Afortunadamente no habían tardado mucho en llegar a la posada. Pese a que la posadera vieja y regordeta los atendió de mal talante y con gesto sospechoso, no objetó nada y les dió una habitación a cada uno. Por lo menos en eso había tenido suerte.
Al llegar a su cuarto se dejó caer en la cama suspirando.
" ¿Por qué será que todo tiene que salirme
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