Fandom: Narnia
Título: El creador de fragancias
Personajes: Edmund, Lucy, Caspian, Peter, Susan (apariciones especiales de Eustace, Jill y otros personajes clásicos de los libros).
Pareja: Caspian/Lucy.
Universo: AU basado en el libroverse.
Agradecimientos: ¡a aglaicallia una vez más por su apoyo, a nyaza por el precioso banner y al reto de ablurrydream por darme la idea!
Summary: Cuando los errores de pasado bloquean la creatividad del creador de Aslan Fragances, su familia intenta ayudarlo. Pero ante la llegada de la competencia en la casa de perfumería Telmarian, no es tan claro quién necesita más ayuda.
Notas: No puedo creerlo, ¡al fin llegamos al último capítulo! Espero que les guste.
Capítulos:
1 -
2 -
3 -
4 -
5 -
6 -
7 -
8 -
9 -
10 -
11 -
12 -
13 -
14 -
15 -
16.1 -
16.2 -
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18 -
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20 -
21 -
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XXI
Las reuniones habían sido agotadoras y el proceso extenuante, pero estaba hecho. Todavía tenía dudas, y por la expresión seria de Susan Pevensie antes de salir de la sala, estaba seguro de que ella también. Pero a Peter Pevensie no le había temblado el pulso para firmar. Cuando Eustace Scrubb guardó los papeles la inquietud se apoderó de Capian una vez más.
No había sido una decisión a la ligera, pero era probablemente la más arriesgada de toda su vida. Lo más extraño de todo era que a pesar de las muchas posibilidades de que aquello saliera mal, una parte de él estaba tranquilo.
Se despidió con un apretón de manos de Peter. A su hermana, al otro lado del salón, le dirigió un movimiento afirmativo de cabeza como despedida, el cual ella correspondió con un vago amago de sonrisa.
Bajó en el mismo ascensor que Eustace, quien no había desmerecido la descripción que en su día le habían hecho de él. Le comentó un par de detalles y fechas antes de que llegara al piso que estaba buscando.
Por suerte fue rápido.
Como había esperado, Edmund estaba en el laboratorio, aparentemente muy concentrado con un libro, aunque la cantidad de instrumentos que lo rodeaban le sugería que no se había conformado con estudiar teoría.
Levantó la vista al escucharlo llamar a la puerta y le hizo una seña con la cabeza para que entrara, mientras elegía un lápiz para dejar dentro del libro, marcando el lugar por el que iba.
-Tu primo está de un humor insoportable - comentó al entrar, mientras ponía su maletín sobre el lado vacío de la mesa de trabajo de Edmund.
-Tú más que nadie debería entenderlo. Yo no lo culpo. La gira va a cumplir ya los dos meses, y todo este trabajo que le han dado ustedes no le ha dejado mucho tiempo de fugarse a ver a Jill. - Le dirigió una mirada divertida mientras añadía con risa contenida. - Y créeme, lo mejor del carácter de Eustace, es ella.
Caspian suspiró. Casi los dos meses ya.
-Bueno, el trabajo ha terminado. Oficialmente somos socios.
No había podido llegar a definir la mirada que le dirigía Edmund en momentos como esos. Era una mezcla de preocupación y satisfacción. La primera vez que le había sugerido la idea había sido por teléfono, al día siguiente de hablar con Lucy en el parque. Parecía una locura, pero no veía otra salida.
Se habían reunido para discutirlo un par de veces, y finalmente Edmund había accedido a ayudarlo a tratar con Peter. Sospechaba que había estado dispuesto a hacerlo desde el inicio, pero había querido probar su convicción con la idea. El mayor había sido más difícil de convencer en un inicio sobre sus intenciones, pero finalmente había visto que el trato era beneficioso para ambos y había aceptado los argumentos de su hermano menor de permitir a Eustace estudiar la propuesta. Aunque era consciente de que sin la luz verde para trabajar con él que Lucy le había dado antes de marcharse a la gira ningún intento hubiera tenido resultado.
-¿Y cómo te sientes? Le acabas de dar poder a Aslan Fragances sobre Telmarian en el país.
Eso había hecho. Después de pelear para que su tío no robara impunemente el legado de su padre, lo había puesto en manos de un hombre que hasta hace unos meses no era más que un extraño. Peor, la competencia.
-Telmarian aún es mía, y voy a administrarla, pero no solo - le recordó frunciendo ligeramente el ceño. Tampoco había regalado la compañía. Era una sociedad. Un convenio de colaboración. Aslan Fragances necesitaba liquidez, y él necesitaba escapar de su adicción al trabajo.
