El creador de fragancias (1/22)

Aug 16, 2011 21:28




Fandom: Narnia
Título: El creador de fragancias
Personajes: Edmund, Lucy, Caspian, Peter, Susan (apariciones especiales de Eustace, Jill y otros personajes clásicos de los libros). 
Pareja: Caspian/Lucy.
Universo: AU basado en el libroverse. 
Agradecimientos: ¡¡mil gracias a aglaiacallia  por su retroalimentación constante sobre esta historia!! Y a la comunidad ablurrydream  por el reto de febrero que me inspiró a escribir esta historia que creció hasta ser mi mayor longfic en mucho tiempo. ¡Y gracias a nyaza  por el precioso banner que me hizo para la historia!
Summary: Cuando los errores de pasado bloquean la creatividad del creador de Aslan Fragances, su familia intenta ayudarlo. Pero ante la llegada de la competencia en la casa de perfumería Telmarian, no es tan claro quién necesita más ayuda. 
Notas: Esta historia es un AU completamente. Aslan es una perfumería de la familia Pevensie, Narnia su perfume más famoso, Edmund un perfumista... el resto podrán verlos por ustedes mismos. Sin embargo, he hecho mi mayor esfuerzo por incluir en este nuevo universo la esencia de los personajes, sus relaciones y muchos guiños a la historia de los libros que estoy segura podrán ir apreciando. Me harán muy feliz si lo leen y me dicen que les va pareciendo. La historia ya está acabada, así que no tendrán que quedarse esperando. Trataré de poner dos capítulos por semana.

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Capítulos: 12345678910111213141516.116.2171819202122

I

Aslan Fragances tenía sus oficinas en lo alto del edificio que funcionaba como planta química para la producción en masa de las distintas líneas de colonias y perfumes que les habían hecho una de las marcas más prestigiosas por años.

Eran mundialmente conocidos por la fragancia Narnia, la cual había sido creada en los años setenta por el señor Pevensie, fundador de la compañía y químico de profesión. Aslan Fragances era de las pocas de su especie. Había sido en primer lugar una empresa de creación de fragancias y posteriormente había desarrollado sus propias líneas, sin trabajar para terceros.

Sin embargo ahora, todo podía ser diferente.

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-Necesitamos una nueva fragancia.

Peter Pevensie lanzó la conclusión tras revisar los números una vez más. Había asumido su puesto como director ejecutivo de Aslan Fragancies tras la muerte de su padre, y su labor había sido excelente, a pesar de ser muy joven. Los socios habían planteado que alguien de más experiencia debía ocupar su puesto, pero el testamento de su padre había sido claro.

Tanto, que las acciones habían bajado y la compañía se había visto en serios problemas. Por supuesto, la elección de Peter Pevensie como director ejecutivo no era la más controvertida de todas. Que la familia mantuviera el 52% de las acciones y decidieran respetar los deseos de su padre, había sido un duro golpe porque no eran lo más recomendable, comercialmente hablando.

Susan Pevensie, la segunda de los hermanos, estaba en la oficina. Ya se había encontrado allí cuando el fiel Trumpkin, amigo de su padre y hombre de confianza por años en el puesto de director general de finanzas, le había llevado el último informe a su hermano.

-Te lo dije - replicó ella. - La entrada de esta nueva marca va a afectar el mercado. Nos está afectando a nosotros.

-Sí, sí, lo dijiste… Telmarian. - Cerró el informe con fastidio. - ¿Quiénes son? Hasta hace seis meses nadie sabía de ellos, y ahora el mercado está inundado de perfumes “novedosos”. Necesitamos un nuevo producto. La línea de Narnia es un clásico con un público fiel, pero no vamos a sobrevivir sólo con eso.

La chica suspiró. Lo sabía. Por supuesto que lo sabía. Como encargada de marketing de la compañía se encontraba día a día con la misma pregunta. ¿Qué podía el mundo esperar de Aslan Fragances?

-Sí, bueno… Ya sabes la condición que puso papá.

Peter resopló nuevamente.

-¿Lo has siquiera visto en estos días?

Susan asintió.

-Ayer. Estaba en el laboratorio. Se puso como los diablos conmigo. - Una mueca de fastidio cruzó su rostro. - Me acusó de estar ahí para vigilarlo. Me invitó amablemente a registrar el lugar…

Antes de que el director de la compañía pudiera replicar, una voz más grave lo hizo por él desde la puerta, con un tono cargado de ironía.

