malfoy sobre la cama y luego, a su espíritu, quien, azorado, se observaba a él mismo desde la puerta-. Y llamen a los medimagos de emergencias -masculló Harry con un nudo en el estómago y deseando fervientemente que no hubiesen llegado tarde. El cuerpo de Malfoy lucía extremadamente delgado y más pálido de lo que Harry lo había visto jamás-. Necesitamos llevar a Malfoy al hospital.
~
Harry no dejó de ladrar órdenes e indicaciones hasta que tuvieron a Malfoy a buen resguardo en la sala de emergencias de San Mungo, rodeado de tal cantidad de sanadores que ni Harry ni su propio espíritu, de pie a unos metros de la cama, podían verle ni un pelo. Harry presentía que de no haber sido por su insistencia y evidente angustia, nadie en el hospital habría tratado a Malfoy con aquella atención privilegiada, y ese pensamiento lo amargaba con ganas.
Pero por otra parte, también se alegraba de poder obtener algo de provecho de su maldita fama y de su puesto actual. Incluso nadie se había atrevido a sugerirle que saliera de la sala aun cuando ésta estaba a reventar y todos corrían frenéticos de un lado a otro, queriendo sanar a toda costa a ese mago que parecía ser tan importante para el futuro jefe de los aurores.
Harry sabía que en ese preciso momento también le estaban brindando a Zabini cuidados mágicos en otra de las salas del hospital, todo porque nadie había podido reanimarlo después de que Ron lo desmayara en su apartamento. La verdad era que a Harry no podía importarle menos si el ese traidor vivía o moría, pero era consciente de que lo necesitaba para interrogarlo, así que se veía obligado a desear su recuperación. Ya se encargaría de él después de asegurarse de que todo estuviera bien con el cuerpo de Malfoy.
Después de larguísimos minutos -una media hora, tal vez-, los sanadores parecieron decidir que lo que se podía hacer por Malfoy, lo habían hecho ya. El ambiente a emergencia que se había respirado en la sala disminuyó hasta desaparecer, y entonces, el sanador en jefe pidió a los sanadores en prácticas que llevasen al enfermo a una sala del cuarto piso. Harry, que sabía bien que esa era la planta donde se cuidaba a los pacientes que habían sufrido daños provocados por hechizos, intervino con acritud:
-Pero, ¿cómo pueden saber que fue un hechizo? ¡Las botellas encontradas donde lo tenían cautivo pueden ser prueba de que le estaban administrando una poción!
Mientras los sanadores más jóvenes preparaban a Malfoy para trasladarlo, el sanador en jefe se acercó hasta Harry y le habló en voz baja.
-El problema con el señor Malfoy es que no sabemos en realidad qué fue lo que provocó este estado. Es tan probable que se trate de una poción, como usted señala, auror Potter, como de un hechizo de magia oscura. No sabemos. Mientas intentamos averiguar qué fue lo que le sucedió y en vista de que su estado es irreversible…
-¡Espere, espere! -lo interrumpió Harry, comenzando a aterrorizarse-. ¿Irreversible? -repitió con voz ahogada-. ¿Cómo pueden saber eso ya?
El sanador le dedicó una larga mirada. Parecía cansado y a punto de perder la paciencia.
-No ha reaccionado a ninguna de las sanaciones que habitualmente consiguen devolver la consciencia a los pacientes, así que… podríamos ir asumiendo que tal vez este estado es definitivo y probablemente dormirá hasta languidecer y morir.
Harry no se atrevió a mirar hacia el espíritu de Malfoy. Lo sentía. Lo sentía a su lado, y podía percibir su terror y desamparo. Exactamente lo mismo que estaba experimentando él. ¿Cómo era posible que después de todo lo que habían pasado para encontrar su cuerpo, ahora les salieran con esto?
-Me niego a aceptar ese diagnóstico y exijo que averigüen qué fue lo que lo puso así -dijo en voz baja, tan furioso que apenas sí podía hablar-. En cuanto su secuestrador esté en condiciones de ser interrogado, yo mismo le sacaré la verdad. Estoy seguro de que conociendo la causa…
-Será más fácil dar con la solución -completó el sanador con aire cansino-. Lo sabemos, auror, y por eso pondremos todo de nuestra parte para descubrirlo. Tenemos ya en el laboratorio muestras de las botellas que trajo su equipo. Usted interrogue al criminal y nosotros, mientras tanto, analizaremos las pociones. En cualquier momento tendremos un resultado.