Necesitaba tiempo para vivir.
-Lo sé, lo sé… - replicó Edmund con cierta impaciencia. Todo el trámite legal le había parecido demasiado engorroso, y no se había molestado en ocultarlo. - Pero hasta hace poco Telmarian era todo para ti.
Eso era lo que había cambiado. Telmarian no lo era todo. Ahora estaba Lucy, y más aún, por extraño que pareciera, estaba él mismo. Si bien antes no había sido un apasionado de su trabajo, ahora no era suficiente. Ni siquiera se acercaba a serlo. Nunca le había gustado lo que hacía, pero ahora la insistente pero dulce voz de Lucy diciéndole que no tenía que sacrificar su felicidad lo perseguía.
-Las cosas cambian - declaró.
Sin embargo no se sentía totalmente cómodo. Sabía que Edmund lo notaba. Era extraño que en poco tiempo el perfumista hubiera llegado a conocerlo tanto, y más aún, que él hubiera llegado a confiar en él.
Precisamente eso. Confiar.
-Tienes miedo - concluyó Edmund mientras rodeaba la mesa para acercarse un poco más a él. A unos pasos apoyó el codo en la mesa de trabajo, inclinado hacia un lado, observándolo.
Caspian frunció el ceño.
-¿De qué?
Edmund chasqueó la lengua, al tiempo que negaba.
-Es un paso gigante que confíes lo más importante de tu vida en otras personas, pero negarte lo difícil que es no ayuda en nada.
Cierto. Una vez más, lo que el perfumista decía era verdad. Se sentó con desgana en la silla de trabajo vacía que estaba cerca de él, y bajó la mirada.
-No tengo ninguna garantía de que funcionará. Podría ser una catástrofe.
Edmund apoyó el otro codo en la mesa, mientras lo miraba con simpatía.
-Podría serlo.
Siempre se lo había dejado claro. Podía salir mal. Por eso precisamente era un acto de fe más que de confianza. Sin embargo, estaba acostumbrado a tenerlo todo bajo control. La sensación de inseguridad no le gustaba nada. Le dirigió una mirada acusadora al menor de los varones Pevensie.
-No me estás animando.
La sonrisilla irónica divertida que ya conocía bien apareció en el rostro de Edmund.
-No es mi trabajo.
Caspian sonrió a su vez con cansancio. Esos meses habían sido maratónicos. No tanto por la parte legal, que había sido más trabajo de sus abogados, sino por su debate interno. A ratos se preguntaba cómo se tomaría su padre lo que estaba haciendo, aunque Cornelius le había dicho claramente que para su padre la prioridad habrá sido siempre que él fuera feliz. Atado veinticuatro horas y siete días a la semana a Telmarian no lo era.
-No sé que va a pensar Lucy de esto. Aún me preocupa que crea que estoy comprando la entrada a su familia.
Edmund chasqueó la lengua una vez más.
-No seas ridículo. Te conoce. Hace unos meses hubieras sido incapaz de hacer esto. No supo hasta tiempo después de conocerte a lo que te dedicabas, pero siempre ha sabido lo que significa para ti el trabajo.
Hasta hace poco era toda su vida. En una de sus ocasionales fugas de la tensión y el estrés del trabajo por medio de la música había conocido a la chica que le cambiaría la vida. Ahora lo que estaba haciendo iba mucho más allá de ella. No tenía ninguna garantía de que lo suyo funcionaría de nuevo, pero él no podía seguir siendo el mismo con o sin ella.
A pesar de la inseguridad sobre lo que había hecho, tenía otra sensación.
Alivio. Libertad.
-No todo puede ser trabajo. Ya no.
Edmund sonrió con orgullo y se incorporó para quitarse la gabacha de laboratorio.
-Eso merece ser celebrado. ¡Vamos!
Caspian le dirigió una mirada indecisa que lo hizo detenerse. Lo vio suspirar y meterse las manos en los bolsillos para verlo con paciencia.
-Estará orgullosa de ti.
Le gustaría estar seguro de eso. Se levantó tomando su maletín.
-No creo que se refiriera a esto cuando le pidió a tu hermano que confiara en mí y tomara la fragancia que les cedía para tu perfume.
Edmund esbozó una sonrisa misteriosa cargada de cariño, propia de él cuando hablaba de su hermana menor.
-Lucy hace magia sin saberlo.
Caspian tenía que concordar con eso, pero no era la única. No se había dado cuenta de en qué momento el hermano de su exnovia se había colocado en su vida de la manera que le había hecho.
-Tú también haces algo de magia, y no sólo con las fragancias.