-Por supuesto. Sé que no eres capaz de distinguir una sustancia de otra…

El recién llegado ignoró la mirada ofendida que su hermana le dedicó y entró en la oficina, dejando sus guantes en la mesita de la entrada antes de dirigirse a la segunda silla frente al escritorio, la que no estaba ocupando Susan.

-Edmund. - Peter lo miró expectante. - ¿Nos traes noticias?

El tercero de los hermanos Pevensie lo miró fingiendo no comprender a qué se refería. Luego se encogió de hombros por toda respuesta y se recostó al asiento.

-¡Ed! - Susan lo miró con incredulidad - Dijiste que estabas trabajando.

-Eso hacía - replicó frunciendo el ceño - pero los buenos perfumes no surgen de la nada. Ve a probar los que he hecho, no te pondrías ninguno.

-Bueno, tampoco me pondría los perfumes Telmarian, pero se venden - contraatacó Susan antes de girarse a ver a su hermano mayor. - Por eso venía a verte. Quiero realizar una operación para averiguar más sobre las fórmulas de los Telmarian.

-¿Para qué? - la réplica de Edmund no se hizo esperar. - No me interesa conocer sus fórmulas. No las necesito.

-¡Bueno, nosotros las necesitamos! - Susan le lanzó una mirada cargada de incomodidad y culpa - Sólo mientras… sabes, recuperas tu toque.

Edmund alzó ambas cejas con incredulidad.

-Claro. Manténgame en el laboratorio jugando. - Una mueca de desprecio desdibujó su rostro. - Tengamos al pobre Edmund ocupado y pensando en qué será útil de nuevo, mientras tanto, contratemos una empresa externa de fragancias… Total, ¿a quién le importa que nuestro padre no vendiera nunca una fragancia que no llevara el sello Pevensie?

En lugar de replicar, Susan se giró hacia el mayor de los tres. Edmund hizo otro tanto, aunque su rostro se había crispado mientras pronunciaba sus últimas palabras.

Peter lo miró con aspecto serio y adusto.

-Dame una fragancia Pevensie que pueda vender entonces.

Edmund apretó los labios con tanta fuerza que se pusieron blancos antes de responder.

-Estoy trabajando en ello.

-No lo suficientemente rápido - replicó Peter con pesar. - Mira, sé que papá dijo que no quería que sacáramos nada hasta que produjeras una fragancia nueva… Todas las que hiciste con él se vendieron bien, pero ahora… Si seguimos esperando, tal vez no haya una compañía para vender la próxima que hagas.

Edmund negó levantándose de su asiento y mirando con una fuerte emoción contenida a ambos hermanos. Sus manos temblaban ligeramente cuando recogió sus guantes.

-¿Por qué no lo dicen simplemente? Ninguno cree que todavía pueda crear una nueva fragancia.

Sin esperar su respuesta, se giró y salió de la oficina sin ceremonias, igual que había entrado.

Peter suspiró.

-Haz tu operación, Susan. Necesitamos saber quién hace sus fragancias, o estamos perdidos. Pero no inviertas demasiados recursos… no tenemos con qué cubrirlo.

Ambos hermanos se miraron con pesar. Realmente querían escuchar la buena noticia de que Edmund volvería a crear, pero a veces, la realidad se imponía. Los dos lo sabían.

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A Edmund le gustaba mucho la facultad en la que estudiaba su hermana menor. Incluso desde los jardines que rodaban el estilizado edificio celeste se escuchaban las mezclas extrañas de distintos instrumentos y voces en sus clases diarias.

Visitaba el lugar con frecuencia desde que había descubierto lo relajante que era acostarse en la hierba a la sombra de un viejo roble, mientras dejaba que lo rodeara la extraña y caprichosa melodía que producían los estudiantes de música en sus clases.

Lo hacía mientras esperaba a la pequeña Lucy. Aunque ya había crecido bastante, y en lugar de la niña pequeña que jugaba con él o la adolescente asustada que lo había descubierto con una aguja clavada en su brazo, era una encantadora estudiante de segundo año de universidad, concentrada en su carrera de violín.

¡Cómo le hubiera gustado a Edmund elegir una vida tan satisfactoria y pacífica como la de su hermana menor!

Pero Lucy era la más lista de los cuatro. También la más feliz. Ella nunca hubiera caído en las trampas de Jadis.

Inconscientemente se llevó la mano derecha al antebrazo izquierdo. No había perdido la costumbre de usar solamente camisas de manga larga, pero no necesitaba ver las sombras de las viejas marcas para recordar que estaban allí.