Sin decir más, el sanador salió de la sala de emergencias. Harry se giró hacia Malfoy, quien tenía la mirada clavada en su cuerpo inerte, el cual estaba siendo colocado encima de una camilla flotante. Los sanadores pasaron a su lado dirigiendo la camilla con sus varitas, y Harry y Malfoy los siguieron a una distancia que les permitía hablar sin que Harry fuera escuchado.
-No te des por vencido, Draco -le susurró-. Estos sanadores estúpidos siempre se adelantan en sus diagnósticos y pronósticos. Creen que se ven muy listos haciendo eso.
Malfoy suspiró y le dedicó una sonrisa amarga.
-¿Algún día comprenderás que no me gusta que me llames por mi nombre de pila, Potter?
Harry lo miró largamente mientras esperaban un ascensor. Los sanadores con el cuerpo de Malfoy se habían adelantado en otro.
-Creo que no -fue lo que le dijo-. ¿Por qué habría de molestarte? A mí no me importaría que me llamaras Harry.
Malfoy soltó un resoplido de burla.
-Apuesto a que no.
Harry lo miró extrañado.
-¿Y eso qué se supone que significa?
Malfoy negó con la cabeza a modo de respuesta y no dijo más. Se veía tan deprimido y cansado que Harry se dio cuenta de que era hora de callarse la boca y dejarlo en paz.
~
-¿La Sala de Embrujos Irreversibles? -preguntó Ron en cuanto entró al cuarto-. ¿Así de mal está?
Harry, en vez de responderle, le preguntó:
-¿Zabini ya despertó? -Su cuestionamiento hizo que Ron enrojeciera y evitara su mirada. A Harry eso le olió muy mal-. Ron, ¿qué pasó?
-Esto… -Ron se removió inquieto bajo el dintel de la puerta-. Resulta que sin querer le apliqué al cretino la maldición del cerebro de mermelada… y como comprenderás, se encuentra un poco indispuesto para pensar, y ya ni se diga para responder a cualquier pregunta.
-¡Ron! -bramó Harry y Malfoy, a su lado, murmuró “Qué grandísimo estúpido”-. ¡Bien sabes que tenemos prohibido usar ese tipo de maldiciones en las personas que arrestamos!
-¡Lo sé, pero en ese momento estaba tan enojado con él que lo olvidé!
Harry suspiró profundamente mientras intentaba no mirar hacia Malfoy.
-¿Cuánto demorarán los sanadores en restablecerle el cerebro a su estado de imbecilidad normal?
Ron se encogió de hombros.
-Probablemente un día… o dos. No saben.
Harry intentó luchar contra el pesimismo que amenazaba con invadir su ánimo. Después de todo, un día o dos no era mucho. Si Malfoy ya tenía dos meses en aquellas condiciones, tal vez podría aguantar unas pocas horas más. Además, quedaba la esperanza de averiguar, por medio de los análisis, cuál era la poción que habían usado en él. Tal vez esa fuera la clave de todo y no se necesitaría otra cosa.
-Ah, por cierto -dijo Ron, sacándose una varita de la chaqueta-. Terminamos de registrar el apartamento y encontramos esto. Creo que es la de Malfoy.
Se la pasó a Harry y éste, después de dudarlo un segundo, la tomó casi con reverencia. De inmediato sintió magia picándole en los dedos; la conocida y cosquilleante magia de una varita en respuesta a un mago al que todavía reconoce como uno de sus amos. Ésa era la varita de espino que le había quitado a Malfoy y que había usado para derrotar a Voldemort hacía años, y la cual había regresado al rubio cuando todo aquello hubo finalizado.
-Mi varita -susurró Malfoy detrás de él; todo el anhelo y el cariño que un mago podía llegar a sentir por su instrumento mágico, impresos en sus palabras.