Lo sorprendió la reacción en el chico. A veces olvidaba que era menor que él, pero en ese momento que lo miró con sorpresa y algo parecido a orgullo mezclado con incredulidad fue muy consciente de eso. Por primera vez pensó también que al permitirlo ayudarlo de esa forma, él también estaba ayudando al hermano de Lucy.
-Bueno - dijo el chico reponiéndose, aunque el orgullo seguía presente en sus facciones. - Déjame hacer un acto de magia más.
Caspian lo miró con curiosidad sin entender, viendo cómo se acercaba a uno de los muebles del laboratorio y sacaba un pequeño envoltorio. Se lo tendió y él lo tomó dudoso. Pesaba, era pequeño y frío.
Cuando abrió el paquetito y miró el contenido no pudo evitar una sonrisa. Le lanzó una mirada de interrogación al creador de fragancias, ¿cómo había conseguido hacer aquello en tan poco tiempo? ¡Normalmente tomaría meses lograrlo!
Edmund se encogió de hombros, pero sonrió satisfecho. Caspian iba a convencerse de que los Pevensie hacían verdadera magia.
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La gira se había extendido un par de semanas más. Había sido un éxito a pesar de algunos incidentes propios de ese tipo de viajes. Era su última función en esa ciudad antes de pasar al penúltimo destino de la gira. Terminarían con un concierto en el propio campus de su facultad, donde Edmund, Susan y Peter le habían prometido llegar.
Esos meses habían sido justo lo que necesitaba. Entre las prisas de trasladarse y prepararse en cada sitio, junto al tiempo que tomaban para salir a conocer los lugares que visitaban, había estado muy ocupada. Jill y ella lo habían pasado genial, y tenía ya una maletita extra con los recuerdos que había ido comprando para su familia.
Ninguno de sus tres hermanos había querido contarle nada sobre el negocio mientras estaba fuera. Se habían limitado a informarle que la producción de ambas colonias estaba en marcha y que encontraría novedades al volver. No sabía de qué se trataba, aunque sabía por Jill que Eustace había estado desbordado de trabajo.
Había hablado con Edmund todas las semanas. No necesitaba que le contara al detalle lo que estaba haciendo para saber, por el tono vibrante y entusiasmado de su voz, que estaba muy bien. En ocasiones sonaba cansado, pero nunca desanimado. Por lo que le había dicho su repaso de química intensivo iba bien. Tenía muchos vacíos en la materia, pero Peridan se estaba volcando en ayudarle. No le extrañaba, el hombre había sido muy amigo de su padre y le tenía mucho cariño a su hermano.
Pero Edmund no quería hablar de él. Siempre quería escuchar sobre el recorrido de la gira, los lugares que iba conociendo y las presentaciones. A cambio le contaba poco sobre sus hermanos y el negocio, pero sí que le hablaba de las personas queridas de Aslan Fragances y del lamentable estado en el que se encontraba Eustace sin Jill.
Nunca le mencionaba a Caspian a menos que ella le preguntara. Tampoco entonces le había dicho demasiado. Estaba bien, tenía un proyecto entre manos pero ya se lo contaría él cuando la viera, no pensaba arruinarle la sorpresa. Como le había prometido, mantenía contacto con Caspian y al parecer incluso había salido algunas veces con él en el Velero del Alba.
A Lucy le gustaba lo que escuchaba. Por su hermano, y por Caspian. Ahora, dos meses después, tenía realmente esperanzas de que al regresar, tendrían una nueva oportunidad. Entre ciudad y ciudad había ido dejando a trozos el dolor de lo sucedido y empezaba a plantearse el futuro.
Tal vez había posibilidades. Tal vez realmente Caspian estaba haciendo un esfuerzo, y en ese caso ella debía hacer otro tanto. Podría ayudarlo si él quería ser ayudado. Ahora no sería un empezar de cero. Se conocían un poco mejor y si lograban aprender de lo sucedido…
Era increíble como ese tipo de pensamientos se colaban en su mente en medio del ajetreo del día a día. En ese mismo momento, mientras terminaba de retocar las sombras en sus párpados, a minutos de salir a escena, se encontraba pensando justamente en ello. Mientras su reflejo le devolvía la mirada, trataba de no dejarse llevar por la imaginación.
Justo estaba convenciéndose de ello cuando un delicioso olor a flores naturales alcanzó su olfato. Se giró para mirar a su alrededor, en busca de la procedencia del aroma, de manera que pudo ver al señor Tumnus acercarse con un gran arreglo floral, directo hacia ella. Era un precioso ramo de rosas de color vino.