-¡Edmund! - La aguda voz de su hermana lo sacó de sus pensamientos sombríos. Sonrió ampliamente al verla acercarse a toda prisa y se incorporó para recibirla con un abrazo.

Conocía sus horarios casi tan bien como ella misma. Cuando el laboratorio, sus hermanos o los recuerdos empezaban a ahogarlo, solía acudir a ella. Nadie le hubiera dicho años atrás que la pequeña que no lo dejaba en paz y le quitaba sus carros para jugar sería su mayor consuelo.

Tampoco habría pensado que sería su ángel de la guarda. No sabía qué habría sido de él si su hermana no hubiera descubierto su secreto y le hubiera dicho a su padre lo que sucedía. Edmund, el prometedor creador de fragancias y estudiante de química… había sido un fuerte golpe para toda la familia, y él la había odiado por ello.

Como si fuera posible odiar a Lucy.

Los delgados brazos de su hermana lo rodearon con fuerza. Aspiró la deliciosa fragancia característica de la pequeña. Siempre usaba la fragancia más tradicional de Narnia, pero de alguna forma, en ella olía distinto.

-Hey… Me preguntaba si querías ir a almorzar conmigo - le propuso él cuando la chica lo liberó de su abrazo.

Por toda respuesta, la pequeña lo tomó del brazo.

Siempre podía contar con ella.

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Lucy sabía que lo mejor era no presionar a su hermano. Había ido a buscarla de improviso y sus dedos parecían más inquietos que de costumbre jugando con la servilleta. Eso sólo podía significar una cosa: había discutido con alguno de sus hermanos.

Cuando le contó lo sucedido supo que era peor. Había discutido con ambos.

-Sabes que Peter te ha defendido frente a los accionistas todo este tiempo - le señaló Lucy.

Edmund desvió la mirada.

-Pero no me cree capaz. A veces ni siquiera yo lo creo.

Odiaba ver a su hermano así. Lucy no solía albergar malos sentimientos por los demás, pero el simple recuerdo de Jadis White era suficiente para que le hirviera la sangre. Aunque tenía que admitir que su hermano no había caído ingenuamente. Sabía en lo que se metía.

-Ed… - con cariño tomó su mano por encima de la mesa, corriendo con un golpecito el cartón de papas a la francesa que tenían en medio. - Te has recuperado de una manera muy favorable. Los doctores dijeron que tu sentido del olfato no estaba afectado, ni tus funciones cognitivas. No estuviste bajo los efectos de esas cosas demasiado tiempo.

El chico no alejó la mano, aunque su hermana pudo sentirlo tensarse. Se pasó la otra mano por la cara, como si quisiera despejarse.

-Porque no fui tan idiota como para esnifar también… - suspiró y miró de nuevo a su hermana - Pero no es eso. No… no logro concentrarme, no logro hacer que fluyan las ideas. Sé que suena loco, pero papá lo decía, las fragancias son…

-Sentimientos hechos fórmula química - completó Lucy por él.

Edmund asintió, y su mirada se volvió más cálida.

-Pero no puedo. Estoy bloqueado. -Suspiró y la desolación tiñó sus ojos oscuros- Creo que no he tenido en los últimos tiempos muchos sentimientos que puedan convertirse en una fragancia agradable.

Lucy estrechó su mano con más fuerza. Le gustaría tener algo mejor que decir para animarlo.

-Oye, no puedes perder la fe en ti mismo. ¿Me escuchas? - Se inclinó por encima de la mesa con la mirada siempre fija en sus ojos. - Papá confió en ti, y yo confío en ti. Ya tienes un año limpio. ¿Creías que podrías lograrlo cuando entraste a desintoxicación? Porque nosotros sí, y lo hiciste. Ahora sólo tienes que dejar de presionarte de esta forma. Peter y Susan están inquietos, pero también confían en ti. Lo sé.

Edmund asintió lentamente, pero no replicó nada. Lucy le aguantó la mirada unos momentos y luego suspiró. No era nada fácil tratar con su hermano así.

-Hey, hoy en la noche tengo una presentación con la sinfónica juvenil. ¿Quieres venir? Tengo un solo en la última pieza.

Edmund negó desviando la mirada.

-Gracias, pero la noche siempre ha sido mi mejor hora creadora. Creo que haré otro intento.

Lucy asintió mientras daba otro sorbo a su gaseosa, al tiempo que hacía nota mental de acercarse en los siguientes días a Aslan Fragances a hablar con sus hermanos.

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