Disimuladamente, Harry se giró hacia él para mostrarle la varita. Malfoy apretó los labios y abrió y cerró las manos: era evidente que se encontraba ansioso por volver a hacer magia. Harry le sonrió con tristeza, intentando decirle con ese gesto que él cuidaría de su varita y se la devolvería en cuanto todo eso hubiese terminado… otra vez.
-Gracias, Ron -dijo-. Yo la guardaré para entregársela a Malfoy cuando esté bien.
La conservó unos instantes más en sus manos hasta que le pareció que Malfoy aceptaba el hecho de que no podía tocarla, y entonces se la guardó en el mismo bolsillo de su pantalón donde tenía la de él. Luego, como si se hubiesen puesto de acuerdo, Ron, Malfoy y él clavaron su vista en el mago que yacía en una de las camas.
La sala donde estaban era muy amplia y mucho más acogedora que otras que Harry conocía en el hospital. Éste pensó que tenían mucha suerte de que no hubiese más pacientes en ese momento a excepción del mismo Malfoy. La cama que ocupaba era la más cercana a la ventana, y aunque ahora era de noche y no podían saber, Harry confiaba que durante el día pudieran entrar algunos rayos de sol a través del cristal que le ayudaran a recuperarse de esa palidez cadavérica que dominaba su tez.
-Harry -le habló Ron, sacándolo de sus cavilaciones-. ¿No le has ordenado a nadie que avise a su familia?
La pregunta hizo que la sangre se le congelara en las venas.
-¿Cuál familia?
-Pues la familia de Malfoy, obviamente. Hace horas que lo encontramos, ¿y todavía no se los has comunicado?
Harry tragó y de nuevo, evitó ver a Malfoy a la cara. Se había olvidado por completo de que Malfoy tenía una esposa que lo estaba buscando. Simplemente, lo había olvidado. ¿Cómo era posible? ¿Y por qué el maldito de Malfoy no se lo había recordado?
-No -reconoció con culpa-. ¿Podrías pedirle a alguien, a Patricia o a quien sea, que se encargue de mandarle una lechuza a Astoria? -Ron hizo un gesto de extrañeza y Harry aclaró-: Es la esposa de Malfoy. Supongo que la encontrarán en su mansión.
Ron asintió y salió de ahí, no sin antes dedicarle a Harry una larga mirada llena de interrogantes. Harry sabía que tarde o temprano esa bomba entre Ron y él estallaría, pero mientras llegara el momento, todo estaba bien. Ya pensaría en algo para decirle a Ron sin que éste quisiera internarlo en la sala para locos de ese mismo hospital.
Un largo silencio se extendió entre Harry y Malfoy después de que Ron se hubiese retirado. Harry cambiaba su peso de un pie a otro, bastante nervioso por todos los errores cometidos en el rescate de Malfoy y que parecían incrementarse sin control.
-Draco…
-Para ti soy Malfoy.
Harry apretó los labios.
-Malfoy.
-¿Qué?
-Lamento haber olvidado avisarle a Astoria.
-Déjalo, Potter. Comprendo que eres un imbécil.
-También necesito disculparme por lo de Zabini. Ron no debía haber…
-Que lo dejes. Él también es un imbécil. Todavía más que tú.
-… y encima de todo, lamento mucho esto que te está ocurriendo. Quisiera, de verdad, poder hacer más por…
-¡QUE LO DEJES, TE ESTOY DICIENDO!
Y con ese grito, Malfoy se fue.
Harry se quedó boquiabierto mirando el punto donde Malfoy había estado parado y donde ahora no había nada. Durante un minuto o dos, Harry permaneció ahí con la esperanza de que Malfoy regresara, pero al ver que no era así, suspiró con enfado. Levantó la vista hasta el cuerpo inerte que descansaba en la cama y, después de titubear unos segundos, caminó lentamente hacia él.
Se quedó de pie a un lado. Ahora que estaba solo se sentía con muchísima más confianza para admirar sin reparos el rostro de carne y hueso del mago cuyo espíritu se había robado su tranquilidad y su sueño. Pasó saliva trabajosamente mientras sus ojos vagaban por aquella cara increíblemente pálida pero aun así, bastante atractiva. Los rasgos afilados, la piel suave, los labios finos. Las cejas largas y elegantes, las pestañas tan rubias que casi parecían transparentes, el largo y brillante cabello desperdigado sobre la almohada. Dios. Harry se mordió el labio inferior. Malfoy era irresistible a pesar de encontrarse en ese estado, y Harry ardía en ganas de tocarlo.