-Para Lucy Kirke Pevensie - dijo al acercarse y ponerlo sobre la mesita frente a ella, tapándole el espejo.
Sus compañeros la rodearon con curiosidad. Jill se apresuró a dispersarlos recordándoles que tenían poco tiempo para estar listos, mientras el señor Tumnus le sonreía a Lucy con complicidad.
-Vino de amor e interés verdadero - le susurró tras guiñarle un ojo. - Y ya sabes: flores antes de la actuación…
-…visita después de la actuación - completó ella por él, con la garganta reseca.
El hombre asintió y se retiró con discreción. Lucy pudo notar la mirada curiosa de Jill a su lado, pero no se giró a mirarla. Toda su atención estaba sobre el precioso arreglo floral. Sólo una persona podría habérselo mandado.
Tras dudarlo unos momentos buscó la tarjeta, y para su sorpresa, se encontró con que no había. Sin embargo, en medio de las flores, en el mismo centro del arreglo, había una pequeña botella de color azul oscuro.
Sintiendo un estremecimiento de emoción la tomó con delicadeza y la levantó a la altura de sus ojos. Era vidrio liso, que al ser atravesado por la luz del bombillo sobre el espejo de maquillaje se refractó en distintos tonos de azul. En letras estilizadas rezaba un nombre que no conocía hasta entonces: Healing love. En letras más pequeñas, en el extremo inferior rezaba Aslan Fragances & Telmarian.
Por poco estuvo a punto de resbalársele entre los dedos de la impresión. Al levantar el fino taponcito de vidrio, aquella fragancia tan especial que había olido solo una vez la inundó. La última creación de Edmund. Fue entonces cuando estuvo segura de todo.
Esa noche, Lucy Pevensie realizó su mejor interpretación de violín hasta esa fecha. El arco del instrumento viajó con precisión, arte y corazón toda la noche, y cuando interpretó el romance para violín y orquesta no.1 en sol mayor de Beethoveen, lo hizo para ese hombre que sabía estaba allí para escucharla. Terminada la función, fue la primera en volver al camerino y estar lista para salir. Jill prometió encargarse del ramo.
Corrió a la salida de los artistas segura de que lo encontraría.
No se equivocó.
Caspian estaba allí, vestido totalmente de negro, con una rosa vino en la mano. Miraba con tanta intensidad la puerta por la que ella salió que parecía haberla estado convocando con el pensamiento.
Al mirarlo el impulso que llevaba desapareció de golpe. Se quedó allí de pie, mirándolo, mientras algunas personas rezagadas que habían acudido a la función terminaban de marcharse por esa calle, ignorando que pasaban junto a la violinista que había hecho los solos de la noche.
Podía sentir un delicioso cosquilleo de anticipación apoderándose de ella, mientras Caspian al otro lado continuaba mirándola. Finalmente, cuando los últimos transeúntes se alejaron, Lucy se acercó caminando despacio. Pudo notar en la mirada del hombre el mismo nerviosismo que tenía ella en ese momento, la sensación de estar a un paso de echarlo todo a perder o arreglarlo definitivamente.
-Hola… - Saludó él con voz baja y grave.
-Hola - Respondió ella de la misma forma.
Se miraron a los ojos unos momentos y luego él le acercó la rosa. Ella la tomó, la olió, y después al mirarlo otra vez, sonrió.
Esa sonrisa lo definió todo.
Antes de que se diera cuenta habían terminado de acortar distancias y estaban inmersos en un estrecho abrazo. Podía sentir las manos de Caspian presionándola contra él, al igual que el suspiro de alivio que salió de sus labios después de inspirar profundamente. La fragancia diseñada por Edmund los rodeó a los dos
-Temía echarlo todo a perder viniendo - susurró contra su oído.
Ella negó y se separó de él lo suficiente para mirarlo a los ojos sin soltarlo.
-¿Aslan y Telmarian? ¿Es cierto?
Caspian asintió. Esta vez no la asaltó ninguna duda de que quisiera comprar su perdón de alguna forma. Podía verlo en sus ojos que la miraban con intensidad, brillantes y limpios. Aquello era real. No solo las rosas, el perfume, incluso la fusión. Era algo más profundo.
Un cambio en él. En ella. En ambos.
Cerró los ojos instintivamente mientras acercaba su rostro al suyo, poniéndose ligeramente de puntillas. Cuando sus labios se tocaron, Lucy supo que hacían lo correcto. Era el momento.
Una oportunidad real por la que ambos estaban dispuestos a luchar.
N/A: gracias a todas las personas que leyeron esta historia hasta el final. ¡Me ha hecho muy feliz escribirla y compartirla con ustedes!