Apretó los puños. No debía. No debía.
Miró por encima de su hombro. Astoria no demoraría nada en llegar, y en cuanto ella arribara al hospital, toda oportunidad que Harry tenía para estar cerca del cuerpo de Malfoy se reduciría a cero. Era ahora o nunca.
Regresó sus ojos a Malfoy y, trémulamente, levantó un poco los brazos hacia él. No atreviéndose a tocar su rostro por parecerle ya demasiado temerario, simplemente tomó una mano de Malfoy entre las suyas. Admirado por la suavidad de su piel, no pudo resistirlo y la apretó firmemente.
-Draco -susurró aunque sabía que no podía escucharlo-. No pierdas la fe. Te juro que te recuperarás, yo te ayudaré. Así sea lo…
El espíritu de Malfoy se apareció de pronto delante de él, al otro lado de la cama. Harry, aterrorizado, soltó abruptamente su mano e intentó disimular. Malfoy tenía los ojos muy abiertos y lo miraba con asombro.
-¡Potter! -exclamó con algo que parecía más temor que enojo-. ¡¿Qué demonios estabas haciendo?!
-¡Nada! -mintió Harry.
Malfoy entornó los ojos con desconfianza.
-¡Claro que hiciste algo! Sentí que… -se interrumpió. Miró a Harry y luego a su propio cuerpo en la cama. La cercanía del uno al otro pareció ser todo lo que necesitaba para atar cabos. Jadeó con indignación-. ¿ME ESTABAS AGARRANDO LA MANO, VERDAD?
-¡Claro que no! -continuó mintiendo Harry. Primero muerto antes de reconocer nada ante Malfoy-. ¡No seas ridículo! ¿Por qué querría hacer semejante cosa?
-¡LO SENTÍ, POTTER, NO PUEDES NEGARLO!
¿Lo sintió? Harry podía reírse a carcajadas de eso. ¡¿Malfoy hablando de sentir cuando era Harry quien sentía TODO ESO que el otro lo obligaba a experimentar cuando invadía su…?! Un momento… Aquella línea de pensamiento de pronto consiguió que a Harry se le ocurriera algo.
-¡Malfoy! -gritó emocionado-. ¡Tal vez la razón por la que los sanadores no pueden despertarte es porque tu espíritu no está en tu cuerpo! ¿Cómo no se nos ocurrió antes? -Harry jadeó con alegría. Seguramente esa era la clave de todo-. ¡Tengo una idea! ¡Métete en ti como lo hiciste conmigo anoche en el pub, cuando me arruinaste la cita con Kerry!
Malfoy lo miró largamente con un escepticismo que poco a poco fue transformándose en esperanza.
-¿Tú crees?
-¡Pues claro! Si conseguiste controlar mi cuerpo, que es mío, ¿qué no harás con el tuyo? ¡Pruébalo, anda!
Malfoy titubeó.
-En serio no creo que sea así de fácil…
-Vamos, Malfoy. Nada pierdes con probar. Métete en ti.
La ilusión de que todo resultara bien así de pronto no cabía en Harry. Animó a Malfoy con una sonrisa que esperaba fuera alentadora y Malfoy finalmente le hizo caso. Se sentó sobre la cama y poco a poco, fue entrando en su propio cuerpo. Harry contuvo la respiración mientras esperaba ver a Malfoy tomar control de él mismo de un momento a otro.
Sin embargo no sucedió.
El espíritu de Malfoy se levantó de improviso, dejando su cuerpo atrás.
-No sirve -dijo. Se veía enojado y frustrado-. Por alguna razón, no puedo unirme, ni controlarlo, ni nada. Es como si estuviera desconectado. -Miró hacia Harry-. En verdad no puedo creer que haya sido más fácil apropiarme de ti. -Harry le hizo una mueca, intentando enterrar en el más oscuro rincón de su mente aquel recuerdo. Malfoy se levantó de la cama y observó su cuerpo con gran nostalgia-. Creo que no tendré más remedio que dejarme en manos de los inútiles de los sanadores.
Harry se rascó la cabeza.
-Es todo tan raro. Y otra cosa que no comprendo son los motivos que tuvo Zabini para hacerte esto. ¿Por qué mantenerte dormido y oculto en su apartamento? ¿Tienes alguna idea de por qué necesitaría él deshacerse así de ti?
Malfoy se encogió de hombros y negó con la cabeza, apretando la mandíbula con fuerza. Harry supuso que ese era un tema demasiado espinoso y optó por dejarlo tranquilo; ya se encargaría de sacarle la sopa a Zabini cuando éste se recuperara, así tuviera que molerlo a crucios si era preciso. Y si acaso sucedía que Malfoy nunca pudiera despertar, él mismo se encargaría de conseguir que el otro se quedara en Azkaban hasta morir.
-Listo, Harry. Lechuza enviada. Supongo que la mujer no tardará en aparecerse por aquí.
-Hola, Harry.
Las voces de Ron y Luna lo hicieron girarse hacia la puerta. Sus dos amigos entraron a la sala y caminaron hasta donde estaban él y Malfoy. El espíritu de éste soltó un resoplido de fastidio que Harry decidió ignorar. Le dirigió una mirada inquisitiva a Ron, preguntándole con ese gesto qué demonios se suponía que hacía Luna ahí.
-Oh -dijo el pelirrojo, comprendiendo en el acto-. Me la encontré abajo. Creo que viene a visitar a alguien, ¿no, Luna?
Luna miraba alrededor de toda la sala con su habitual aire de ensoñación y una leve sonrisa en los labios. Demoró algunos segundos en responder.
-Vengo de vez en cuando a traerles obsequios a los padres de Neville. Y a permitir que Lockhart me firme todas las fotos que tiene a disposición. Parece que eso lo hace muy feliz, y como a mí no me molesta... -Harry recordó que Luna y Neville compartían una amistad muy cercana y comprendió-. ¿Y Malfoy cómo está, Harry?
Harry se aterrorizó. ¿Cómo explicarle a Luna que Ron no sabía nada de lo que realmente sucedía ahí?
-Pues…
-Está aquí, ¿cierto? -preguntó Luna, mirando a Harry a los ojos.
-Bueno, claro que está -respondió Ron-. ¿No te acuerdas de él? Es ese feo que está inconsciente sobre la cama.
-Feo tu grandísimo y pecoso trasero, Weasley -masculló Malfoy en el tono resignado de quien sabe que, por más que grite, no será escuchado.
Luna posó sus ojos sobre el cuerpo de Malfoy como si apenas se percatara de que había un hombre dormido ahí.
-Harry sabe que no es a ese Malfoy al que me refiero.
Ron miró hacia Harry y pareció perforarlo con sus ojos azules. Levantó las manos y arqueó las cejas en una muda pregunta que decía “¿De qué demonios está hablando esta bruja?”. Harry le sonrió torpemente y se encogió de hombros, fingiendo total demencia. Al otro lado de la cama, el espíritu de Malfoy no se perdía detalle de toda esa estúpida conversación y realmente parecía estar gozando con los apuros de Harry.
-¿Y eso significa, que…? -le preguntó Ron a Luna.
-Significa que tendrías que estar tan demente como el Cara Rajada y la Lunática para poder verme y oírme, Comadreja -respondió Malfoy con una risita.
Luna frunció un poco el ceño.
-No hay necesidad de ser tan grosero -dijo ella.
-¿Soy grosero por preguntar el significado de eso? -exclamó Ron con indignación.
-No tú, Ron -dijo ella con una sonrisa-. Malfoy. Quien por cierto, ya no está enojado con Harry por haber invadido su vida y su apartamento. -Luna arqueó las cejas mientras pasaba sus lindos ojos por toda la habitación-. Quién lo hubiera dicho -comentó con una enorme sonrisa-, sus sentimientos hacia Harry han cambiado tanto que puedo percibirlo. ¿Es agradecimiento eso que detecto? Oh, sí, agradecimiento y algo más. Muy bien hecho, Harry -añadió mirando a éste-. Ahora incluso se siente bonito estar en medio de ustedes dos.
Harry no pudo evitarlo: dirigió sus ojos directamente hacia Malfoy y se sorprendió al verlo enrojecer.
-Luna, ¿te sientes bien? -preguntó Ron.
-¡Nada de eso es cierto! -le gritó Malfoy a Harry-. La Lunática se inventa cosas. Yo te sigo odiando tanto o más que siempre, Potter.
Luna soltó una risita.
-Oh, alguien aquí se ha sonrojado -dijo-. Hasta acá puedo sentir el calor de tu bochorno, ¿verdad, Malfoy?
La cara de estupefacción de Ron no tenía nada que rivalizarle a la de Harry y a la del propio Malfoy. Harry lo miraba incrédulamente, y Malfoy, por su parte, parecía tan incómodo que Harry no dudaba, desaparecería en cualquier momento.
Y eso pasó. Malfoy miró a Harry por última vez y entonces se fue. Harry resopló con enojo, envidiando de cierta forma la manera tan sencilla con la que el muy cobarde podía huir de los momentos embarazosos.
-Harry -cuchicheó Ron mientras le daba golpecitos con el codo y miraba fijamente a Luna-, creo, de verdad, que ahora sí se ha deschavetado. ¿Qué hacemos con ella?
Harry reaccionó.
-Yo me encargo -le dijo a Ron-. Luna, necesito hablar contigo a solas. -Se adelantó hacia ella y la tomó gentilmente del brazo, no sin antes pedirle a Ron-: Quédate a cuidar a Malfoy, regreso en un momento.
-¿Cuidarlo? -comenzó a preguntar Ron-. ¿Y de qué se supone que tengo que cuidarlo?
Luna y Harry lo ignoraron y salieron al corredor. Caminaron un poco y cuando Harry se aseguró de que nadie podía escucharlos, comenzó a acribillar a Luna con sus dudas.
-Luna, Malfoy y yo necesitamos tu ayuda. Ahora que encontramos su cuerpo, creí que sería pan comido que su espíritu pudiera regresar a él, pero no funcionó. Intentó… meterse en él mismo, ¿comprendes? Pero no se pudo. ¿Qué necesitamos hacer?
Luna lo miró abriendo mucho los ojos.
-Harry, ¿cómo podría saber yo eso? -le dijo con voz cantarina.
Harry, desesperado, comenzó a pasearse enfrente de ella.
-Dios, no lo sé. ¡Tal vez porque tú eres la única, aparte de mí, que sabe que Malfoy realmente es un espíritu y no una alucinación!
-Bueno -comenzó ella pausadamente-, yo lo sé porque lo percibo. Tengo este sexto sentido, si le quieres llamar así. Algo que no todos tienen, ni siquiera tú.
Harry se detuvo abruptamente delante de ella.
-¿Y si no tengo ese sexto sentido, entonces por qué sólo yo puedo verlo y oírlo? -preguntó casi histéricamente.
Luna le obsequió una amplia sonrisa.
-Merlín, Harry. Por fin estás haciendo la pregunta adecuada.
-¿Qué?
Luna suspiró.
-Verás, Harry. A veces, cuando suceden este tipo de cosas inexplicables, lo mejor que uno puede hacer es preguntarse el porqué, no el cómo. Lo único que yo sé y que puedo decirte, es que si el espíritu de Malfoy está afuera y no dentro de su cuerpo, como debería ser, es porque tiene un asunto sin resolver tan fuerte que lo está obligando a eso.
-¿Asunto sin resolver? -repitió Harry-. Entonces, quieres decir que si ayudo a Malfoy a resolver ese asunto, ¿podrá volver a él?
Luna asintió lentamente.
-Probablemente.
-¿Probablemente? -se burló Harry-. Bueno, supongo que eso es mejor que nada.
Luna sonrió.
-Seguramente. Suerte, Harry. Avísame cuando Malfoy y tú hayan conseguido algún progreso. Tanto en el asunto de su cuerpo como en el de su relación.
Con eso, Luna se paró de puntitas para darle a Harry un beso en la mejilla. Luego, se dio la media vuelta y se fue de ahí. Harry, demasiado anonadado como para decir más, la miró marcharse con ese paso alegre y despreocupado que le conocía desde el colegio y, que de cierta manera, siempre le había envidiado.